CONTRAMIRADAS

Alfredo Asensi, periodista: «Nos censuraban hasta las listas de discos de la radio»

ENTREVISTA

Su biografía es un trozo inmortal de la radio local de Córdoba. Se estrenó en 1966 y protagonizó alguno de los episodios inolvidables de las ondas

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El periodista, en la plaza de La Compañía VALERIO MERINO

Mayo de 1966. Plaza del Cardenal Toledo de Córdoba. Se inaugura la emisora Radio Popular. Es, sin duda, un acontecimiento social de primer orden. Un jovencito de 26 años se estrena como locutor. Lo colocan con un micrófono en la puerta ante un ... revuelo considerable de público y personalidades. «Tienes que anunciar los cargos que vayan entrando en la emisora», le dice un sacerdote. De acuerdo. ¿Pero quiénes son los cargos? El muchacho venía de Málaga y no tenía ni la más remota idea. No importa. Un jesuita se coloca a su lado y le va soplando el nombre de las personalidades una a una.

El jovencito se llama Alfredo Asensi. Historia viva del periodismo radiofónico de Córdoba. Fue la voz de Radio Popular durante 16 años. En 1982 llega un señor llamado Manuel Martín Ferrand y lo ficha para la recién estrenada Antena 3 Radio. Doce años después, en 1994, la cadena es absorbida por el grupo Prisa y Alfredo Asensi es contratado por Radio Córdoba. Es entonces cuando pone en marcha un rosario de radionovelas, alguna de ellas, como la dedicada a Manolete, de gran despliegue de medios, con más de 200 actores en liza.

Son las doce de la mañana. Alfredo Asensi acaba de concluir su tertulia semanal en una terraza del centro de Córdoba. Nos sentamos frente a frente en el Gran Bar de las Tendillas. La grabadora se pone en marcha. Atención. Nos adentramos en la memoria radiofónica de la ciudad.

—¿Cualquier periodismo pasado fue mejor?

—Mejor no. Distinto. Antes la programación local era desde las 8 a las 12.30 de la mañana. Hoy la radio local está constreñida en pequeños espacios.

—¿Qué le falta al periodismo de hoy?

—Independencia. Los medios, especialmente la televisión, de alguna forma están sujetos a aquello exterior que mantiene una plantilla. En Radio Popular no teníamos consignas. Al ser una emisora de la Iglesia, no me podía meter ni con el papa ni con el cura. Era de cajón. Y Martín Ferrand nos dijo: «Tenéis libertad total menos para meteros con la monarquía y con el Corte Inglés». Que entonces era el Cajasur de Córdoba.

—Estamos cautivos de los anunciantes.

—Exactamente. Es la coacción que uno se hace a sí mismo. La autocensura. Yo tenía una tertulia en Radio Córdoba y se metieron con Cajasur. Hubo quejas y se quitó.

—¿Y usted se ha autocensurado mucho?

—Sí. En Córdoba tenía una serie de programas patrocinados por Cajasur. Le hablo, por ejemplo, de «Sembrando un libro», que fue premio Atlántida en Barcelona por el gremio de editores. Yo directamente no podía meterme con Cajasur si Cajasur alimentaba mi programación. Eso era una autocensura.

Asensi, durante la entrevista con ABC VALERIO MERINO

—El locutor Rafael López Cansinos declaró en una entrevista con ABC Córdoba: «Escribíamos al dictado». ¿Usted también?

—El régimen nos censuraba hasta la relación de discos que tenías que poner. Personalmente llevaba la lista de discos que iba a poner al día siguiente a la Delegación de Información y Turismo. El delegado la veía y te decía: «Esta no y esta tampoco». También había sus trampas. El propio delegado me pidió un día si tenía un disco de Raimon, que estaba totalmente censurado.

El periodismo radiofónico de entonces era otra cosa. La información local monopolizaba la programación matutina. Mucha música y cero política. «Las noticias estaban supeditadas a decir cuatro funciones religiosas, si el Córdoba CF había ganado o si el Cordobés había toreado en Murcia. De política local lo mínimo. Información cultural y de costumbres. Ya está. Y todo pasado por el Ministerio de Educación y Turismo», puntualiza Alfredo Asensi.

—¿Y qué le sobra al periodismo de hoy?

—Tanta información política. Hay una saturación muy grande de lo mismo.

—¿Qué perdimos con las radionovelas?

—La capacidad de vivir una historia grande. La radionovela fomenta la creatividad de quienes la hacen y también de quienes la escuchan. El oyente no solo está escuchando un capítulo de la vida de Manolete, sino que también está oyendo a Albéniz. Te trasladas a otras épocas. El género de las radionovelas hoy día sigue siendo válido.

