Isabel Ambrosio, exalcaldesa de Córdoba y portavoz del PSOE, investigada: el problema de la ejemplaridad

No es el qué -una zanja o una piscina- o dónde sino quién es la responsable legal de esas obras que fueron denuncidas por la Policía Autonomómica, expedientadas por el Ayuntamiento de Obejo, estudiadas por los funcionarios de tres administraciones distintas y remitidas a la Fiscalía , que ha procedido de igual manera en docenas de casos de construcciones sin licencia en la provincia de Córdoba. Municipios como Córdoba han procedido legalmente contra personas que han realizado casas, casetas de obra, piscinas, verjas e incluso actuaciones mucho más livianas. Desde la conexión de servicios a la simple preparación de terrenos para la creción de lotes de tierra.

La doctrina creada por la Audiencia Provincial fue la de conceder la vía penal exclusivamente en lo que se conoce como «última ratio». Solamente en un evidente desprecio a la legalidad tanto personal como comunitario, se condenaba a una persona. Los magistrados cordobeses estimaban que en una zona donde construye todo el mundo no es tan grave. El Supremo, por medio de la sentencia de la que fue ponente Pablo Llarena , tumbó aquel criterio establecido el criterio que se aplica hoy. Lo que ocurra con el caso de Isabel Ambrosio depende de las pruebas, de la instrucción y de la pericia de la Fiscalía y la defensa.

Nada puede objetar una realidad, sin embargo. La portavoz del PSOE y exalcaldesa de Córdoba tiene un cargo público al que se le exige un plus de ejemplaridad en el cumplimiento de la ley. Por ahí van los principales temores de sus colaboradores en su partido en un momento en el que se velaban armas para los congresos internos en los que Ambrosio ya se había posicionado. Por ahí van también las declaraciones del Partido Popular y Ciudadanos que han empezado a sacar los apuntes tomados durante las dos semanas que hicieron tambalearse y caer a Eva Timoteo como concejala de Servicios Sociales . Ambrosio pedía entonces ejemplaridad personal y política. Ese es, efectivamente, el debate de fondo en las obras del chalé de Obejo.