Otegi activa un plan B de negociación para reflotar la izquiera abertzale
Se trataría de crearun frente con aparente pluralidad política al que pretende arrastrar a descontentos del PNV
La inminente llegada del «lendakari López» a Ajuria Enea con la consiguiente caída del «régimen nacionalista», el progresivo avance de Aralar dentro de la «izquierda abertzale» y la imposibilidad de que una ilegalizada y extraparlamentaria Batasuna consiga renacer de sus propias cenizas a través de ... una refundación, son algunos de los factores que han llevado a Arnaldo Otegi y a Rafael Díez Usabiaga a impulsar un «plan B» de negociación con el Gobierno.
Otegi y Usabiaga han tomado nota del mensaje transmitido por el Ejecutivo de Zapatero tras la ruptura de la tregua: «No habrá otro proceso de paz, al menos en los mismos términos y circunstancias». Así que se disponen a revisar la tradicional estrategia de negociación (con diferentes versiones) puesta en práctica por ETA-Batasuna durante los últimos treinta años.
Asumiendo que Batasuna y marcas sucedáneas como ANV o PCTV, ilegales y extraparlamentarias, han quedado desactivadas, el «plan B» de Otegi y Usabiaga contemplaría la creación de un gran frente que aglutine a nacionalistas y abertzales, con capacidad de lograr la suficiente acumulación de fuerzas que le convierta en un interlocutor válido para negociar con el Gobierno.
Los promotores de esta iniciativa pretenderían, según las fuentes consultadas por ABC que, como líderes de este frente, se exhibieran no sólo representantes de los restos de Batasuna, sino también de EA, Aralar e incluso personalidades supuestamente independientes. El «plan B» de Otegi y Usabiaga quiere discriminar al PNV como tal, con la acusación de que nunca se ha atrevido a dar el último paso para «desengancharse» de España, pero intentaría captar a sus bases más radicales, en un momento en el que la pérdida del poder puede arrastrar al partido de Urkullu a un clima de descontento y confusión que desemboque en una cadena de abandonos.
Con la participación de dirigentes de distinta procedencia, el «plan B» intentaría escenificar una supuesta pluralidad política con capacidad de representar a un sector más amplio de la sociedad vasca. Y, sobre todo, con la presencia de individuos con peso político, la estrategia emprendida por Otegi y Usabiaga trata de aparentar que el frente tiene autonomía política de calado y, por tanto, no obedece a las directrices de ETA.
El modelo irlandés
A menudo se ha emplazado a Batasuna a que se inspire en el modelo irlandés y copie la estrategia del Sinn Fein, que forzó al IRA a abandonar las armas. El «plan B» podría ser la respuesta táctica —¿engaño?— a esa demanda.
Pero, ¿estos movimientos responden a una iniciativa propia de Otegi y Usabiaga, animados por ese sector pragmático de la «izquierda abertzale» que quiere pasar página a medio siglo de terror, o, por el contrario, es un plan trampa diseñado e impuesto por ETA para engañar al Gobierno y hacerle entrar en un nuevo «proceso de paz? Las fuentes consultadas se mantienen cautas, pero se inclinan por la segunda hipótesis. Creen que Otegi, aunque tentado a liderar iniciativas por su «ego personal», no se ha atrevido, de momento, a ir por libre y emprender aventuras al margen de las directrices de ETA.
Además, los expertos antiterroristas ya advirtieron al Ejecutivo de Zapatero de que, tras la ruptura de la tregua, ETA-Batasuna iba a intentar mantener cohesionada a su base con el siguiente mensaje: «Ha valido la pena el proceso de paz porque nunca se había estado más cerca de lograr la independencia. Tras los incumplimientos del Gobierno, no hubo más remedio que reanudar la “lucha armada”, pero con vistas a forzar otro proceso, que será el último». La proliferación de intervenciones públicas de Otegi responderían a esa nueva «hoja de ruta» trazada por ETA.
Con todo, en los últimos años la pretensión de impulsar un gran frente soberanista con vocación de convertirse en interlocutor del pueblo vasco para una negociación con el Gobierno ha tenido varios laboratorios de ensayo: «propuesta de Vergara», Foro de Debate Nacional, Mesa de Málzaga... Todos han sido impulsados o han recibido la bendición de ETA. Y todos han fracasado o se han estancado por discrepancias, diferentes intereses estratégicos o incluso odios fraticidas en el micromundo nacionalista-abertzale.
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