«Josu Ternera», el «escurridizo» último histórico de ETA

Quien fuera líder de ETA en los años 80 y participara antes en el robo de explosivos que provocaron el atentado que acabó con la vida del presidente del Gobierno de Franco, Luis Carrero Blanco (20 de diciembre de 1973), no ha dejado nunca de estar en una situación próxima a la cúpula del aparato militar y político de la banda terrorista, por lo que, en su caso, clama al cielo la pregunta que se hacía Camacho, y se podría encontrar la respuesta en su paso de cabecilla de la banda a hombre clave en los tres procesos de negociación del fin del terrorismo abordados por tres Ejecutivos diferentes.

En esta singular reconversión de «Ternera», el veterano «cansado» llegó a ser designado diputado autonómico de Euskal Herritarrok (EH) en Vizcaya tras la tregua de 1998 (también miembro de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara vasca) y ha mostrado en el seno de la banda sus dudas sobre la utilidad del terrorismo para conseguir la soberanía vasca.

Pero la pregunta crucial en el caso de «Ternera» remite a las decenas de instrucciones judiciales que le han llevado a la cárcel parisina de Fresnes, a Alcalá-Meco (Madrid) y también a la prisión alavesa de Nanclares de Oca, que abandonó después de que el Tribunal Supremo ordenase su puesta en libertad al considerar que los hechos por los que estaba procesado ya habían sido juzgados en Francia . Pesaban, no obstante, en su vasto haber delictivo las acusaciones del juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón , que en 2001 apreció en un auto que «Ternera» podía ser considerado el «máximo responsable» de la supuesta estructura política de ETA -EKIN. Posteriormente, la Fiscalía del mismo tribunal pidió que Urrutikoetxea Bengoechea fuera imputado por la muerte de once personas (entre ellos cinco niños) en el atentado contra la casa cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza en 1987.

Desde 2002 pesa una orden de busca y captura contra este veterano de la organización etarra, engrosando la lista de los delincuentes más perseguidos por la Interpol en el planeta, que encabezaba Osama bin Laden.

En estos siete años de extravío, no han cesado las elucubraciones sobre su paradero y su estado, así como, especialmente, su oscilante papel en la dirección de ETA. Éstas se dispararon especialmente durante el «proceso de paz» abierto por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero , para el que la banda nombró a «Ternera» uno de las personas que viajarían a Ginebra (a través de la famosa intervención del Centro Henri Dunant para el Diálogo Humanitario, una ONG suiza) y Oslo, como ya había hecho con el Gobierno de Felipe González y las conversaciones de Argel (aunque entonces el dirigente etarra rompió toda vía de negociación en apenas unos días). También fue él el escogido para la tregua del Gobierno de Aznar, con Jaime Mayor Oreja como ministro de Interior y su pálpito de que la tregua no era más que un espacio aprovechado por la banda para rearmarse. «Josu Ternera» fue uno de los intermediarios de las conversaciones de Zúrich (Suiza). Mientras se le buscaba, curiosamente su nombre trascendía a titulares como el máximo «negociador» de la banda.

A pesar de que fuentes de la lucha antiterrorista española aseguraron en noviembre de 2008 que «Ternera» está aquejado por un cáncer terminal de estómago y recibe la terapia continua pertinente, desde entonces se viene especulando sobre una posible huida a América que le diera la posibilidad de recuperarse de su mal estado de salud y también de que había sido desplazado de la dirección de ETA, después de que se frutrase el último intento de acercamiento al Gobierno con el atentado de la T-4, con dos muertes y bajo la batuta de «Thierry».

Actualmente, no obstante y tras la caída de una retahíla de sanguinarios dirigentes, en favor del retorno de «Ternera» a la cima de la banda actuaría la entrada en escena, tras su reciente salida de la cárcel, de Arnaldo Otegi . El dirigente abertzale fue en su día el auténtico tándem de «Ternera» en la Cámara de Vitoria, protagonizando aquella famosa irrupción del discurso de investidura de Juan José Ibarretxe, el 11 de julio de 2001.

Otegi ha recobrado protagonismo de nuevo con su apuesta firme por polarizar las ideas soberanistas en torno a un proyecto común de partidos y organizaciones. En la vida pública, Otegi, y en la interna de la banda, «Ternera» abogarían ahora, tras el revulsivo que supusieron los comicios vascos del pasado 1 de marzo , por la opción que defiende en el Parlamento vasco Aralar (izquierda abertzale que preconiza la independencia del País Vaco dejando de lado la opción de las armas, y que protagonió el 1-M un ascenso notable, medrando de uno a cuatro escaños). Esta vía -que repudia la vía del terror para imponer sus germinales fines políticos- sería respaldada, además, por parte de la masa social proetarra y también por una facción del llamado «frente de los presos» de la banda.

Mientras, Otegi sigue pidiendo a gritos en cada aparición pública volver a hablar con los que fueron sus interlocutores en los meses previos al anuncio del «alto el fuego permanente» de 2006 -las conversaciones de Loyola-, el PSE de Patxi López que, el próximo 5 de mayo será investido lendakari del País Vasco.