Llamazares: «Iglesias representa una soberbia generacional, una efebocracia sin sentido»

Ha habido un cambio de representación política, pero los nuevos partidos tampoco han sabido leer el resultado pluralista. Y se han planteado unas negociaciones con líneas rojas que ahora se vienen a castigar. El 26-J no es tanto un refuerzo del bipartidismo como cierto desencanto de los nuevos partidos.

¿Podemos debería haber apoyado un Gobierno de Sánchez?

Al menos debería haber hecho un ejercicio de diálogo que no hizo. Desde el momento en que salió Pablo Iglesias exigiendo la vicepresidencia del Gobierno no se vio a Podemos con voluntad de intervenir en la dialéctica de aquellos momentos. No puedes decir que no hablas con el PSOE porque ha acordado con Rivera. Se produjo un veto mutuo entre Ciudadanos y Podemos mucho más incomprensible que el veto entre PSOE y PP. Y si el resultado es la continuidad de Rajoy –que no se ha movido– y el fracaso de cualquier alternativa, eso se castiga.

¿Cuál es el futuro de IU? ¿Qué estrategia seguirá para no diluirse?

Lo que toca es estar de manera diferenciada dentro del grupo Unidos Podemos. Tener un subgrupo y una de las portavocías adjuntas. Me parece imprescindible. Ya que no hubo generosidad en la coalición, sino una relación de subordinación y de absorción, al menos que en el grupo parlamentario haya colaboración.

¿Eso daría identidad a IU?

Eso haría que una fusión fría empezase a tener cierto calor a lo largo de la legislatura. Al contrario de lo que piensan algunos compañeros, no hemos hecho un ejercicio de confluencia, sino una coalición de última hora con resultados insatisfactorios. Para asaltar los cielos es necesario tener escalera. Y este año hemos asaltado sin escalera y a veces sin suelo.

¿Garzón no persigue simplemente integrarse en Podemos?

Esa es mi discrepancia con la cúpula del PCE y con Garzón. Esa suerte de transmigración desde IU a Unidos Podemos. Yo creo que nos dejamos demasiado en el camino. Estaría bien que hubiera una rectificación porque esa transmigración no ha tenido éxito: ni el objetivo de ganarle al PP, ni el de ser mayoritarios en la izquierda ni el de sumar. No hemos conseguido ninguno de los objetivos y deberíamos ser autocríticos. Por tanto, si hay un proceso de superación de IU, que sea con toda IU. La transferencia de sangre roja a Podemos ha producido una hemorragia y tenemos que cauterizar la herida.

¿A dónde se han ido esos 1,2 millones de votos?

Hay un electorado común que no se ha sentido movilizado. Probablemente una parte del electorado de Podemos ya estaba desmovilizado, y por eso llegaron al acuerdo con IU, para paliar esa hemorragia. Es evidente que Podemos iba a la baja e IU iba al alza. Además, fue una campaña en zigzag, que tan pronto era socialdemócrata como de izquierdas. Tan pronto eras de Zapatero como del 15-M. Se intentaba mantener el amplio abanico de Podemos y se acabó desconcertando a unos y a otros. Sería equivocado echarle la culpa a IU, pero también a Podemos. Nadie pide cabezas. Lo que sí pedimos es un análisis profundo.

¿Pablo Iglesias ha sido un hándicap para el votante de IU?

Un electorado informado no duda del carácter de izquierdas de Pablo. Sí duda de sus formas en el sentido del respeto a la pluralidad. Por otra parte, es el representante de una cierta soberbia política y generacional. Una suerte de efebocracia que yo creo que no tiene ningún sentido. Dividir ahora a la izquierda por su edad no me parece lo más adecuado.

¿Es un problema de formas?

Su reto ahora es consolidarse. Errejón defiende el espacio transversal y otros defenderán el espacio de izquierdas. IU no tiene ese debate interno, tiene el de representar a su organización y a su electorado. Eso requiere cambios también respecto a lo que salió de la Asamblea de IU. Probablemente estemos haciendo el cambio hacia el modelo Podemos cuando Podemos está de vuelta de su modelo.