Efecto búmeran

El señor Bellido (y el señor Fuentes) animaron en 2017 al sindicato UGT (como oyen) a tomar la calle para impedir que se adoptaran medidas como las que ellos mismos acaban de aprobar hace apenas cinco días en la Gerencia de Urbanismo . Con la diferencia de que entonces denegar la licencia para incinerar residuos en la cementera equivalía a pulverizar 20.000 puestos de trabajo en Córdoba y hoy es un simple acto administrativo conforme a ley.

¿Puede un mismo hecho ser una catástrofe sin precedentes a la vez que un trámite rutinario en el plazo de tres años? A la vista está. La incineración de residuos en los bordes del casco urbano era, a juicio del señor regidor, un procedimiento inocuo que, en modo alguno, afectaba al medio ambiente ni ponía en riesgo la salud de sus conciudadanos. De lo que se trataba en aquellos días aciagos era de fracturar a la ciudad y de poner palos en el carro del progreso y de la prosperidad.

Si en 2017, la incineración de residuos constituía una práctica inofensiva para la salud de los vecinos, ¿por qué se acaba de denegar la licencia ahora? Se nos ocurren unas cuantas respuestas para esta pregunta retórica pero hay momentos en la vida de un hombre en que es preferible guardar silencio. Solo hay que contemplar la estampa de ese amasijo de acero y tubos retorcidos en pleno casco urbano de Córdoba para deducir que este no es el lugar adecuado para una industria pesada. Mucho menos para incinerar residuos.

El señor Bellido (y también el señor Fuentes) lanzaron un búmeran en 2017 contra la anterior corporación municipal y hoy regresa de vuelta con las páginas de la hemeroteca abiertas de par en par.