Patios de Córdoba 2021 | El espíritu prendido en las galerías antiguas de Santa Marina y San Agustín

Los barrios de Santa Marina y San Agustín son testigos del paso del tiempo y las generaciones y de cómo la forma de vida que se propone en torno a ellos permanece. Por eso al pasar al interior de Parras, 6 casi se puede escuchar el ruido del mundo cuando allí nació Pablo García Baena .

Es uno de los grandes clásicos del concurso con sus galerías centenarias, su puerta oscura, su pozo, el rosal de pitiminí y plantas singulares como la esparraguera que crece en un lugar que hay que recorrer para encontrar muchas de sus sorpresas.

Al lado está el número 8, que sólo tiene de nuevo el suelo. Lo demás también tiene todo el sabor antiguo también en las arcadas y en la chiflera monumental que está en la esquina. La dueña invita a fijarse en la pila de piedra romana .

Casi enfrente, en el número 5, hay un patio moderno, pero que estalla de colores . También han aprovechado una esquina, que en su caso es para una gran costilla de Adán , y cualquier relación de plantas se quedaría corta al hablar de claveles que cuelgan y gitanillas, de colas de gamba y de toda la altura aprovechada.

En la calle Ocaña también hay columnas antiguas y un gran naranjo del que penden títulos de libros preside un lugar en el que se vive y en el que no faltan sorpresas como pendientes de la reina . Sus dueños avisan del disfrute de la siesta y de su amor por la lectura.

Por Zarco ya se ve la torre de Santa Marina y sólo hay un patio abierto, una construcción moderna que sus dueños llenaron de especies de todos los colores, como las hortensias perfectas y todo lo que se puede sembrar en la tierra que aparece por todas partes.

¿Es todo? Todavía queda el patio encantador de la calle Tafures , que en su pequeño tamaño guarda todas las esencias de los Patios de Córdoba al recibir con la buganvilla y aprovechar su espacio con recuerdos arqueológicos y especies que se miman todo el año.

Después del mítico patio de la calle Marroquíes se llega al de la calle Chaparro, ejemplo de cómo el espíritu de la fiesta se ha trasplantado con total natrualidad a los lugares nuevos. Las familias que viven en torno a él hacen vida en común y se encargan de los cuidados de un recinto que no imita a los antiguos, sino que los renueva.

No abunda tanto la cal, pero junto a las especies más tradicionales están las suculentas y los cactos , el olivo chaparro que lo preside en homenaje a su propio nombre y hasta algún bonsái. Pasan los años y la fiesta permanece.