¿Bajada masiva?

Pero vayamos a lo cercano. Está demostrado que el poder en los ayuntamientos raras veces se gana: suele perderse . Las elecciones de mayo en Córdoba fueron un ejemplo. Pero más allá de los evidentes deméritos ajenos, de los que, estoy seguro, aún se lamentan Ambrosio, García y alguna «gauche divine califal» , en el triunfo del centro derecha y la elección de Bellido como alcalde tuvo bastante que ver la promesa de una «bajada masiva de impuestos» que sonaba a música celestial y agradaba a los convencidos de la necesidad de un cambio radical en la administración y promoción de la ciudad.

Es discutible qué puede considerarse masivo . Pero tras prometer una bajada de sesenta millones de euros durante los cuatro años de mandato, una rebaja estimada de apenas seis millones en el primer año, el que marca las sensaciones y el rumbo de una legislatura, se antoja no muy masiva: de dar por buenas las cifras, menos de un tres por ciento del presupuesto municipal. Sesenta euros por año y familia no es, por mucho que se repita, una extraordinaria inyección a los bolsillos de los cordobeses. No se trata, además, tanto de inyectar ese dinero como de remover obstáculos, eliminar trabas, suprimir impuestos injustos o que limitan la actividad empresarial y la generación riqueza y, por supuesto, suprimir gastos superfluos.

Las ordenanzas proyectadas, aparte de bajadas insuficientes como la prevista para el IBI de rústica , contienen alguna rebaja más mediática que real: las familias numerosas no son tratadas con la generosidad esperada y, sobre todo, las bonificaciones previstas en la plusvalía municipal en caso de herencias son decepcionantes, limitándose a copiar las bonificaciones y las limitaciones de su ámbito de aplicación previstas en el Ayuntamiento de Málaga. Paco de la Torre es uno de los grandes del municipalismo moderno, y que el alcalde se mire en ese espejo es un acierto, pero no todo lo ha hecho bien. En el ADN del PP-A, como ha demostrado el gobierno de Juanma Moreno, está el entender injusto que los hijos paguen por heredar a sus padres , y nuestro gobierno municipal, cuyos miembros clamaban con razón contra ese tributo, debería ser consciente de que sus votantes creemos que tan injusto es que el pago haya que hacerlo a la Junta como al Ayuntamiento: ahí no valen excusas y sólo cabe cumplir el compromiso electoral. El primer borrador fiscal que se está debatiendo no es todo lo prometido . La orientación es buena, pero la ambición, seguramente resultado de la prudencia, no es la esperada. Por fortuna, hay tiempo y, espero, voluntad de rectificar.