Entrevista
Carmen Iglesias: «Me sorprende que se quieran ignorar los crímenes de ETA, pero se desentierre a Franco»
La directora de la Real Academia de la Historia critica el adanismo de nuestros políticos y el intento de justificar el presente mediante la revisión del pasado
La Real Academia de la Historia se halla en un enorme caserón de gruesas paredes de piedra en la calle del León. Fue construido por Juan de Villanueva en 1788 sobre un antiguo convento. Dos estatuas, una de Don Pelayo y otra de La Felicidad, ... con mayúsculas, flanquean el portón de la entrada. Una placa en la fachada recuerda el paso de Marcelino Menéndez Pelayo por la institución. El despacho de Carmen Iglesias, lleno de libros y papeles, ofrece una falsa impresión de desorden. Hay un retrato de Isabel II, que viste un llamativo traje azul, de Madrazo. La directora de la Academia se sienta en un sillón de terciopelo rojo, iluminado por la luz que entra a través de varios ventanales. Lleva seis años al frente de la institución , en la que sustituyó a su amigo Gonzalo Anes.
«La historia es imprevisible. Ocurren cosas que no se pueden predecir. Siempre ha sido un campo de batalla . E igual sucede en nuestro tiempo. Pero la historia debe ser objeto del examen de los historiadores y no de los políticos. Se está utilizando para justificar el presente en función de los fantasmas del pasado», afirma.
Interrogada sobre la revisión de la historia que están impulsando algunas fuerzas políticas, señala: « Existe un adanismo que es un mal que viene de muy lejos. También se produjo en la Transición, en la que se olvidó que hacía un siglo Cánovas y Sagasta habían pactado un nuevo régimen. Tenemos una imagen distorsionada de la historia de España como un enfrentamiento entre buenos y malos. Pero, como decía José Antonio Maravall, los historiadores no somos jueces en el valle de Josafat, sino que tenemos que estudiar las condiciones que se producen en cada época y sacar las lecciones de los hechos».
Se muestra muy crítica contra la ley de memoria histórica de Zapatero y el anuncio del Gobierno de Sánchez de una nueva norma: « Memoria es siempre memoria individual . La historia es otra cosa. Me sorprende que se quieran ignorar los crímenes de ETA y, sin embargo, se haya sacado a Franco de su tumba, del que hoy, por cierto, se habla más que nunca».
Carmen Iglesias evoca su entrada en la Universidad en los años 60 en pleno franquismo y la sensación de mediocridad y falta de libertad que le producía el régimen. «La Universidad en aquella época era un oasis. Pero la sociedad me ahogaba , me sentía agobiada en aquel país. Los libros y los discos había que traerlos de fuera, había una gran represión. Siempre albergué la esperanza de que los que habíamos nacido en aquella dictadura pudiéramos vivir en una democracia», confiesa.
«Como mi padre había fallecido cuando era muy niña y mi madre vivía fuera de España, yo encontré a mis amigos y mi familia en aquella Universidad. Muchos de ellos venían del colegio Estudio. Entré en el FUDE y en el Felipe y luego me fui a París. Allí descubrí a Sartre, a Camus y el existencialismo».
Y prosigue su reflexión: « La democracia es una tela de Penélope , en palabras de Rodríguez Adrados. Es un instrumento de convivencia, el menos malo de todos. Pensar que esto iba a marchar por su cuenta, sin hacer nada, es un error gravísimo. Al igual que creer que somos nosotros quienes hemos inventado la historia. Se olvida lo que ha costado llegar hasta aquí, lo que ha costado conseguir la igualdad, la libertad y el bienestar del que gozamos. Se ha pagado con mucho dolor y miseria de nuestros antepasados».
«Vivimos en un permanente descrédito de la memoria . La memoria es necesaria para entender. Las cosas se olvidan, pero nos queda el marco para entender y saber lo que está bien y lo que está mal», asegura.
Quizás ese afán por recuperar la memoria sea el hilo conductor de la impresionante obra de esta mujer, que es también académica de la Lengua desde hace 20 años. Ocupó el sillón de Torrente Ballester. Ahí están sus libros sobre Montesquieu, sobre Rousseau y sobre la Ilustración, su larga labor docente en la Facultad de Políticas de la Complutense, su trabajo al frente del Centro de Estudios Políticos, su labor como responsable de grandes exposiciones como la dedicada a Felipe II en El Escorial y los muchos premios a nivel nacional e internacional que han jalonado su trayectoria académica. Sin embargo, no se hace muchas ilusiones sobre la influencia de los intelectuales en la sociedad española: «Los artistas están presentes en los medios de comunicación. Pero no veo ningún filósofo ni historiador salvo casos excepcionales. Los intelectuales son hoy ignorados en nuestro país, no son referencia de nada. El papel del intelectual en el siglo XIX y la primera mitad del XX se ha perdido en la sociedad española. Eso no significa que no haya pensamiento. Lo hay, pero no se le reconoce. Se le ignora».
