La cercanía de Esperanza Casteleiro al PSOE complica que dirija el CNI con otro gobierno

La situación interna de la directora se ha complicado, además, por otro factor: la reciente difusión, por parte de fuentesinformadas.com, de los audios de una comida que mantuvo en noviembre de 2016 con los excomisarios José Manuel Villarejo y José Luis Olivera , en concreto el mismo día que se conoció que Juan Ignacio Zoido sería nuevo ministro del Interior. En ese momento ya se sabía que Villarejo era investigado, lo que no impidió que la actual directora del CNI se mostrara especialmente cercana a este individuo, que en la actualidad es juzgado en la Audiencia Nacional. De hecho, en algunos pasajes de la sorprendente grabación se mimetiza con las habituales expresiones tabernarias del personaje.

Las fuentes de Inteligencia llaman la atención sobre el enorme hándicap que supone para Casteleiro «ser de partido», por más que haya trabajado muchos años en el CNI, en el que además llegó a ser la número 2 con Alberto Saiz como director del CNI. En plena etapa del general Félix Sainz Roldán , en 2014, se le buscó acomodo al frente de la unidad que la Casa tiene en el CITCO (Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado), un puesto con menos influencia que otros que había ocupado antes.

Con la llegada de Margarita Robles al Ministerio de Defensa, a la que conoció en su etapa como secretaria de Estado de Interior, accedió a la Secretaria de Estado de Defensa; es decir, era la número 2 de este departamento, un cargo que es político, y en esa condición formaba parte del Gobierno. La confianza entre ambas es total y con el nombramiento de Casteleiro al frente del CNI Robles se convierte en uno de los cargos públicos con mejor información en España. Y eso, no hay que olvidarlo, le confiere un poder especial dentro del Ejecutivo.

En estos momentos a Robles le suministra información el CNI, que depende de ella, pero también cuenta con la que le proporciona el Cifas, el Centro de Inteligencia de las Fuerzas Armadas , que opera en su ámbito. Fuentes solventes consultadas por ABC consideran que lo más lógico –y como sucedía, por ejemplo, en la etapa del PP–, es que el CNI dependa de Presidencia del Gobierno y no de Defensa. Pero esa es una posibilidad a la que siempre se ha negado la actual ministra, que en todo momento ha batallado por controlar la Casa.

Las fuentes consultadas por ABC creen poco deseable que el máximo responsable del servicio de inteligencia tenga un marcado perfil político, porque le hace más inestable: «La continuidad en su puesto queda ligada a la de un partido concreto», explican. Además, con esta fórmula se rompe el consenso deseable entre las dos formaciones, PSOE y PP , que tienen posibilidades reales de acceder al Gobierno, en una materia que es muy sensible, como se ha visto recientemente. Las mismas fuentes consideran asimismo que con la elección de directores próximos a un partido «existe el peligro –la tentación, para ser más exactos– de que quieran convertir el CNI en una herramienta al servicio del inquilino de la Moncloa, en lugar de que actúe como lo que es, un organismo clave al servicio del Estado».

«El Gobierno no quiso apostar por un general retirado con experiencia en inteligencia; no le gustaba la figura de un militar al frente del CNI», explican las fuentes consultadas, a pesar de que un perfil así hubiera evitado los problemas que plantea ahora la figura de Casteleiro, que «difícilmente podrá estabilizar el centro cuando se sabe que muy probablemente tiene fecha de caducidad, y no muy lejana». «Quizá sea el momento de diseñar un nuevo esquema en los servicios de inteligencia que integre a todos ellos – CNI, Cifas y los de las Fuerzas de Seguridad – en una misma estructura dependiente de Presidencia del Gobierno, aunque luego cada uno trabaje en su ámbito», añaden. «De esta forma, además, se acabaría con los problemas de solapamiento entre ellos».

El asunto preocupa en amplios sectores de los servicios de inteligencia porque la imagen del CNI quedó devaluada, sobre todo en el exterior, por la crisis ya mencionada del espionaje a independentistas catalanes y del caso Pegasus. De hecho, en los servicios aliados provocó asombro ver cómo el Gobierno convocaba una rueda de prensa de urgencia para hacer pública una vulnerabilidad en las comunicaciones del presidente del Gobierno, como ocurrió el pasado 2 de mayo, cuando el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños , informó de ello.

En algunos sectores se sospecha incluso que ese asunto se infló de una forma algo artificial para tener una excusa con la que justificar la destitución de la anterior directora, Paz Esteban, y el nombramiento de Casteleiro, máxime porque «la detección del espionaje no era competencia del CNI, sino del Palacio de la Moncloa», tal como adelantó ABC en su momento.

No hay que olvidar en este sentido que Esteban, una servidora del Estado con muchos años de experiencia y extraordinarias relaciones tanto dentro como fuera de España, ha mantenido en todo momento un perfil independiente. Por supuesto, siempre con la lealtad debida al Gobierno, que ha estado al corriente de todas las actuaciones del CNI, por más que ahora Pedro Sánchez haya intentado convencer a propios y extraños de que no sabía lo que hacían los servicios de inteligencia, como si actuaran por su cuenta.

Como ya se ha señalado, los audios de la comida mantenida por Casteleiro con Villarejo y Olivera han causado perplejidad en la Casa. La versión más ‘amable’ de la cita sería que la actual responsable del CNI acudió a la comida grabada para conseguir información. Pero las fuentes consultadas por ABC lo descartan, por varios motivos: quien mantuvo una actitud más ‘profesional’, sin terminar frases y sin aportar ni una información relevante, fue Villarejo; quien acabó arrastrada por la situación, llegando a decir que ‘somos unos cutres’ en referencia a los profesionales del Centro, fue la actual directora de los servicios de inteligencia; y quien grabó la conversación fue el excomisario, un comportamiento defensivo que se hace para tener material sobre el interlocutor de turno y poder demostrar, si es necesario, cuáles fueron los términos exactos en los que se produjo la conversación.

A pesar de ello, ha llamado la atención en los medios consultados que ningún partido político haya pedido explicaciones a Casteleiro por este episodio, aunque sin duda han tomado nota de ellos.