LIBRE DIRECTO
Sociedad actual y sacerdotes: los retos
De un sacerdote hoy se espera ser un hombre de bien; saber estar, saber hablar, saber escuchar y saber transmitir
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Iniciar sesiónEsta semana he tenido el honor de ser invitado a la Biblioteca Sacerdotal Breña de nuestra ciudad por el coordinador de sus círculos semanales, Juan Luis Selma, para hablar a los curas allí presentes sobre 'Retos de la sociedad actual ¿Qué se espera ... de un sacerdote?'. Fui presentado por Antonio Gil y la charla tuvo un aroma de encuentro con un enriquecedor debate posterior. Vivimos en un mundo global donde ni los principios para un mundo mejor de Marco Aurelio (fortaleza, justicia, templanza y sabiduría) ni los de los fundadores de la Unión Europea (herencia grecorromana, humanismo cristiano e Ilustración) ni los de la encíclica 'Pacem in terris' de Juan XXIII en 1963 (verdad, amor, justicia y libertad) aparecen hoy en libros de texto, ni en relatos políticos o mediáticos. Apunté los diez grandes desafíos que pesan hoy en nuestra sociedad.
Primero, la posverdad o 'mentira emotiva', el que algo aparente ser verdad es más importante que la propia verdad. Segundo, el relativismo, como señaló Benedicto XVI: «No reconoce nada como definitivo y deja como última medida sólo el propio yo y sus antojos». Tercero, las falsas noticias, que circulan y se imponen en las redes sociales. Cuarto, la manipulación de la información desde los medios con medias verdades y campañas propagandísticas. Quinto, la cultura 'woque' que se establece como pensamiento único y enfatiza la política identitaria de las personas negras, LGTBI, del indigenismo y de la ideología de género. Sexto, la cultura de la cancelación, que descalifica y anula a las personas que expresan opiniones contrarias a los principios 'woque'. Séptimo, el 'culto desmesurado' al medio ambiente, señalando al ser humano como culpable de todo. Octavo, el buenismo, según el cual gran parte de los problemas pueden resolverse a través de la tolerancia, aunque ésta sea imposible. Noveno, el islamismo radical que amenaza desde lejanos desiertos y oculto en nuestras modernas urbes al amparo de leyes permisivas o la indolencia. Décimo, en clave española, la polarización a la que hemos vuelto, tras la concordia entre las dos Españas sellada con la Constitución, por culpa de la implantación desde el poder de una partidista 'memoria oficial'.
Y en este complejo mundo qué se espera de un sacerdote. En realidad lo que se le ha pedido siempre: ser un hombre de bien; saber estar, saber hablar, saber escuchar y saber transmitir; consolar a las personas que sufren; dar testimonio, en el día a día, con las cosas más sencillas, 'hacer lo ordinario extraordinariamente'; compromiso con los valores cristianos para edificar la humanidad, verdad, amor, justicia y libertad; y cumplir el espléndido horizonte de la misión de la Iglesia que trazó el Vaticano II, anunciar, celebrar y, responsabilidad de los laicos, realizar la Buena Noticia de la Salvación.
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