EL NORTE DEL SUR
Calamidad
Los españoles nos merecemos un Gobierno que, además de que no nos mienta, sea simplemente un Gobierno
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Escenas de la calamidad en la que se ha convertido esta ciudad, todas las ciudades. La tarea del héroe es ahora confiar en nuestras propias posibilidades. Cuesta. Un estudio de la Universidad Loyola de Andalucía acaba de dictaminar que esto de la solidaridad en medio de la pandemia es una pura milonga: somos más egoístas que antes de que el coronavirus anegara nuestras vidas, dice el informe. Da pavor observar la calle: detrás de cada tienda cerrada y de cada taxi en la cochera hay un drama familiar para que el que no hay consuelo posible. Al menos no en estos momentos. El reportaje que ha publicado este periódico sobre la tragedia que padecen los autónomos de Córdoba era elocuente: «Estamos al límite», «vamos a tener que cerrar», «me he sentido desbordada», confesaban los pequeños empresarios.
Y al otro lado nadie contesta. A la amenaza de la ruina se suma el oprobio de la charlatanería. Mal momento hemos elegido para convertirnos en un hombre de Estado . La gente no necesita grandes frases, sobre todo si canta mucho que las hemos sacado de Wikipedia , sino soluciones, cosas concretas, datos y claves reales de lo que está pasando para poder organizar su vida. O para intentarlo. Pero no. Lo que tenemos cada semana es a un tipo que ha descubierto que le encanta escucharse. Y que pretende que le prestemos atención. «Los españoles se merecen un Gobierno que no les mienta», escuchamos no hace demasiados años. Ya no pedimos tanto, si nos apuran: lo que creemos que nos merecemos es, simplemente, un Gobierno que sea un Gobierno. Que tome decisiones creíbles y efectivas. Que respete a los medios de comunicación. Que no permita que a la desolación por la clausura obligada se le añada más incertidumbre de la necesaria ni más desconfianza de la razonable. Un Gobierno que merezca el sacrificio y la disciplina de nada más y nada menos de 46 millones de ciudadanos, que no es exactamente lo mismo que 46 millones de súbditos.
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