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Pablo Casado: «El “no te preocupes” de Pedro Sánchez a Junqueras es el indulto»

El líder del PP cree que Batet «no ha podido empezar peor», alienta un pacto PSOE-Cs porque evitaría la entrada de Podemos en el Gobierno (dejando al PP la oposición en exclusiva) y llama a la movilización y la unidad de la derecha

Pablo Casado, frente a la sede del PP Matías Nieto Koenig
Juan Fernández-Miranda

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A primera hora de la mañana un «runner» interrumpe su carrera matinal por la calle Génova para saludar y dar las gracias a Pablo Casado , que sale de la sede del Partido Popular dispuesto a posar para el fotógrafo de ABC. El presidente del PP atiende a este periódico después de llevar a sus hijos al colegio y antes de coger un avión a Canarias. Entre la entrevista —a primera hora en su despacho de la planta séptima— y la sesión de fotos -frente a la fachada del edificio, «tuneada» con las fotos de los candidatos-, charla en el ascensor con su secretario general, Teodoro García Egea , que aprovecha para saludarle entre bromas. Hay química entre las dos personas que mandan en un partido que aspira a dar la vuelta al batacazo del 28-A. Casado sabe que sus enemigos son la fragmentación y la desmovilización y concibe la triple cita electoral de pasado mañana como una oportunidad: la de constituir unos ayuntamientos y unas comunidades autónomas como «contrapeso» a Pedro Sánchez.

¿Cómo está el PP después de mes y medio de campaña ininterrumpida, con el 28-A de por medio?

El PP es imbatible en capilarización, en extensión, en presencia territorial.

Después del mal resultado en las generales, ¿qué mensajes están enviando al electorado?

Tres mensajes. Lo que se elige es la política de cercanía, la gestión eficaz de tu alcalde, de tu concejal, o de tu comunidad autónoma en los temas más sensibles: educación, sanidad, y también impuestos. En segundo lugar, también se decide un contrapeso: después del 28 de abril, si Sánchez logra formar Gobierno, los ayuntamientos y las comunidades son los que tienen que servir de alternativa. Y en tercer lugar, una enseñanza del 28 de abril: si vamos divididos a las urnas, los que queremos ser contrapeso a Sánchez volveremos a perder las elecciones. Según todas las encuestas el PP es la única alternativa a Sánchez.

¿Qué se juega España el domingo?

España se juega mucho, no va a haber elecciones en los próximos cuatro años. Qué modelo de país queremos en las cuatro administraciones en las que se ha votado en apenas un mes. Me preocupa que el modelo de Sánchez oculta las aspiraciones independentistas y la bancarrota económica.

¿Y qué se juega el PP?

La capacidad de seguir gobernando en muchas autonomías y ayuntamientos y de recuperar el poder territorial que perdimos en 2015 por un puñado de votos. Estas elecciones las vamos a ganar en número de concejales y de votos a nivel nacional, que es como se mide él éxito o el fracaso. Pero también vamos a ganar la capacidad de gobernar donde no pudimos hacerlo en las pasadas elecciones.

El éxito o el fracaso se medirán principalmente en términos de poder.

Hay que mirar las dos cosas. Pero también tenemos que ver qué capacidad vamos a tener de gestionar la vida de nuestros vecinos.

¿Hay riesgo real de sorpasso de Cs?

Se lleva hablando de sorpasso cinco años y nunca llega. En el peor escenario histórico del PP, dicho por mis predecesores, el PP ha mantenido esa posición electoral que nos ha mandado a liderar la oposición. Lo tenemos muy claro: nuestro adversario es Sánchez, no así otros partidos que están obsesionados con un sorpasso que no llega, y habría que hacer una reflexión. Si después de 13 años liderando su partido y cuatro derrotas consecutivas, el líder de Cs considera que su balance es acertado, estaremos muy tranquilos. En el mejor momento de Cs, que solo ha sacado un punto más que en las últimas elecciones, con el surgimiento de un partido nuevo a la derecha, con el desplome de un partido a la izquierda del Partido Socialista, [el sorpasso] no ha sucedido, tengo clarísimo que no se va a producir. Centrémonos en lo importante, que algunos se sigan peleando para ver si las próximas elecciones son líderes de la oposición y nosotros vamos a seguir trabajando para que en las próximas elecciones lideremos el Gobierno. Yo no me conformo con liderar la oposicion, sino que quiero liderar a España desde la oposición.

