Quejas al Ayuntamiento de Córdoba: «Fui a un taller de autoestima y me trataron mal»

En octubre, una ciudadana se quedó encerrada en el ascensor del edificio del Ayuntamiento . Son cosas que pasan en toda casa de vecino, y la casa consistorial no iba a ser menos. Posiblemente, ni ella misma le habría dado más importancia al asunto de no ser por un detalle: que nadie en el edificio acudió en su ayuda . Ni funcionarios, ni «seguratas», ni concejales, ni asesores, ni periodistas, que suelen pulular a diario por allí, se dignaron a prestar atención a esta mujer, que seguramente pedía auxilio desesperadamente. El infierno particular de la pobre señora duró varios minutos , y se desconoce cómo logró salir del ascensor, pero en cuanto lo hizo se lanzó a poner una reclamación denunciando esta falta de sensibilidad. Y con toda la razón del mundo.

Imagínense la situación: una persona, con cierta inseguridad y el ánimo bajo, se entera de que se va a celebrar en el centro cívico de su barrio un taller de Autoestima . Con la esperanza de recuperar el amor por sí misma y ver el mundo con más optimismo, acude rauda a apuntarse. Sin embargo, no encuentra precisamente lo que esperaba. Hasta tal punto que se ve motivada a interponer una queja en contra del «trato y la actuación de las monitoras del taller de Autoestima». No se especifica concretamente qué es lo que molestó a este vecino o vecina. Sólo se conoce que acudió buscando ayuda y, al parecer, obtuvo todo lo contrario.

A la hora de poner una queja al Ayuntamiento, no todo el mundo piensa en sí mismo y sus problemas. Hay vecinos que se desviven por los demás, incluso cuando no son de su propia especie. Es el caso de un visitante del Zoológico , que acudió una calurosa tarde de junio a esta instalación municipal y quedó aterrado por las condiciones en que estaban las ovejas. Sin pensárselo dos veces cumplimentó el documento de quejas para reclamar sombra para sus amigos lanudos. Y es que, aunque la concejala de Infraestructuras y Medio Ambiente insista en que el zoo de Córdoba tiene vocación de «reserva genética» , muchos siguen viendo en él una auténtica cárcel para animales.

Es bien sabido que a muchos padres, que beben los vientos por sus vástagos, les cuesta aceptar las críticas ajenas sobre ellos. En noviembre de 2015, un progenitor enfadado exigía conocer el «régimen sancionador» de la Ludoteca de Santa Cruz después de que su hijo (seguramente, un angelito) fuera expulsado de este servicio municipal. Porque, ¿qué inocente maldad infantil merecería tal destierro?

El contacto con la naturaleza no debe de sentar muy bien a algunos cordobeses. Otra de las anécdotas más curiosas sucedió también en el Zoológico , donde un visitante quiso aportar su sugerencia de mejora por el bienestar de los animales y la diversión de los visitantes. Concretamente, pide que se instalen en el zoo máquinas expendedoras para suministrar comida a los animales. Se entiende que desearía poder darle cacahuetes a la elefanta Flavia, pero... ¿y los leones, qué?