arando en el mar
La importancia del turismo en Canarias
Canarias tiene los mimbres necesarios para vender otra imagen más acorde con los tiempos que corren
PARTIENDO de la base de que, desde un punto de vista técnico, es necesario reconocer el gran significado que el turismo tiene para Canarias, tanto social y económica como políticamente; sin embargo sigo opinando que, por los motivos que sean, no existe hoy en día ... en Canarias una verdadera política turística, en donde se reconozca el papel fundamental del turismo en el marco de las distintas administraciones. No es de recibo que cada uno intente ir por su lado, disgregando el supuesto esfuerzo aglutinador de una verdadera consejería del ramo, con una eficiente cabeza rectora al frente, dedicada con capacidad y liderazgo suficiente como para coordinar, regular y ordenar el mercado turístico canario.
El turismo, sobre todo para Canarias, donde constituye su mayor fuente de ingresos, al menos mientras no haya otra alternativa que nos llueva como maná del cielo o surja de las entrañas de la tierra o incluso del océano en forma de petróleo o de gas, debería ser una cuestión de Estado; quiero decir con ello que sus políticas, su proyección y su desarrollo tendrían que permanecer por encima de los vaivenes políticos o ideológicos de turno. Deberíamos cambiar la percepción que el turista extranjero, e incluso el peninsular, tiene de Canarias en su conjunto; en el sentido de que podemos ofertar algo más que sol y playa.
Para salir airosos de esta etiqueta y solventar este cliché que hace tiempo dejó de ser una realidad, debemos ganar la batalla de la percepción. Canarias tiene los mimbres necesarios para vender otra imagen más acorde con los tiempos que corren: no en vano disponemos de cuatro Parques Nacionales, cinco Reservas de la Biosfera y cuatro bienes declarados Patrimonio de la Humanidad, entre los que destacan el Parque Nacional de Garajonay, el Padre Teide, la ciudad de San Cristóbal de La Laguna y el Silbo Gomero; que conforman lo que se ha dado en denominar las Islas Afortunadas.
Queramos o no, el turismo es, al menos por ahora, nuestro maná, nuestro gas y nuestro petróleo; a él, por tanto, debemos dedicarle nuestro esfuerzo, tiempo y dinero, pero también imaginación, iniciativas, una mayor especialización y formación para compensar la actual falta de visión conjunta. No podemos obviar que nuestra primera industria es una pieza fundamental de nuestro desarrollo económico. No podemos crecer más si queremos mantener el necesario equilibrio entre territorio, naturaleza y progreso. En todo caso, es hora de reconvertir nuestros destinos menos competitivos y reajustar el sector para imprimirle mayor dosis de calidad y menos cantidad que sólo conduce a la mediocridad y al abuso de nuestra propia imagen.
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