—¿Qué entrevista guarda como oro en paño?

—Estaba recién llegado a Córdoba y vino Henri Charrière, autor de 'Papillon', a firmar libros a Galerías Preciados. En plan novato, llego con mi magnetofón y me dice el responsable de Galerías: «No vayas a molestar a este señor». Y dice Charrière en perfecto español: «¿Cómo que no? A mí no me molesta. Siéntate aquí». Quizás fue la primera entrevista en la que vencí un poco la timidez. Conservo una foto como oro en paño. La entrevista la conservo en la memoria. Porque entonces las borrábamos todas y no quedan de ellas ni rastro.

—¿Ante qué locutor se quita el sombrero?

—Para mí, una de las personas que mejor ha expresado los sentimientos y mejor ha impostado la voz es Matías Prats. 

—¿El periodismo es el cuarto poder o me quedo corto?

—El periodismo no bien entendido puede ser algo más que el cuarto poder. Cuando el oyente no tiene conciencia de lo que escucha, cae en la manipulación.

«El periodismo no bien entendido puede ser algo más que el cuarto poder»

—Muchos sondeos dan a la prensa mala imagen. ¿Sabe por qué?

—No acabo de verlo. Para unos puede ser mala y para otros no tanto. Los índices de audiencia en radio y otros medios van bien. La prensa en papel sí está decayendo, pero en internet está gozando de buena salud.

—Por cierto. ¿Papel o digital?

—Ahora estoy en el mundo digital. Pero es por una postura cómoda. He descubierto hace cuatro o cinco años las cualidades de una tablet. Yo era comprador de la prensa escrita. Y me he hecho amigo de la tablet. Tanto que mis lecturas de libros también las leo ahí. Y creo que por ahí va el futuro.

Un día aparecieron dos jóvenes para grabar un par de canciones en vivo. Imitaban a Simon y Garfunkel y ofrecían una imagen impecable. Destacaba el más alto, moreno y con flequillo a la moda del momento. Se llamaba Álvaro Bustos. Alfredo Asensi levantó el teléfono y le mandó las grabaciones a Tomás Muñoz, director general de la CBS en España. «Esto es una joya. Tienen que venir a Madrid», proclamó el ejecutivo de la discográfica. Días después aparece un señor circunspecto por la emisora. Era el padre de Álvaro Bustos. «¿Usted qué quiere hacer con mi hijo», le espeta seco. «Su hijo tiene potencial en el mundo de la canción», responde Asensi.

Álvaro Bustos fue a Madrid. Y acabó encajando en el grupo Trebol, autor de 'Carmen', una bomba pop de los setenta. Pero el joven cordobés no acabó adaptándose a su nueva vida. Una mañana se presenta en la radio para decirle a Alfredo Asensi que su padre le iba a poner una tienda para arreglar radiocasetes. Solo seis días después, los periódicos de toda España dieron cuenta del siniestro parricidio que acabó con la vida de Manuel Bustos y una estaca clavada en su corazón para exorcizar al demonio.

—¿Qué tiene la radio que no tenga la televisión?

—La libertad de oírla en cualquier sitio. El oyente de radio es más creativo que el televidente. En la tele te lo dan todo hecho, pero en la radio te lo tienes que imaginar. Estás viendo la cara sonriente de la chica que le han dado el Balón de Oro. Y estás viendo el gol. El gol también se ve en la radio.

«El oyente de la radio es más creativo que el de la televisión», afirma el entrevistado VALERIO MERINO

—¿En periodismo radiofónico la voz lo es todo?

—En mis tiempos sí. Hoy día no. En mi época, se daba el locutor engolado, el que se ponía delante del micrófono y el que tenía la responsabilidad de grabar las cuñas comerciales. La voz era principal. El tema de la voz engolada ha desaparecido y solo hace falta una persona que te comunique.

—¿Es amigo de las tertulias radiofónicas?

—Soy amigo de las tertulias. Voy picando en distintas tertulias. Es una fuente de información y de comunicación. Te ayudan a entender muchos temas.

—Está preparando sus 'Memorias de un micrófono'. ¿Tiembla Córdoba?

—No. 'Memorias de un micrófono' ha salido del corazón. He puesto mis vivencias al cien por cien. Cuento todo. Hablo de los musicales, de mis viajes al Festival de San Remo, de las radionovelas, de la historia de Álvaro Bustos y también cuento con pelos y señales un infarto que tuve en Antena 3.

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