Bolaños gana la primera batalla para que el CNI dependa de Presidencia

Hasta ahora, la Autoridad Nacional de Seguridad (ANS), que es el organismo que vela por la protección de la información clasificada, estaba adscrita al CNI, controlado por Robles. La nueva Ley de Información Clasificada –ese será su nombre– cambia esta situación y lleva ese organismo al departamento que dirige Félix Bolaños.

Las fuentes militares consultadas por este periódico, además, aseguran que lo sucedido con esta ley es una primera victoria para el ministro, pero que el objetivo final es que los servicios de inteligencia en su totalidad pasen a depender de Presidencia, tal como sucedía en la etapa del Gobierno de Rajoy. Hay que recordar que el control del CNI siempre ha sido prioritario para Robles, que ahora más que nunca ve amenazada su posición.

Por supuesto, el Gobierno se ha apresurado a desmentir que haya habido cualquier enfrentamiento entre los ministros por este asunto. De hecho, insiste en que el cambio fue consultado primero, y aceptado después, por la propia titular de Defensa, que según esta versión mostró su apoyo a este cambio. El argumento ofrecido por el Ejecutivo es que los secretos oficiales afectan a varios departamentos, de modo que la competencia debía transferirse a un ministerio «más transversal», como es el de Presidencia.

Las fuentes consultadas por ABC, sin embargo, aportan otras claves en este asunto. La primera de ellas es que, se vista como se quiera la decisión, supone una pérdida de competencias de la ministra de Defensa, en un ámbito, además, que es de enorme sensibilidad. Hay que tener en cuenta que hasta ahora la Autoridad Nacional de Seguridad estaba encuadrada en el CNI, que deja de tener competencias en esta materia.

Que el cambio afecte al CNI también es especialmente significativo pocos meses después de que el centro viviera una crisis profunda, como fue la del espionaje con el virus Pegasus y también a líderes independentistas. Ese asunto, como se recordará, costó el puesto a la entonces directora del Centro, Paz Esteban, cuyo trabajo fue defendido por Robles hasta el final.

El nombramiento de Esperanza Casteleiro, con larga experiencia en los servicios de inteligencia pero que hasta ese momento había sido secretaria de Estado de Defensa, tampoco ha calmado los ánimos, sobre todo internamente. Muchos trabajadores de l a Casa consideraron poco adecuado que su nueva responsable procediera de la estructura política del Gobierno.

Pero la crisis de Pegasus provocó además un duro enfrentamiento entre Félix Bolaños y Margarita Robles, en particular en lo referente a la infección con ese virus de los teléfonos móviles del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; de la propia Robles; del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska y del intento sufrido por el titular de Agricultura, Luis Planas.

El ministro de Presidencia cargó entonces toda la responsabilidad de no haber impedido ni detectado la intrusión sobre el Centro Criptológico Nacional, dependiente del CNI, que está adscrito a Defensa. La titular de este último departamento reaccionó y se lanzaron mensajes en los que se culpaba al departamento de Félix Bolaños de no seguir los protocolos de seguridad para detectar ese tipo de ataques. Hay que recordar que en aquel momento éste era ya el nuevo hombre fuerte del Gobierno, tras la salida del Ejecutivo de Carmen Calvo y de José Luis Ábalos, y la destitución, además, de Iván Redondo, el hasta entonces todopoderoso asesor de Sánchez.

El choque de trenes, por tanto, se produjo en un momento en el que uno estaba al alza, mientras que la otra era señalada tanto internamente, por el sector del Gobierno controlado por Podemos, como desde fuera por los independentistas, en especial de ERC. Este partido es socio estratégico del Ejecutivo con el que el presidente quería –y necesitaba– recuperar las buenas relaciones para poder salvar la legislatura. En estas condiciones, Robles partía de la posición más débil.

Desde hace semanas fuentes de Defensa consultadas por ABC advierten de que la ministra ha perdido peso específico en el gabinete ministerial y ahora insisten en que la nueva ley de secretos oficiales es una demostración más de ello. Pero añaden que lo que de verdad está en juego es la dependencia del CNI, si se queda donde está o pasa al Ministerio de la Presidencia, con ese mismo argumento de la 'transversalidad'.

Esas mismas fuentes consideran que el momento para hacer un cambio de esta envergadura sería una crisis de gobierno, que algunos sitúan a la vuelta de verano, y que se justificaría por la necesidad de dar un nuevo impulso al Ejecutivo de cara al tramo final de la legislatura. En ese escenario, se apuesta por la salida de la ministra Robles del Gobierno y la nueva adscripción de los servicios de inteligencia.

Si no hay crisis de gobierno, quizá no de tiempo a hacer ese cambio antes de las elecciones generales y haya que esperar a la formación de un nuevo ejecutivo. En todo caso, en medios militares se da por hecho que la intención del Gobierno es que a corto o medio plazo el CNI pase al ministerio de Bolaños.