Además de la fragmentación del 28-A, en esta ocasión hay otro enemigo: la desmovilización.

Nuestro peor enemigo es la abstención, la desmovilización. La izquierda se está beneficiando de una movilización muy intensa, quizá porque el resultado de Andalucía, histórico y tremendamente positivo, ha motivado que toda la estrategia de Sánchez fuera el anticipo electoral y lanzar un mensaje de que eso no se podría repetir. Y hay que reconocer que lo han conseguido. Es muy curioso, porque lo de Andalucía está siendo bajar impuestos, levantar alfombras, mejorar la sanidad y la educación. Pero ese miedo a las supuestas tres derechas, que no son tal, al final ha hecho que la gente haya votado al PSOE como si fuera una opción moderada, cuando no ha habido un presidente más radical en la historia de la democracia: por su impostura y por la radicalidad de los que le acompañan.

¿Rivera debería buscar el acuerdo con el PSOE para moderar a Sánchez?

Si ese acuerdo llega, como en el pacto del abrazo de 2015, yo no lo criticaré. No lo descarto: Ciudadanos decía que no iba a pactar con Sánchez, pero sonaba a lo que dijo en el 15 con Sánchez o con Susana Díaz. Ahora, por el bien de España, yo no lo voy ni a evaluar ni a criticar, porque lo peor que le puede pasar a España es que gobierne con los independentistas.

¿Usted prefiere que Podemos entre en el Gobierno o mejor fuera?

Ni prefiero ni dejo de preferir. Lo que constato es que va a entrar, porque Iglesias lo lleva diciendo durante meses, incluso poniendo letra a la música y diciendo qué ministerios le gustaría ocupar. Y el PSOE ya no descarta que en el Gobierno entren ministros de Podemos, lo cual me preocupa mucho. Podemos tiene en su balance haber asesorado al Gobierno dictatorial de Maduro y de Chávez y haber tomado como referencia al Gobierno de Tsipras, que llevó a Grecia a un recorte masivo de un 40 por ciento de las pensiones, un 30 del salario de los funcionarios o a un corralito bancario. Eso ha pasado hace pocos años, así que sinceramente, no son los mejores asesores o integrantes de un Gobierno.

¿Qué sintió el pasado martes en la sesión de constitución de las Cortes?

Vergüenza e indignación. Una sesión constitutiva no merece ese espectáculo, se pisoteó la soberanía nacional y las instituciones que a todos nos protegen. Hemos pedido una batería de medidas que es urgente desarrollar: para mí los presos golpistas no han adquirido la condición de diputados, porque la sentencia [del Tribunal Constitucional] del 91 no es aplicable. No es lo mismo prometer por imperativo legal, con lo que no estoy de acuerdo, que hacerlo por los presos, por la república, por el 1 de octubre. Para mí no han acatado la Constitución.

¿Fue un fraude de ley?

Yo creo que fue un fraude de ley. Hay países donde existe el perjurio. Se podría estudiar hasta qué punto puede haber reproche penal. Si, aún así, la Mesa del Congreso considera que han adquirido su condición, debe suspenderles inmediatamente. La tercera reflexión es que esto hay que cambiarlo a través de una modificación de la ley, de los reglamentos de las Cámaras, para que los juramentos se tengan que restringir al acatamiento de la Constitución y no a ninguna fórmula creativa que vacíe de contenido esa promesa. Y el cuarto punto, que para mí es fundamental: yo esto lo hilo a los indultos. Todo lo que está pasando en el Congreso no es el escarnio de Podemos hace cuatro años, jurando por el Amazonas o por el planeta. En este caso es que el problema, además, es que ha habido una condescendencia, una complicidad, de Meritxell Batet para que el PSOE no se cierre puertas a una negociación. Y esa negociación tiene un coste al contado: los indultos. Por eso Sánchez se ha negado a responder en decenas de ocasiones si puede rechazar que van a indultarlos. El «no te preocupes» es el indulto. Por eso hoy mismo [por ayer] hemos registrado la modificación de la ley del indulto para prohibirlos en caso de rebelión y sedición. Sánchez no podrá abrir el zoco de las contraprestaciones a los golpistas.

¿Por qué no pidió la palabra, como sí hizo Rivera, para impedir, o al menos tratar de hacerlo, que se produjera ese teatro con las promesas?

