EL ESTILITA
Ricardo «Corazón de león»
Rojas ha regresado por lo que la cosa se está animando
Ricardo Rojas en la presentación de su candidatura a las municipales
Vuelven Pablo Iglesias, Sandokán y Ricardo Rojas . La cosa se anima. Los tres se parecen en que han pasado a mejor vida política , en el caso del primero en sentido estricto. Los tres están, pues, amortizados. Las personas pasan, los partidos ... y las ideologías permanecen. Esta quizá sea nuestra más humana desgracia. La gente vota siempre en seri o . Cariacontecida, sí, pero deposita su voto en la urna como si fuera a arreglar el mundo cada vez. Salvo cuando el nivel de cabreo logra bloquear este saludable ejercicio ciudadano. Por eso es bueno sonreír en según qué circunstancias electorales. Es al menos lo que yo hago al ver a estos tres personajes que vuelven por sus fueros. Para votar a Ricardo hay que ser un humorista. Vic podría hacerlo sin conflicto interior . En realidad hay que ser un humorista para votar o haber votado a cualquiera de los antedichos. Para hacerlo, en cambio, a Pedro Sánchez hay que ser un insensato, porque en éste sí reside aún un peligro latente de involución democrática y de voladura del Estado . Pablo vuelve sin volver en sí, dando la espalda a la parroquia a la que se supone ha de pedir el apoyo y dirigiéndose a una antigua y decolorada grey donde la única persona reconocible es Carmen Lomana, que pasaba por allí.
Imposible superar el disparate. Sandokán vuelve con un síndrome de Estocolmo administrativo . Vuelve de Alcolea como quien baja del monte Tabor y ha visto la grandeza de las instituciones . Le ha faltado decir: Hacienda somos todos .
Rojas -que es quien interesa a efectos políticos cordobeses- debería referir su forzado populismo -«el alcalde no tiene que ser de izquierdas ni de derechas »- en este Rafael ahora redimido . Pero ha preferido hacerlo en Revilla, tal vez porque el animador cántabro esté en activo y no haya pasado por la cárcel, de momento.
En cualquier caso, es indiscutible que a la anchoa de Revilla y a la sardina de Gómez les gana en contundencia el rabo de Ricardo . Cuenta con una ejecutoria gastro cordobesista fuera de lo común. Está al frente de la cofradía del Rabo de Toro y es embajador de la del Salmorejo , en la que consiguió la proeza de evitar la injerencia sevillana. Y no se olvide que en Mercacórdoba acordó con la del Flamenquín una promoción conjunta.
Cierto es que Ricardo es un cordobés muy conocido y que resulta simpático a casi todo el mundo. Pero que no se confunda. Un saludo no es un voto, ni siquiera un aplauso es un voto. Reunir a unos centenares de personas en el hotel Center puede servirle como desagravio personal y probablemente para hacerle fruncir el ceño a algún ex correligionario. Pero nada más. Los 36 años de militancia en el PP y los 20 de ejercicio político en instituciones cordobesas lo hacen acaso demasiado conocido , demasiado posicionado, para que ciertas declaraciones sean aceptadas impunemente. Decir que sus actuales compañeros de viaje «viven de su propio trabajo y no de la política» es como confirmar que hacen justamente lo contrario de lo que ha hecho él. Podemos sonreír, pero el humorismo no lo concilia todo . Aún así le deseo suerte por su denodado empeño.
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