desde simblia
Contra Armada
Las banderas que se encuentran en la catedral de Sigüenza son mudos testigos de aquel fiasco, cuidadosamente silenciado por los ingleses
Estamos fuera de juego (22/08/25)
Códroba
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Iniciar sesiónQuien visite la catedral de Sigüenza se sentirá atraído por una de las joyas de la escultura española, que se conserva en dicho templo. Nos referimos a la escultura del Doncel, una de las más valiosas que hay en España del estilo conocido como gótico ... tardío y que hubo de labrarse entre 1486, fecha de la muerte de don Martín Vázquez de Arce en la guerra de Granada, y 1504 en que la tumba aparece citada por primera vez en el testamento del padre de don Martín.
En la escultura sedente se nos muestra, supuestamente, la figura de Vázquez de Arce, a quien popularmente se le conoce como el Doncel de Sigüenza. Es uno de los principales atractivos para quien visita la catedral seguntina, pero en ella se conservan también valiosos testimonios que nos hablan de otro momento de nuestra historia, poco conocido y casi ignorado hasta fecha relativamente reciente.
Nos referimos a dos banderas que pertenecieron a uno de los regimientos que, en 1589, trataron de aprovechar el fracaso que el año anterior tuvo la Gran Armada que Felipe II lanzó contra Inglaterra y que, tras no poder conectar con los tercios de Alejandro Farnesio, acantonados en Dunquerke, bordeó las islas británicas en medio de fuertes temporales para regresar muchos de sus barcos a España.
Los ingleses con una flota no menor a la de Felipe II, atacaron La Coruña, cosechando un estrepitoso fracaso, y después Lisboa donde el desastre inglés fue aun mayor. Allí perdieron esas dos banderas -en la época perder la bandera que identificaba a una unidad era un grave deshonor- cuando se retiraban el 5 de junio, tras el fracaso que habían cosechado ante sus muros y la briosa defensa llevada a cabo por el virrey, el archiduque Alberto de Austria, sobrino del rey Felipe II.
El desastre de la flota inglesa, mandada por Francis Drake a quien le vino largo el cargo de almirante de una flota porque lo suyo era atacar barcos aislados o saquear ciudades -caso de Cádiz o de Santo Domingo- a las que sorprendía, ha sido sistemáticamente silenciado por los historiadores ingleses a lo largo de varios siglos. Tampoco mereció la atención de los historiadores españoles que, sin embargo, no dudaron en referirse continuamente a la Invencible, asumiendo el nombre con que, haciendo alarde de mucha sorna, bautizaron a la Gran Armada del rey de España. Esa flota inglesa, a la que se ha bautizado como Contra Armada, sufrió un completo descalabro en su pretensión. Las banderas que se encuentran en la catedral de Sigüenza son mudos testigos de aquel fiasco, cuidadosamente silenciado por los ingleses.
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