Anatomía de la triple pinza
ACOTACIONES DE UN OYENTE
Solo el PP obvia uno de los vértices del triángulo y se deja humillar por Vox sin ofrecer resistencia
El Gobierno y la oposición se atacan con el aborto y la corrupción en una batalla por el relato
Lee todas las Acotaciones de un oyente, de José F. Peláez
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Iniciar sesiónEl Congreso se ha convertido en una partida de 'Enredos' -'Twister' para los jóvenes-. Cada miércoles se extiende una alfombra con puntos verdes, rojos y azules, comienzan las preguntas y los vemos poner una pierna aquí, una mano allá y el resto del cuerpo donde ... pueden. Las posturas resultantes dan lugar a unos escorzos que ni el Laocoonte. Y a una habitación repleta de extrañas parejas. Es la teoría de la triple pinza.
El PSOE trata de fijar la idea de que PP y Vox son lo mismo, la extrema derecha y la derecha extrema, dos partidos diferentes que, a la hora de la verdad, coincidirían en todo. Ahora estamos en la fase de aborto y de la inmigración, pero en otras ocasiones ha sido el negacionismo climático y la homofobia. O Palestina y la educación privada. En general, el socio encargado de comenzar los temas es Vox. Y lo hace en una ciudad donde gobierna el PP -los inmigrantes en Torrepacheco, el síndrome postaborto en Madrid, la carne de cerdo en Ceuta-; el PP cae en la trampa y el otro socio, el PSOE, recoge el guante de Vox para cumplir su parte y llevar el tema al Congreso, elevándolo a lo nacional y logrando que ambos saquen partido. Y todos felices.
Menos el PP, que no suele enterarse de dónde le vienen y sigue mirando a Vox como una especie de hermano pequeño. Y a no ser que su modelo de lo fraterno sean Caín y Abel, la analogía no se sostiene. Porque no son hermanos sino proyectos antagónicos. Parece que algunos en el PP se empiezan a caer del guindo y van comprendiendo que Vox no tiene otro objetivo que destruirlos e impedir una alternativa. Pero otros siguen ahí -debiluchos, pálidos, casi anémicos-, dejándose matar, que es sabido que eso de defenderse es una cosa de progres.
En cualquier caso, para Vox, PP y PSOE son también lo mismo; una postura 'mainstream' a favor del sistema, las autonomías, la monarquía constitucional y la UE, que llegan a acuerdos en asuntos de feminismo, de ecologismo o de inmigración. Mientras tanto ellos, ya sin apoyar al rey, abiertamente beligerantes contra la Conferencia Episcopal, contra Europa, contra las autonomías, contra la libertad religiosa y prometiendo casas como José Luis Arrese, representarían la única alternativa real. La revolución pendiente.
Y queda el PP, para quienes PSOE y Vox no es que sean exactamente lo mismo, pero comparten intereses y trabajan coordinados para lograr un mismo objetivo. Que es, por supuesto, blindar a Sánchez en la Moncloa y que Vox sustituya al PP como principal partido de la oposición. Es decir, convertir al PSOE en el PRI, para pastar, ya en solitario, en los verdes prados de la resistencia.
Esto es hoy el Congreso, una triple pinza en la que cada uno de los tres partidos principales acusa a los otros dos de estar unidos contra ellos. Para seguir las intervenciones hace falta una habilidad mental importante. Porque hay que ser capaz de observar a los tres por separado, pero interpretando las pinzas de modo simultáneo. Con un matiz: solo el PP obvia uno de los vértices del triángulo y se deja humillar por Vox sin ofrecer resistencia. Al menos en el Congreso. Supongo que dirán que la sesión de control no está para que la oposición discuta entre sí, sino para controlar al Gobierno, pero, desde luego, el PP no tiene problema en establecer enfrentamientos dialécticos con el resto de partidos. Una geometría imperfecta.
Entre tanto, el PP fiándolo de nuevo todo a las putas, las chistorras y la corrupción. Y una posible pasada de frenada con Ángel Víctor Torres, que, si miente, lo hace realmente bien. Su réplica a Acedo es demoledora y su advertencia al resto de la bancada popular sonó profética: espera que si se demuestra que es inocente todos los que le han calumniado dimitan por haber difamado a un «hombre honesto». Veremos el informe. Pero el PP está jugando fuerte y si finalmente no se demuestra nada, su intervención, su imagen y su palabra serán un parteaguas en la legislatura. Si se demuestra, el parteaguas lo será en su vida. Pero la partida avanza. Y hay días en los que lo único que apetece son cartas nuevas.
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