Parking privado

Quiere decirse que el monumento está protegido por la Ley de Patrimonio Histórico y se encuentra sometido a una serie de restricciones que garanticen, no solo su conservación, sino también su disfrute sin perturbaciones visuales. Los coches, como usted puede imaginar, son perturbaciones visuales. Por esa sencilla razón, está prohibido aparcar en la fachada de San Nicolás. Máxime cuando todo el entorno está peatonalizado desde hace la tira de años.

Usted no puede estacionar su vehículo en la puerta de este singular monumento histórico. El panadero tampoco. Por muchas teleras que tenga que repartir entre las abuelitas del Bulevar. Ni en este ni en las decenas de bienes de interés cultural que nuestra señera ciudad integra. Pero claro: usted es un simple contribuyente. Un señor o una señora que paga sus impuestos como todo hijo de vecino o formaliza las declaraciones trimestrales del IVA donde corresponde.

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Los titulares de los coches negros y cristales tintados tampoco pueden aparcar en la fachada de San Nicolás. Pero aparcan. Atraviesan toda la zona peatonal con mucho respeto y dejan sus elegantes armatostes sobre los centenarios muros. Sus ocupantes son gente distinguida sometida a una agenda endiablada. No quiera usted que se apeen del vehículo en la calle Concepción y recorran a pie los 160 metros que hay hasta la sede de la Delegación del Gobierno andaluz. Qué disparate.

Algunos de ellos, por cierto, son los mismos que en su día redactaron la norma que impide a los ciudadanos aparcar en las fachadas de nuestros espléndidos monumentos. Así que disfruten ustedes de una bonita tarde.