Pasar el rato
El éxito del centro
El respeto, como la energía moral, están en el centro, sí, pero en el centro de la personalidad
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Iniciar sesiónSánchez pierde como si ganara, siempre entusiasta de sí, y Núñez gana como si perdiera, por poco margen y sin convicción. Sólo de Illa emana más tristeza que de él, dos hombres desalentados por su éxito. Por eso España se ha convertido en una dictadura ... con forma de democracia. Antes del verano, el Consejo de Ministros de Sánchez se constituirá en Tribunal Supremo, y todos los periodistas españoles vendrán obligados a escribir en 'El País', para elogiar a Sánchez, o deberán dedicarse a otra cosa. Por Decreto-Ley. Entretanto, la oposición protesta y hace preguntas. ¿Qué otra cosa podría hacer la oposición si quiere seguir viviendo de la política? ¿Y de qué otra cosa iba a vivir, si no? Todos no tienen la capacidad literaria de González Pons para escribir novelas pornográficas. Incluso para hacer pornografía con la política. Alguna gente dice que Núñez no sirve para nada. Eso es injusto y demuestra falta de visión y de humanidad. Que no sirva para la política no quiere decir que no pueda desenvolverse con soltura en otras ocupaciones. Porque es afable y servicial, moderado y prudente, estiloso y cordial. Cuántos quisieran ser como él. Núñez es de centro, con un escoramiento sentimental hacia la izquierda. También Rajoy gustaba de sacar su sillita al centro político de la plaza, para leer el 'Marca' y fumarse un puro. Un día se fue al bar, y de aquellas copas vienen estas resacas. Ni siquiera el PP cordobés, tan boyante, se ha resistido a la tentación de 'caminar hacia el centro', según asegura su portavoz en el Ayuntamiento. Así lo cuenta mi ilustre compañero de los martes, Baltasar López, tan buen periodista, en este periódico. Y añade el portavoz Torrico que lo que hace el PP en Córdoba es «gobernar para todos», y esa es una de las claves de su éxito. Acaso ha debido añadir, con fuerte voz, para que se oiga en el centro mismo del poder popular, que gobernar para todos no es complacer a todos, como le gusta a Núñez, es respetar a todos. Y el respeto se debe únicamente a los que lo merecen, a los que son respetables. La ETA y sus simpatizantes, incluidos los recogenueces, no son respetables; los golpistas catalanes puigdemoníacos, delincuentes violentos, no son respetables, aunque gobiernen España; la parte innoble de Pedro Sánchez, la que exhibe habitualmente, admitiendo que tenga otra mejor, no es respetable; Hamás no es respetable, ni lo son Putin o Nicolás Maduro. Y por ahí seguido, compañero centrista. El respeto y las buenas maneras no están reñidos con la firmeza de carácter y la defensa de los ideales propios. El respeto, como la energía moral, están en el centro, sí, pero en el centro de la personalidad. Vienen de la educación, no de la ideología.
Ya sabe uno que su desinterés por el centro, la escasa consideración filosófica que le merece, será objeto de muy justas críticas de pensadores de centro, que le reprochan su falta de consistencia intelectual. Y tienen mucha razón. Lo que pasa es que uno se ha educado para tener criterio, no para tener razón. Porque con el criterio no se va a ninguna parte, que es donde a uno le gusta estar.
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