CÓRDOBA ENTRE LÍNEAS
Fernando Alberca: «Al ser humano no le importa ya ser esclavo»
El doctor en Pedagogía defiende las clases libres de móviles y advierte del riesgo de la Inteligencia Artificial: «No la hemos visto venir: una máquina no puede tener emociones»
Nace en Córdoba la primera asociación de ayuda contra el acoso escolar y apoyo a las familias

Para saber qué se cuece en las aulas hay que hablar con Fernando Alberca, autor de veintitrés libros de referencia sobre la educación, los adolescentes y la paternidad entre los que destacan los éxitos absolutos de ventas 'Nuestra mente es maravillosa' ... y 'Todos los niños pueden ser Einstein'. Su padre era psiquiatra y pediatra y un día le comentó que a lo que él quería dedicarse era a estudiar el cerebro humano: su progenitor le contestó que su camino era entonces el de la enseñanza.
-Usted tiene ocho hijos. Más sabe el diablo por viejo que por diablo.
-Bueno, yo siempre digo que tengo más alumnos que hijos. (Risas). La riqueza de tratar con adolescentes se adquiere en la clase, en la docencia.
-Es frecuente que los especialistas en trastornos de la conducta los expliquen por traumas de la infancia.
-Y sobre todo de la adolescencia, que a veces no se valora. Es una etapa muy larga, porque empieza a los nueve años y acaba muy tarde, a los cuarenta o cuarenta cinco años. Esta etapa arranca muy temprano por una cuestión social y afectiva, no biológica. En general, la gente tiene muchos obstáculos y pocos traumas.
-¿Y qué es la adolescencia?
-La bisagra que hay entre el niño y el adulto, y donde uno encuentra su propia voz y acaba sabiendo que su vida tiene sentido. El adolescente adolece, y es de ahí de donde viene el nombre, de muchas cosas: de hecho él comienza fingiendo todas sus posturas y todas sus opiniones, imita; ha dejado atrás el mundo en el que solo tenía que triunfar en casa para tener que hacerlo en la vida social y abierta. Es la etapa más rica, mucho más que la infancia.
-La Junta de Andalucía acaba de prohibir el uso del móvil en clase. ¿Es necesario?
-¿El móvil o la prohibición?
-La prohibición.
-Sí. Es necesario demostrar que la vida intelectual de la escuela no requiere del móvil, que ya ha ocupado el ocio del chaval y sus relaciones sociales, así como las relaciones familiares. Hay países que han decidido que no haya pantalla alguna en la escuela, ni portátiles ni pizarra digital, y todo con la idea de dar cabida a pensar más y a otras estrategias mentales.
«Hay más 'bullying' por el individualismo: porque uno no piensa que tiene que cuidar del otro»
-¿El móvil puede ser un instrumento diabólico para una persona? Y no le pregunto sólo por los menores.
-Como el coche, como el cine. El móvil es un instrumento fantástico si se usa bien, pero al tiempo es muy complejo. Tal y como lo estamos utilizando ahora se convierte en algo muy perjudicial: es como meter a un bebé en el mar sin que sepa nadar. En la vida digital, donde uno no es del todo uno, hay que saber moverse, y a los niños no les hemos enseñado, y lo que ocurre a veces es que pierden el sentido de la realidad.
-También sucede con los adultos: hay amigos o familiares a los que uno no reconoce en las redes sociales.
-Sí. Piense en el ejemplo que transmite un adulto cuando usa el móvil en casa: transmite dos ideas; primero, que el móvil es necesario para poder vivir incluso en la vida familiar, y después que los demás nos importan menos que lo que estamos haciendo con el teléfono.

-Ahora hay un debate sobre cómo endurecer el acceso de los menores a los pornografía 'online'.
-El mundo de internet es un mundo totalmente abierto. Es todo el mundo metido en mi habitación. La única clave es la educativa. En mi casa jamás hemos tenido un dispositivo de control parental, porque ya de por sí es una señal de mala educación: si yo tengo que vigilar dónde se meten mis hijos es que no he educado a mis hijos. Pero hay que tener en cuenta que los niños son libres. Es complejo el control: la mayoría de los adolescentes compran armas o recursos mientras juegan en red con la tarjeta de crédito de su padre. Ahora tenemos una oportunidad con la Inteligencia Artificial, que es lo que lo cambia todo.
-Tiene muchos detractores.
-La Inteligencia Artificial es un problema gordo, muy gordo. No lo hemos visto venir. La batalla ya está perdida. El problema es confundir la máquina con el humano. Cuando un dispositivo nos habla con voz humana y no estamos preparados para distinguir una de otra... Cuando una voz de Inteligencia Artificial te habla y te consuela, tú sientes consuelo.
