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Los pecados de la reina de la cocaína

Ana Cameno manejaba un imperio de droga como una ejecutiva estresada: tenía disciplina, seguridad y santería

DGP

CRUZ MORCILLO/PABLO MUÑOZ

Al cabo de dos años de vigilarla y oírla a los policías les costaba creer que por fin le habían colocado las esposas a la cerebral Ana Cameno, traficante española de cocaína desde hace veinte años que nunca ha pisado la cárcel. «Lo que más ... me jode es que esto es lo último que iba a hacer», le soltó al inspector sin inmutarse. Quizá no mentía porque si el laboratorio de droga que había montado en Villanueva de Perale hubiera salido bien le habría bastado para retirarse. La jefa y sus socios colombianos tenían preparadas 33 toneladas de productos químicos a la espera de que llegara la pasta base de Suramérica. El 15 de diciembre habían aterrizado en Madrid los cuatro «cocineros» colombianos, dispuestos a inundar el mercado con toneladas de coca.

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