SEMANA SANTA DE CÓRDOBA / LA CRÓNICA DEL DÍA
Martes de calor y bulla hacia la Catedral
La multitud se apodera de la calle para acompañar a las hermandades en un sublime desfile procesional
M. P. A.
La bulla se apoderó a este Martes Santo de las calles en Córdoba. Calor humano para siguer los pasos de seis hermandades que dejaron una brillante estela en sus desfiles procesionales. Carlo meteorológico que elevó a su máxima expresión cordobesa un termómetro a punto de ... romperse en cuanto al fervor de los corazones cofrades.
El gentío se arremolinó ante la escultura de Góngora en la Trinidad para contemplar a la chiquillería y juventud de la Santa Faz. La más rica expresión del sentir renovado llevando a su misterio titular por las recovecas callejuelas que caen hacia la Judería.
Muy cerca de allí, el calor cofrade hervía en la ebullición de un barrio al completo como el de El Naranjo haciendo patria donde no podía ser menos, en el patio de la Mezquita-Catedral donde el azahar no se aguanta ya en las ramas y desprende con fuerza el aroma de la Semana Santa.
Salesianos, «escuela cofrade»
El Cristo de la Agonía emprendió su peregrinar a la altura de y manto de su barrio seguido por una legión de fieles contemplando el estremecimiento del dolor y la muerte concentradas en su mirada.
Tal vez fuera un milagro, pero de la Judería a la Axerquía, en María Auxiliadora, la bulla subía más si cabe los grados de temperatura ante El Prendimiento. Todo estreno y todo magisterio en el saber procesionar y en el gusto por el trabajo y el esfuerzo de los hermanos. Otro colegio. De la Trinidad y la Obra Pía a Salesianos, escuela de cofrades.
Magnífica la factura en madera del nuevo paso, le hechura de la nueva túnica de Nuestro Padre Jesús Divino Salvador y el discurrir lento de los nuevos hábitos de estreno en la hermandad salesiana.
Casi a la par, como dos gotas de agua de la exhuberancia y plenitud semanasantera cordobesa, San Andrés y Capuchinos. Buen Suceso y la Sangre. Gusto en el andar de sus misterios. Divina majestad doliente en sus vírgenes. Como testigo único, el remozado Cristo de los Faroles, impronta estoica del recogimiento en la fe y la devoción tras los pasos de ambas hermandades camino de la Catedral.
Porque al templo madre de los católicos fueron este Martes Santo todas las cofradías, en ríos de multitud que se dejó llevar por las horas sin término al sol de justicia, por la acalorada noche primaveral, por el silencio y el riguroso luto de la herida del Cristo de la Universidad, que volvió a procesionar en un cortejo de miradas impactadas por el realismo mágico de Miñarro.
Martes de calor y bulla hacia la Catedral
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