EL ESTILITA

1+1+1

A los acaldes, concejales y diputados provinciales no les importa quien gane hoy, sino quien sobrevivirá en mayo

Una mujer vota en Córdoba en las elecciones municipales de 2015 Valerio Merino

Se eligen cuatro senadores por la mayoría de las circunscripciones electorales en lista abierta. Cuatro son los elegidos y tres los que cada elector puede señalar en la papeleta . También son tres los candidatos que como máximo puede presentar cada ... opción política . De aquí se deriva que, por higiene y simplificación democrática, casi siempre sean tres los electos correspondientes al partido más votado y uno al siguiente en número de votos. Antes, las candidaturas se enunciaban por orden alfabético , por lo que, dada la ley del mínimo esfuerzo y la propensión natural a conformarnos con lo primero que encontramos, siempre obtenían más votos los candidatos con apellidos cuyas iniciales lo fueran también en el abecedario. Viendo los partidos que alguno de sus conspicuos pudiera llamarse «Zorro», cambiaron el sistema y agruparon sus candidatos de forma autónoma y por el orden que les interesaba . Lo cual no merma nuestra capacidad de votar a quienes queramos. Hasta tres, conviene recordar.

Pongamos por caso, pues, que en Córdoba la derecha vota 1+1+1 , es decir, al primero de cada partido que la representa . Es muy probable que sus tres candidatos superaran en votos a los del PS OE , aun siendo este el más votado . Este cálculo es matemáticamente correcto para esta provincia, aunque no lo sea para Murcia o Salamanca donde se supone que gana el PP y, por tanto, sería este quien pudiera perder dos escaños. Y no solo el cálculo es correcto en función de las encuestas, sino atendiendo a los resultados de las elecciones andaluzas , que son la única referencia que podemos considerar verdaderamente fiable. La fragmentación del voto de la derecha no es mala en sí misma. No lo es si consideramos que la diversidad de opciones aumenta la participación. Sí lo es si consideramos que impide la concentración del voto en una única candidatura .

No hay en realidad ninguna otra razón objetiva para que el PSOE gane estas elecciones, ni por sí mismo ni mucho menos estimando sus complicidades. A la mayoría del país le produce espanto el horizonte posible de una nueva legislatura con Sánchez de presidente, incluyendo en esa mayoría a los socialistas razonables, que son casi todos en condiciones normales, es decir, fuera de un mitin. Todos somos mejores fuera de un mitin. A Sánchez solo lo puede votar convencida la extrema izquierda huérfana del comunismo y defraudada de Iglesias . Aquí va a votarlo con toda seguridad Pedro García, no Ambrosio, que está pensando en que la única oportunidad que se le brinda de obtener un resultado aceptable en las municipales ha de proceder de la reacción compensatoria a una victoria de la derech a. Es en lo que está Susana y todo su cortejo de almas en pena. También los alcaldes, los concejales y los diputados provinciales. No les importa quién gane hoy. Lo que les importa es quién sobreviva en mayo. Por eso ningún socialista en su sano juicio debería votar ahora al PSOE en Andalucía , tampoco en Córdoba, salvo, justificadamente, el que tenga que enseñar la papeleta a Teba Roldán antes de depositarla en la urna. Pero una cosa es lo que debería pasar y otra lo que pasa. Tal es la razón empírica de que nunca acierten las encuestas. Y la razón práctica de que debamos curarnos en salud preservando el senado .

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