Báez, melodías de seducción

Aunque entre semana vive en Jaén por motivos profesionales, Córdoba está muy ligada a la vocación de Báez. A su creación también. «Como cordobés me siento muy unido a mi tierra y a su cultura, por lo que ya cuento con un nutrido grupo de obras en las que Córdoba está presente», asegura el músico. Y pone un ejemplo: el poema sinfónico «Córdoba», obra que escribió para la Orquesta de Plectro de Córdoba en su décimo aniversario.

Báez se siente inserto en una tradición que arranca desde tiempos inmemoriales. «A lo largo de la historia encontramos claras referencias a Córdoba en compositores como Albéniz o Lecuona, además de los creadores que notablemente han contribuido al patrimonio musical cordobés, como Eduardo Lucena, Cipriano Martínez-Rücker, Ramón Medina, Luis Bedmar o Enrique Báez. Todos ellos han sentido una gran inspiración por Córdoba».

No todo es pasado. Para Báez hay exponentes claros de talento en Córdoba. «En Córdoba hay mucho arte y son muchos los artistas que admiro. Por afinidad podría citar al pianista y compositor Ángel Andrés Muñoz, un referente como creador en todos los sentidos, y a mi tío-abuelo Enrique Báez, virtuoso violinista y maestro de la música con mayúsculas. Además me gustaría citar a un buen amigo que creo que ha sido el mayor talento musical que ha dado Córdoba y que tristemente ha desaparecido en los últimos días, Álvaro Fernández Benítez», suscribe.

Entre los maestros al piano de Báez se cuentan no pocos de nombre brillante. Es el caso de Peter Bithell y Manuel Carra, de Frank Moll, Almudena Cano, Ana Guijarro, Claudio Martínez Menher, Jorge Luis Prats y Alicia de Larrocha. Ellos inocularon en Santiago sus inquietudes creativas, que le hicieron acercarse desde muy temprana edad al campo de la composición. En este campo fue decisiva la figura de Antón García Abril y, en otras etapas, de Francisco Novel Sámano Calleja y Daniel H. Sprintz Todros en el Conservatorio Superior de Música de Badajoz.