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PASAREL RATO

Perdiendo el tiempo

Nada de lo que se escribe tiene la menor importancia, y la humanidad podría pasarse perfectamente sin las mejores novelas o ensayos o poemas de la historia de la literatura

José Javier Amorós

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Los escritores jóvenes escriben para llamar la atención. Los escritores viejos escriben para quejarse de que no se les presta suficiente atención. Los lectores leen para desviar momentáneamente su atención de las cosas que les importan. Y así va pasando la vida de las letras, ... entre engaños. Todo por no seguir aquel consejo de Tomás de Kempis, en su 'Imitación de Cristo': «Ama ser ignorado». La forma más conocida de llamar la atención es morirse. Pero de llamar la atención durante una semana, nada más, y entre unas pocas personas. Luego, la muerte se hace costumbre y pierde interés. Es menos enojoso seguir escribiendo para el periódico, aunque el resultado sea el mismo. Un artículo de periódico es una muerte diaria; o semanal, según. El autor muere en cuanto el lector llega a la última línea. La insaciable actualidad, la despiadada actualidad engulle el artículo en su boca de noche y lo hace desaparecer. En una novela, el autor permanece. En un artículo de periódico, no. Y ahí está la superioridad del artículo sobre la novela, en que no aspira a dejar huella. A la mejor novela de la historia de la literatura le sobran siempre 50 páginas. A la peor, le sobra incluso el autor. Al artículo de periódico le sobra muy poco, aún en el caso de que le sobre todo el texto. Lo sepa o no, lo quiera o no, el articulista no tiene otro remedio que seguir la recomendación de Valéry: «Hace falta más espíritu para prescindir de una palabra que para emplearla». Es difícil que un artículo de periódico resulte insoportable, como es difícil que un dedal de whisky provoque cirrosis hepática. Por malo que sea el artículo, el lector puede recuperar su equilibrio psíquico en dos minutos. De los mejores artículos de la historia del periodismo -pongamos que hablo de González-Ruano, Umbral, Alcántara, Alain, Camus- se lleva el lector una idea, un fulgor sintáctico, pensamiento y sentimiento para pasar el día o la semana. Para encontrar algo parecido en una buena novela hay que recorrer, al menos, 50 páginas; y eso, únicamente en la obra de los mejores.

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