EL ESTILITA
Sin ganas
Al igual que intentamos copiar de los sevillanos su Semana Santa deberíamos hacer lo mismo con su feria
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Iniciar sesiónHe vuelto a estar en la Feria de Sevilla sin ganas. Sin ganas volveré a estar, Dios mediante, en la de Córdoba. A la Feria se va sin ganas y arrepentido de ir antes de llegar. Como iremos a votar aquí, también en Feria ... cada cuatro años, con la incómoda sensación de equivocarnos siempre. Pero somos así. Nos gusta envejecer repitiendo los errores que supuestamente nos mantienen jóvenes. Luego, es casi cierto, no se pasa tan mal en según qué casetas, sobre todo si es lunes, hace fresquito, incluso llueve, y se evita ese brebaje infame al que llaman rebujito . El rebujito es la ideología populista aplicada a la feria, el tótum revolútum del mal gusto, el efecto placebo de quienes solo quieren aguantar. ¡Qué triste es venir a la Feria y a la vida a aguantar! Al menos, el jueves en Sevilla estaba nublado y tenía sabor a lunes por ese miércoles festivo que se han inventado. De hecho no había bulla, ni de políticos. Los políticos estaban de resaca y probablemente bastante abochornados. Lo del atavío circense de la presidenta del Parlamento Andaluz traerá consecuencias institucionales. No se puede hacer el ridículo de esa manera y pretender a la vez representar a Andalucía. Se ha cargado la campaña de Álvaro Pimentel , que es el prometedor hermano chico de Manuel, el que ya intentara fundar un Ciudadanos a la andaluza que sirviera para lo mismo que está sirviendo este, para fastidiar al PP. Bien lo sé porque participé en la operación. Faltaban, pues, los políticos, lo que es de agradecer cuando van de modernos. Solo menudeaban señoritos de Sevilla y gente de Córdoba gorroneando. Yo entre ella. Me puse bien de langostinos y de jerez muy frío, que es lo que los clásicos bebemos todavía en la feria de abril, aunque nos pille en mayo.
Y he de reconocer que al principio, como de costumbre, con carácter previo a la ebriedad y a la exaltación de la vecindad y de las aguas comunes, me produjo sonrojo la extrema largueza de los sevillanos con el forastero. Aquí no se encuentra generosidad parecida sino en Puente Genil, que no en vano es un pueblo que hicimos a medias con Sevilla. Por eso los capitalinos cordobeses, cuando tenemos que corresponder a tanta munificencia, nos ponemos el perfil de Manolete y se nos sube a la cabeza el senequismo economicista . De modo que les decimos a nuestros anfitriones de ayer que se quiten la corbata hoy, que aquí se suda, y salimos con la excusa, presuntamente democrática e indudablemente miserable, de que nuestras casetas son públicas y de que en ellas todo el mundo paga, tal que en Hacienda.
No tenemos remedio. Queremos parecernos a los sevillanos a la vez que los repudiamos. Les hemos copiado la Semana Santa en la medida de nuestras posibilidades y a la vista está que hemos acertado. Deberíamos hacer lo mismo con la Feria, multiplicando las casetas privadas, que son las que la gente prefiere, a ver si ha así la llenamos de verdad con justicia distributiva y desarrollo sostenible.
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