-La película 'Her' trata justamente sobre eso.
-Sí. El diseño de la máquina que está respondiendo tiene incorporado un criterio de moralidad: hay temas en los que la máquina empieza a discutir contigo, y es muy fácil manipular. El ser humano no es inteligente porque se haya aprendido de memoria muchas cosas, o porque asocie muchas ideas: lo es porque combina muy bien lo emocional con lo racional, y la máquina no es capaz de una sola emoción.
-Inteligencia significa saber elegir, ¿no?
-Inteligencia es ser capaz de ser feliz: saber elegir lo bueno, lo que te conviene, lo que te hace feliz. Tenemos que cambiar nuestro concepto de inteligencia, porque si inteligencia es lo que creemos, cualquier máquina es más inteligente que nosotros. Y el ser humano, y sobre todo el adolescente, ha decidido que no le importa ser esclavo, que no le importa que le manipulen el móvil, que vendan sus datos, porque lo prefiere a cambio de la comodidad. Nosotros podemos ser más felices que una máquina.
-La Universidad de Córdoba (UCO) acaba de difundir un estudio que dice que el 84% de los adolescentes defiende ya de forma sostenida a las víctimas del acoso escolar.
-La clave está siempre en el testigo. Siempre decíamos que la solución del 'bullying' no la va a poner el que acosa, lógicamente, y es muy difícil que la víctima dé el paso. Quien está sufriendo acoso suele ser un chico muy inteligente y fuerte, tanto que aguanta el 'bullying'. La solución a este fenómeno es que no haya acosadores, y la pregunta es qué estamos haciendo para que no haya tantos como hay, porque alguno siempre hay y siempre habrá. Hay que reflexionar cómo es el trato entre los alumnos, entre estos y los profesores, y dentro de la familia: eso es lo que está generando más violencia que antes.
La importancia del otro
-¿Por qué?
-Porque hay más individualismo, porque la otra persona no es ya tan importante como yo, sino menos importante que yo. Y eso es una fuente de conflictos. La violencia crece porque uno no piensa que tiene que cuidar del otro.
-La escritora Irene Vallejo ha escrito en su web lo siguiente sobre usted: «Fernando, mago de las palabras y de la elocuencia». Ella reconoce en 'El infinito en un junco' que fue víctima del acoso escolar y llega a darle las gracias a quienes se lo causaban porque su vida cambió al refugiarse en la lectura.
-Hay gente que del sufrimiento saca muchas enseñanzas, y mucha sensibilidad también. Una cosa es que, en este caso, el acoso haya acabado en un bien y otra cosa es que sea bueno.
-Claro.
-El acosado tiene menos problemas de lo que parece, lo que pasa es que hay que ir corriendo, urgentemente en su busca, porque está sufriendo mucho. Los relatos de estas personas son impresionantes: yo los escucho mensualmente. No es tolerable que uno lleve a un hijo a un centro escolar en el que el chaval sufra aquello: la escuela no debería existir si hay 'bullying'.
-Escribe usted en uno de sus libros: «Soportar y esperar es vencer».
-Sí. El error del adolescente de hoy es creer que el obstáculo le debe hacer huir. Todo se supera con tres claves: con tiempo, con esfuerzo y con ayuda. Las características de la Generación Z son la impulsividad, que tiene que ver con el consumismo; la falta de concentración; y la baja autoestima, además del individualismo, o lo que es lo mismo: yo solo puedo resolver mis problemas. El individualismo implica no pedir ayuda: muchos problemas se originan porque uno no ha llamado a su familia a tiempo para resolverlos; tenemos ejemplos recientes.
-Otra de sus frases: «Tú no vales por lo que haces sino por lo que quisieras hacer mejor».
-Estamos en un mundo en el que te valoran según vale tu producto. A nadie le dice su jefe: 'Mira, has cometido este error, y hasta le has costado dinero a tu empresa, pero estamos encantados contigo, porque estás sacando adelante a tu familia y eres honrado'. Una persona es siempre insustituible, lo que es sustituible es la función que cumple. Si me contratan para abrir una puerta tengo que saber que nadie la va abrir como yo, aunque haya gente que la pueda abrir mejor: pero nadie lo hará como yo. Es bueno ser competitivo, pero hay que comprender que todos no pueden ganar, y no pasa nada, porque uno puede disfrutar perdiendo. Tenemos que entender que cualquier otro es al menos igual de importante que yo, aunque se equivoque mucho, y que el respeto no es sólo callarse mientras habla el otro, sino que te agrade que ese otro defienda su idea con tal de que sea libre, aunque sea contraria a la tuya.
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