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Francisco J. Poyato - PRETÉRITO IMPERFECTO

La mordida de Ángeles

Ángeles la de Jerez y su agenda de contactos mandaban mucho en el barrio del Guadalquivir

Pronto establecieron el cordón sanitario cuando intuyeron el virus. El cortafuegos que en un instante manda la complicidad a tomar viento. El hilo directo se rompe y el olvido toma posesión. Así es como la política y sus tripas usan y tiran a sus ... peones, ingenuos por creer conformar la cúspide del sistema, prescindibles como la última rebanada de pan de molde cuando el alimento se acaba. A Ángeles la de Jerez , como es conocida en los ambientes la presidenta de la Fundación Guadalquivir , se le apagaron de repente todos los móviles que manejaba en su agenda de contactos con una soltura pasmosa. Ella, mujer aguerrida y ardorosa en el fragor, una especie de self-made-woman de estética sandokaniana , y capaz de cantarle las cuarenta a Doñarrosa en medio del pasillo central del Salón de Plenos de Capitulares cuando se le ocurrió a la entidad gitana Facca montar un centro social en el barrio del Guadalquivir, era una pieza clave en el circuito clientelar y propagandístico de los socialistas cordobeses en el Distrito Sur . Comisaria de control, acción, reacción y fidelización de una «clientela» que veían en ella algo más que una concejala. Marcaba con sus rollizos dedos el teclado, y al otro lado podía aparecer doña María Isabel , nuestra alcaldesa de la ambrosía, para resolver los contratiempos del ciudadano de a pie. O Juan Pablo , que la llevó en su lista al Ayuntamiento de Córdoba en 2011. O Inmaculada... Porque Ángeles la de Jerez mandaba tela, por encima de siglas, y era como una madre del barrio.

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