Los Patios del centenario resucitan a Córdoba

«Vaya con cuidado, que hay mucha gente», advierte un agente de la Policía Local a un ciclista en el arco de Caballerizas Reales, justo en el acceso al Alcázar Viejo , donde las colas para entrar en las casas de la calle San Basilio, Martín de Roa , Enmedio o Duartas daban la vuelta a las esquinas.

Tienen mucha razón los dueños de los patios que han visto una cierta ventaja y oportunidad en la imposibilidad de que no vengan turistas que no sean andaluces ni extranjeros . Porque con este clima Córdoba no cabría en sí ni hoy ni mañana y en los zaguanes habría codazos y los geranios y los brocales quedarían lastimados por la bulla .

No la hay ahora. Hay gente, mucha, pero la justa para que las aceras mínimas de Gutiérrez de los Ríos , de Chaparro o de Aceite la digieran sin empacho.

La diferencia de las visitas entre los días de diario y el primero del fin de semana fue más que notable: el número de personas que entró este sábado a un patio fue de 39.655, un 52 por ciento más que el pasado viernes, cuando lo hicieron 26.087. El Alcázar Viejo fue de nuevo la zona de la ciudad más transitada, con 8.748 visitantes, seguida de cerca por Santa Marina , que sumó 7.357.

¿Qué patios fueron los que recibieron a más ciudadanos este primer sábado de la fiesta ya centenaria? El podio volvió a ser para Marroquíes , cuyos controladores le tomaron la temperatura a 1.780 invididuos. La segunda posición fue para el número 8 de la calle Parras (1.079) y la tercera para la Casa de las Campanas en las Siete Revueltas (1.102).

«Así da gusto», comenta un vecino de Marroquíes que acompaña al controlador que toma la temperatura a quienes se acercan a su verja. «Tengan paciencia, que hay para todos», añadía.

A esa hora, cerca de la una de la tarde, no hay sitio en los veladores de la plaza de Santa Marina ni en los de San Agustín , ni apenas en los de La Corredera , donde corren con sus patinetes nuevos niños vestidos de almirantes que acaban de hacer la Comunión y madrinas de boda con trajes de tirantes que hacen tiempo para el convite después de la ceremonia en La Compañía .

Esta resurrección trae cosas que estaban olvidadas, que parecía que nunca iban a volver a pasar. «Oiga, ¿usted sabe por dónde se va a la Mezquita ? Es que el navegador del móvil nos está volviendo locos», pregunta en Las Tendillas una pareja de Ayamonte , de paso en la ciudad. «Ah, vale. El teléfono nos dice que allí cerca hay un patio, en la calle Céspedes . ¿Está abierto, no?», prosiguen los onubeneses. «Sí. Vengo de allí. En el número diez. Pero échenle paciencia que hay cola y larga», les responden.