No podía hacerlo porque no era diputado todavía.

¿Es decir, que Rivera se extralimitó?

No, no, no, yo no juzgo lo que hacen los demás y creo que son estrategias perfectamente compatibles. Se puede poner de relieve durante el Pleno y luego presentar las iniciativas pertinentes. A mí me gusta el parlamentarismo clásico y la palabra se puede pedir cuando se puede pedir. Los partidos que defendemos la Constitución vamos de forma conjunta reivindicando cosas muy parecidas y en esto no voy a hacer ningún tipo de confrontación partidista, porque debemos ir todos unidos; no debe haber colores. A mí me gustaría que esta batería de medidas fuera apoyada por Ciudadanos y yo no voy a valorar lo que el líder de Cs hiciera en el Pleno, porque considero que en el fondo tiene la misma finalidad que el PP: que se cumpla la ley y se respeten las instituciones.

Batet ha generado controversia desde el primer minuto como presidenta del Congreso...

Me parece muy mal comienzo, no se ha podido estrenar peor, aunque ya apuntaba maneras. Estoy intranquilo por que el Congreso lo presida el PSC, el partido del apaciguamiento en Cataluña, y que además lo haga una persona que ha sido sancionada tres veces por su grupo parlamentario por romper la disciplina de voto y votar a favor de iniciativas que reconocían el derecho de autodeterminación en Cataluña; o la ministra de de Administraciones Públicas que ha dicho que no podía haber presos preventivos y tenía que haber indultos.

¿Le preocupa que haya generado un conflicto entre el Congreso y el Tribunal Supremo?

En las funciones de la Presidencia de la Cámara no figura escurrir el bulto y la señora Batet ha escurrido el bulto poniendo en aprietos al Tribunal Supremo en pleno juicio oral. Y espero que no ponga en aprietos a la Casa Real. No sólo con el retraso de su primera audiencia, que no deja de ser algo anecdótico, también con que tanto el Congreso como la Presidencia del Gobierno no tengan una posición muy firme en contra de que un preso golpista como Jordi Sánchez pueda ser incluido en la ronda de consultas que se le plantee al Rey. Espero que no se le someta a ese escarnio, que ya salvó la dignidad de la Nación en su discurso del 3 de octubre.

A Batet se le acaban las excusas. La Mesa debe decidir hoy si suspende o no.

Si una vez emitido el informe favorable por parte de los letrados del Congreso, Batet persiste en su negativa de suspender a los diputados presos prepararemos el escrito de querella por prevaricación

¿Qué le parece que algunos de los políticos presos se reunieran con sus familias en el Congreso?

No sé si lo hicieron, pero a mí me extrañó mucho todo. Demasiados saludos afectuosos, demasiadas fotos, demasiadas conversaciones por teléfono, demasiados momentos en la cafetería. ¿Se imagina usted a Armada o a Tejero yendo a una sesión constitutiva?

¿Cree que la legislatura será de cuatro años?

Cuando fui a La Moncloa dije tres cosas: que no tenía mucho que decir por respeto al Rey y que no iba a profundizar en pactos con un presidente en funciones. La segunda, que iba a ser una legislatura con un Gobierno débil y con una oposición fuerte en el PP. Y la tercera, que no me fiaba, y el tiempo me dio la razón: supuestamente Moncloa vendió que iba a tener una interlocución fluida con el partido que lidera la oposición y ni se nos ha informado de la retirada de una fragata en una misión internacional con uno de nuestros principales aliados, ni se nos ha informado de la detención de Josu Ternera, en plena campaña electoral por cierto, ni se nos está informando de todos estos gestos con los independentistas. Esta legislatura es un «déjà vu» de lo que vimos después de la moción de censura.

A pesar de que el triunfo del PSOE sobre el PP es claro, 123 escaños son un resultado corto para gobernar...

Es la minoría más exigua que habría tenido un Gobierno si logra ser investido. En 2015 no pudimos gobernar con esa misma cifra de escaños. De ese «no es no» que nos llevó a unas segundas elecciones, y casi a unas terceras, vemos que ahora es un «sí es sí»: pactar con Podemos, independentistas y si hace falta batasunos. No seré yo quien diga que tenemos que ir a unas elecciones repetidas, pero lo que no podemos hacer es pactar con los que quieren romper España.

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