Bartolomé Valle, geógrafo de la UCO: «El consumo desaforado en la agricultura y la sequía explican la escasez de agua en Córdoba»

—Primero, porque ha habido un hecho climatológico de sequía, que es producto de uno de los ciclos de periodicidad irregular de los climas mediterráneos. Y después porque tenemos un consumo desaforado de agua, tanto para consumo humano como para el consumo de la agricultura. Esas circunstancias explican lo que pasa.

—¿Consumo desaforado?

—Sí, el humano es inevitable, pero el de la agricultura es moderable. El consumo humano supone en torno al veinte por ciento del agua embalsada, y el resto es para la agricultura, lo que es una autentica barbaridad, y que se debe a la expansión indiscriminada de los cultivos de regadío, cosa a la que hay que ponerle coto pero nadie quiere; al contrario, se incentiva el regadío como la redención de los pueblos. Eso compromete no sólo al medioambiente, que ya está comprometido, sino a las posibilidades de abastecimiento de agua a las poblaciones.

—Los agricultores dirán que ellos tienen sus necesidades.

—Ellos dirán que tienen que procurar producir lo máximo posible, pero hay que jerarquizar las razones y los usos. Estas cosas hay que pensarlas y tomar decisiones. Es una cuestión de gobernanza: no vale que cada cual haga lo que parezca.

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—¿Era previsible la sequía?

—Sí. Porque lo que no decimos es que en general en España y en particular en Andalucía, y muy significadamente en la cuenca del Guadalquivir, hay un aprovechamiento hidrológico excelente: existe un cantidad de embalses con vasos de gran tamaño que están pensados no para llenarse cada año sino para una periodicidad de veinticinco o treinta años, que es el tiempo que se estima que hay alteraciones en los ciclos mediterráneos que ya he citado. La mayoría de los años vivimos del ahorro de agua de esos pantanos, pero ahora se da la circunstancias de que no tenemos reservas, porque en este año y en los precedentes ha habido muy pocas precipitaciones. La situación era previsible, y no ahora, sino desde los años 30 [del siglo pasado], con el Plan de Obras Hidraúlicas de Manuel Loreto Pardo y luego con la construcción de los embalses en los años 60... Estas fueron una serie de medidas que se toman partiendo de las irregularidades del clima. Pero lo que no era previsible, claro, era una sequía tan prolongada ni unos consumos de agua tan desaforados.

—¿Tiene la provincia un problema con su red de suministro de agua?

—Depende de la zona, porque la provincia de Córdoba es muy variada: no es lo mismo la Subbética que Los Pedroches. Córdoba capital tiene una red excelente y un agua de una calidad también excelente. La construcción del Guadalmellato a comienzos del siglo XX y el recrecimiento en los años 60, y luego la puesta en servicio de San Rafael de Navallana, fueron un acierto. Pero el caso de Los Pedroches es clamoroso, antológico, y es así porque la comarca es una planicie formada sobre el granito y cubierta por una capa de arena: es un sustrato interminable, por lo que no almacena agua, como sí ocurre en el Valle del Guadalquivir, porque cuando llueve el agua se comporta como un filtro que hace que se vaya rápidamente. Y cuando se han construido pantanos o presas en Los Pedroches se han hecho sobre vasos que son muy planos, y por lo tanto tienen una lámina de agua de poca profundidad; y, además, el coeficiente de calor de la zona incita a la evaporación. Todo esto explica la carestía de agua estructural. Hay que contar además con el vaciamiento de población de la comarca en las últimas décadas, lo que lleva a pensar que el consumo de agua ha de ser menor, cosa que no es así, entre otras razones por la sobrecarga ganadera en algunos municipios. Los Pedroches tienen una fragilidad tremenda en el abastecimiento de agua, lo que explica la penuria y la angustia actuales. Lo incomprensible es que no se hayan tomado medidas de limitación de consumo, porque la cosa puede ser terrible.

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—¿Qué le parece la solución de urgencia para el trasvase de agua de La Colada a Sierra Boyera?

—Es eso, una respuesta de urgencia. Pero me parece que hay que buscar soluciones a futuro, no para este problema concreto. Se ha encendido el piloto rojo y creo que la población de Los Pedroches tendría que ponerse muy serie y exigirle a los políticos que esto no vuelva a pasar en el futuro. Los políticos tienen que prestar atención al mundo rural: tienen que gobernar no sólo para las personas, también para los territorios.

—¿Quienes peor lo están pasando en el Norte son los ganaderos?

—Esto es una tragedia para los ganadores. Los agricultores suelen ser los primeros en la cadena de producción y los últimos en la cadena de consumo. Y los ganaderos ni siquiera son los primeros, porque no producen materias primas, sino animales que a su vez son materias primas para otros sectores, por lo que el diferencial entre el precio percibido y el precio pagado es enorme: si a eso le sumamos la carestía de agua no cuesta imaginar la situación de angustia en la que están, que los lleva a la catástrofe sin redención posible como esto no se enmiende.