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Los CDR se preparan para la «ofensiva total» de cara al juicio y sentencia del «procés»

Han dado pasos organizativos significativos para lograr una mayor eficacia en sus acciones

Protesta de los CDR contra de la celebración del Consejo de Ministros en Barcelona JAIME GARCÍA / Vídeo | Vea la brutal agresión de un CDR al reportero de Intereconomía Cake Minuesa
Pablo Muñoz

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«Los episodios de violencia que ha habido hasta ahora en Cataluña son solo fuegos artificiales; lo realmente duro comenzará con el juicio y la sentencia a los políticos catalanes presos», afirman fuentes de los Mossos d’Esquadra consultadas por ABC y que trabajan día a día en el seguimiento de los Comités de Defensa de la República (CDR). «Pensamos que en esa etapa se van a vivir los momentos de máxima tensión y esos grupos, que desde hace algún tiempo actúan perfectamente coordinados por una estructura superior, ya tienen preparada su estrategia de movilización», añaden.

Las Fuerzas de Seguridad, incluidos los Mossos, solo están parcialmente preocupadas por la reacción del Gobierno catalán al juicio del Tribunal Supremo. «¿Qué quiere decir el presidente de la Generalitat, Quim Torra , con eso de que no va a acatar la sentencia? Si hay condenas, ¿de verdad que alguien piensa que va a abrir las puertas de las cárceles? No lo hará; primero, porque si da una orden como esa es más que difícil que cualquier funcionario la cumpla, porque estaría cometiendo un delito y sabe las consecuencias que tendría para él. Y segundo, porque no es imaginable que se presente en las prisiones para ser él quien personalmente lo haga, porque sería detenido de inmediato».

Cuestión distinta es lo que suceda en las calles y si el Gobierno catalán apuesta por alentar los ataques de los CDR como ya hizo Quim Torra a principios de septiembre para presionar al Estado. En realidad, esta estrategia podría volverse también en su contra, puesto que si algo ha quedado claro ya es que entre los elementos más radicales del independentismo comienza a haber hartazgo porque el discurso del Ejecutivo catalán no se traduce en hechos concretos.

Según las fuentes consultadas por ABC, «hace mucho que la Generalitat ha dejado de tener el control no ya de las calles, sino también de los CDR, que son controlados por organizaciones de la órbita de Esquerra Independentista. Esta última incluye también a otros grupos, como Arran, la rama juvenil de la CUP, que tiene una importante capacidad de movilización ». Las Fuerzas de Seguridad siguen minuto a minuto todos los acontecimientos que se viven en el mundo del independentismo radical para poder anticipar sus movimientos.

Una de las cosas que más llama la atención de las fuentes consultadas es cómo estos CDR «han pasado de funcionar como grupos autónomos y asamblearios a actuar de forma coordinada, como se ha demostrado en algunas de las últimas acciones. Esa coordinación indica que por encima de los responsables de cada comité hay un escalón superior que da las órdenes oportunas y que el resto sigue». De hecho, detectar a ese grupo dirigente es ahora la prioridad para todos los Cuerpos policiales implicados.

A semejanza de los cubanos

Los CDR nacieron a imagen y semejanza de los Comités de Defensa de la Revolución de la Cuba castrista. En un principio se volcaron, con éxito, en la organización del referéndum ilegal del 1 de octubre , posteriormente se convirtieron en herramientas de control social con campañas como las del lazo amarillo y últimamente han dado un paso adelante para constituirse como vanguardia del movimiento independentista con acciones violentas cada vez mejor organizadas.

Aunque el número de individuos que los integran varían según las fuentes consultadas, sí se puede afirmar que hasta abril del año pasado había 285 CDR locales, de importancia muy distinta según los casos. Eso sí, para los servicios de Información e Inteligencia de las Fuerzas de Seguridad tanto estos grupos como Arran suponen «una amenaza real para la estabilidad y la paz social. Ya han demostrado tener capacidad para articular campañas violentas y han pasado de un perfil bajo a movilizaciones de carácter insurreccional que eventualmente pueden provocar un enfrentamiento civil en Cataluña».

El juicio en el Supremo a los políticos catalanes presos les ofrece una oportunidad de oro para canalizar hacia su causa el evidente descontento que hay en un sector de la población de Cataluña por los procedimientos judiciales abiertos. Si el gobierno de Torra no sólo no intenta aplacar los ánimos, sino que se mantiene en su discurso radical, estará alimentando las acciones de los CDR y Arran.

Protesta ante el Supremo

En este marco de acciones previas a las grandes movilizaciones previstas hay que encuadrar la detención el pasado martes en Madrid de ocho jóvenes de Arran cuando pretendían hacer una acción de protesta ante el Tribunal Supremo. Los hechos se produjeron sobre las dos de la tarde, cuando en otro punto de la ciudad el Rey entregaba los despachos de jueces a los nuevos miembros de la carrera judicial. Al día siguiente los radicales quedaron en libertad con cargos y se les investiga por un delito de desórdenes públicos. Por supuesto, los arrestados desencadenaron algunas protestas en Cataluña.

Desde primeros de septiembre -más exactamente desde el discurso de Torra el día 4 en el Teatro Nacional de Cataluña-, se han comenzado a detectar una serie de movimientos en los CDR que sugieren que se están preparando para su «ofensiva total». De hecho, hay una evolución clara hacia una mayor especialización, una mejora de los métodos organizativos que se puede ver en el surgimiento de organizaciones como «Sanitaris per la República», remedo de los «Bombers per la República» en el ámbito sanitario; la organización de cursillos de resistencia activa, que en realidad son talleres de cómo enfrentarse a la acción de las Fuerzas de Seguridad; la utilización de un lenguaje encriptado para que en caso de que sean detectados por la Policía no sepan a qué se refiere o el uso para sus comunicaciones de aplicaciones seguras para evitar que sean intervenidas...

Para las fuentes consultadas «de forma cada vez más evidente adoptan técnicas que les permiten actuar con impunidad en la clandestinidad y los actos que cometen, especialmente los sabotajes, son cada vez más graves y con un perfil cuasi terrorista».

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