Navidad a la intemperie

El Ayuntamiento de Córdoba ha presentado un informe sobre las personas que viven en las calles de Córdoba , gente que ha decidido hacer nido democrático al aire fresco de la libertad. Cero grados, una noche con otra. Se calcula en 307 , entre hombres y mujeres, los que pueden disfrutar a tiempo completo de la belleza del paisaje urbano cordobés. Un tercio de ellos, sin poderse contener en otra parte, duerme también al raso, en bancos de madera y de dinero y otros hogares resumidos.

Los bancos tienen el corazón de lis, y si por cualquier motivo no han podido hacer efectiva todavía la función social del dinero, la suplen con creces mediante el préstamo sin interés de cajeros y soportales donde pasar la noche fría del cuerpo y oscura del alma. Bastantes de los que acampan a la intemperie no son cordobeses , y eso alivia un poco nuestro sentimiento de fraternidad provincial. La comunidad de vivientes y durmientes a la intemperie cordobesa es el único grupo humano que no tiene representación parlamentaria. Debe de ser por falta de organización. Cuando hoy tiene representación parlamentaria hasta la ETA. Con tantos políticos que aman a los pobres como hay en España, sorprende que ninguno venga a pasar las Navidades con estos aventureros de la miseria. Debe de ser por falta de organización.

En Córdoba no faltan comunidades bondadosas, que hacen el bien: Cáritas, Cruz Roja, Adeat, Prolibertas, Hogar Sí , y otras muy parecidas en el amor. Luego estamos nosotros, con menos tiempo libre y sin haber leído a Aristóteles . Pasamos sin contemplaciones junto a nuestro prójimo al descubierto, pasamos a su lado en vano. El frío encoge los buenos sentimientos, que nunca logramos convertir en actos de la voluntad. En esos semejantes nos parece advertir un punto de extraterritorialidad, como si no fueran enteramente de nuestro mundo, de nuestra raza, de nuestra sangre. Esos hombres y mujeres que lo tienen todo por ganar, iguales bajo los cartones, han adquirido la costumbre del desprecio . Me negarán aquellos que me amaron. Probablemente se cambiarían por un preso independentista catalán , aceptando una condena de por vida en la cárcel amable de Lledoners. Piscina, gimnasio, peluquería y ducha en la habitación. El único inconveniente es que el libro de reclamaciones viene en catalán .