PERDONEN LAS MOLESTIAS
Ojo con las palabras
El 60% de los asalariados andaluces gana menos de mil euros. Eso sí: en el marco de la moderación retributiva
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Iniciar sesiónA principios del siglo XIX, quienes defendían la necesidad impostergable de reformas liberales eran tildados de exaltados. Y aquellos otros que pusieron todo su empeño en frenarlas fueron tomados por moderados. Los primeros abrazaron los aires renovadores que acabaron por quebrar los cimientos ... del antiguo régimen en toda Europa. Los segundos se esforzaron por retardar la gran transformación del viejo mundo que se resistía a morir.
Ojo con las palabras. En ocasiones, ocultan su verdadero significado. En el caso que les traemos, la mutación semántica es de libro. Nada había más exaltado en los primeros años del novecientos que seguir defendiendo que un solo hombre tuviera el poder absoluto sobre todo un país . Y que los pilares del antiguo régimen mantuvieran sus privilegios en el marco de un sistema de pensamiento teocrático.
Sin embargo, el adjetivo exaltado se endosó a quienes querían cambiar las cosas . Quien pone las palabras, gana la partida. Es un viejo axioma que nunca muere. Los moderados apuntalaron todo lo que pudieron las estructuras del ya declinante absolutismo monárquico en aquella fórmula sibilina de la soberanía compartida . Es decir: eran moderadamente liberales y moderadamente absolutistas. Que es como soplar y sorber a la vez. De aquella división política emergieron las dos líneas de pensamiento que han atravesado tangencialmente toda la historia contemporánea de España. Los verdaderamente exaltados, eso sí, lograron pasar a la posteridad como moderados y los realmente moderados quedaron aprisionados en un adjetivo que denota fanatismo y ausencia de juicio.
El lenguaje, como los cotos de caza, está plagado de trampas. Vas caminando por la realidad y puedes meter el pie en una palabra que dice lo contrario de lo que es . El término moderado resulta ser, a veces, una celada para caminantes incautos. Hablamos de una palabra con muy buena prensa, que tiene la capacidad de producir serenidad en el campo lingüístico donde habita. Pero ojo. A ratos, aparenta ser templanza cuando, en realidad, es exceso.
Por ejemplo. El presidente de una compañía eléctrica se mete en el bolsillo 15.000 euros cada día a costa de un incremento meteórico de la factura de la luz . Si usted tiene la imprudencia de poner de relieve el hecho será acusado con toda probabilidad de exaltado, mientras que el alto ejecutivo va caminando por la vida como un ser delicadamente moderado. Lo cual revela que se puede ser radical en la gestión de un servicio de primera necesidad siempre y cuando el lenguaje te blanquee después con una sutil permuta semántica.
Así se escribe la historia. O parte de la historia. El 60% de los asalariados andaluces gana menos de mil euros y cerca de la mitad se sitúa por debajo de 700 al mes , en un sistema moderado de política retributiva. Cuidado con la moderación. Empieza postulándose como un sustantivo razonable y termina dando amparo a los d ecenas de miles de falsos autónomos, el abuso de las horas extras y el deterioro en las condiciones de trabajo . Entonces, llega un punto en que las palabras se desordenan y pierden su valor originario.
Es el caso del sentido común. Un sentido que opera en los márgenes del orden establecido, con las reglas de la cultura dominante y bajo los límites que impone el poder. Con sentido común, por ejemplo, no se hubiera puesto en marcha una revolución liberal que puso patas arriba un universo infame . Gracias, por cierto, a un grupo de exaltados que se negaron a comulgar con ruedas de molino.
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