EL ESTILITA
Cuento de Navidad
La infancia, pese a lo que digan los adultos, no es un período de crecimiento, sino una realidad independiente
Escena del Nacimiento de Jesús en un belén de Córdoba
Érase una vez una niña que se quedó dormida a la sombra de un árbol -con cuya madera harían tal vez una cruz- en medio de un valle encantado. Fue allá lejos, allende el mar, cerca del río Jordán , que es como una ... línea perpendicular sobre el eje del mundo. Fue en ese sitio único donde cada año brota el musgo de los belenes, los políticos montan camellos, Pedro cuida diligente de sus corderos, Begoña se convierte en la estrella que nunca pudo ser, Torra tiene la cara de un caganer feliz y Ambrosio nos canta un villancico. Pero ella no sabía aún que se trataba de una tierra especial ni conocía la sagrada historia que luego nos enseñarían los sacerdotes.
En verdad el valle, que después sería de lágrimas, sólo estaba encantado porque ella lo veía así. Y aunque quería como todos los niños ser mayor y descubrir otros pueblos, algo le decía que no iba a encontrar fuera de ese lugar nada más hermoso que el cielo siempre azul que cubría su infancia. No le extrañó, pues, que un ángel se le apareciera y le dijese que había sido elegida.
Porque la infancia , pese a lo que digan los adultos, no es un período de crecimiento, sino una realidad independiente que tiene su propia fe y sus propias leyes. Salimos de ella sólo para ser más altos. Y a la postre nos arrepentimos de haberlo hecho, puesto que nunca lo somos lo suficiente. No se puede volver a la infancia, pero algunos, como esa niña, no buscan lo que cualquiera puede encontrar. Es cierto que los milagros son siempre de otro tiempo y que suceden siempre a otras personas. Pero también es cierto que la Navidad y la Pasión se repiten porque decidimos un buen día celebrar el hecho improbable de que Dios naciera y se hiciera hombre sólo para acompañarnos en la incomprensible experiencia de la vida y de la muerte.
Acaso a todos, cuando éramos niños y jugábamos a los piratas, nos pasó alguna vez que paramos un instante y reflexionamos sobre lo felices que estábamos siendo. Nos detuvimos en ese tiempo mayestático donde el presente no deja de serlo y decidimos que era bueno reconocernos antes de que la felicidad desapareciera y el futuro desasosegante entrase a saco en nuestras vidas. Vimos entonces la sombra de un barco sobre la luna y surcamos con él los cielos hasta alcanzar la segunda estrella a la derecha, que es donde aguardan, junto a Peter Pan , los niños perdidos, es decir, la secreta inmortalidad de nuestra infancia.
Sólo los niños son inmunes a la brevedad de la existencia y pueden concebir, siquiera un instante, la eternidad sin anonadarse. Por eso Dios se hizo niño antes de hacerse hombre y eligió a una niña para que fuera su madre. Para que lo comprendiésemos como niños en esta hora en la que Dios nace. Feliz Navidad.
Renovación a precio de tarifa vigente | Cancela cuando quieras