Carmen Iglesias apunta a la degradación del sistema educativo que se ha producido tras las diferentes reformas. Y no elude su opinión sobre la «ley Celaá»: «La Real Academia Española se ha visto obligada a tomar posición porque lo que está ocurriendo es que se está eliminando la enseñanza del español mediante políticas de inmersión lingüística. Esto lo propugna una cierta izquierda y ello va contra los más desfavorecidos porque rompe toda posibilidad de igualdad de condiciones con independencia del lugar de nacimiento o la condición social. Se están poniendo en cuestión con esta reforma la meritocracia y el principio de igualdad de oportunidades. Y se recurre al eufemismo y la paráfrasis para ocultar la supresión del español». Recuerda que se ha multado a los comerciantes por rotular en castellano y que se ha prohibido hablar la lengua común en los patios de los colegios de Cataluña: «Ha habido una política de acoso evidente y ahora todo esto ha estallado».
Politización de las lenguas
La directora de la Academia subraya la nefasta politización de las lenguas que ha impulsado el nacionalismo. «Siempre ha existido un bilingüismo entre los españoles . La gente hablaba normalmente español y catalán. Ahora se ha instrumentalizado el uso de la lengua, lo que es un drama para muchos ciudadanos que lo sufren en su vida cotidiana», asegura.
¿Hay soluciones para los graves problemas de este país? Carmen Iglesias se declara optimista y evoca las dificultades y los obstáculos que ha tenido que superar España en su historia reciente: «Siempre hay esperanza. Nuestra historia ha tenido momentos brillantísimos . Por ejemplo, la etapa de la monarquía hispánica que duró tres siglos, cuya visión ha sido manipulada por la leyenda negra. Hoy desconocemos las acciones de aquellas gentes de brújula y espada que se fueron a América. Soy optimista sobre nuestro futuro, aunque a la vez tengo ese pesimismo existencial de ser consciente de que las cosas se acaban, de que todo es temporal en la historia», observa.
Fue preceptora de Don Felipe, por el que nunca ha disimulado su aprecio. Interrogada sobre el futuro de la monarquía en nuestro país, afirma: «No soy adivina. El Rey está haciendo todo lo que puede dentro de lo que es una monarquía constitucional y parlamentaria, que es un régimen mixto que combina la unidad de la nación que representa la institución y la libertad y los derechos que garantiza nuestra democracia. Realmente, Don Felipe hace lo que puede dentro de un campo limitado por su papel constitucional. Pero ninguna Constitución es perfecta. O hay una actitud de consenso de las fuerzas políticas o, si no, todo estallará por las costuras», advierte.
«Yo no creo que haya que reformar la Constitución en este momento. Entre otras razones, porque no existe ese consenso y además estamos inmersos en una grave crisis política, social y económica, con una fuerte división social. Lo que no entiendo es que haya partidos que están en el Gobierno gracias a los mecanismos de alternancia de la Constitución y que se dedican a atacar a sus órganos. No se entiende ni se puede consentir que una formación que accede al poder y que gobierna esté haciendo oposición a las instituciones clave del Estado. Eso no sucede en ningún lugar», afirma.
«Me impresiona el respeto reverencial que existe hacia los políticos y que también existía en el franquismo. Parecen los amos de las cosas, pero no lo son. En España es más importante tener un cargo que ser un sabio o un gran científico. Ha habido una veneración de la clase dirigente que existió ya en la Transición y que se ha transformado en algo perjudicial para la democracia», subraya.
Su reflexión conduce al descrédito de la política que va creciendo en la sociedad española y al avance de los populismos y los nacionalismos. «Vivimos en un tiempo en el que hay una hegemonía del pensamiento de grupo . Se cree que la identidad está definida por pertenecer a un grupo. Pero esto es muy peligroso porque el grupo tiende a generar sumisión. Este tipo de pensamiento implica una pérdida de libertad. Hay miedo a decir lo que se piensa», manifiesta.
Despotismo suave
«Alexis de Tocqueville se refiere a un despotismo suave de ciertas sociedades y eso lo observa en Estados Unidos. Los ciudadanos se abstienen de pensar y decidir porque se conforman con un alto grado de entretenimiento y de bienestar. Ya veía el enfrentamiento posterior entre dos modelos: la libertad que representaba la democracia americana y el camino de la servidumbre, encarnado por Rusia. En eso acertó», concluye.
Ese despotismo suave se ha acentuado hoy por las nuevas tecnologías y la aparición de internet, que han creado una falsa ilusión de participación. Iglesias se muestra muy crítica con la cultura del espectáculo y expresa su inquietud por su influencia en la juventud. Dice: « La verdad es absolutamente fundamental . Hay que educar a las generaciones más jóvenes en esta idea. Me he encontrado en mi etapa como profesora universitaria a buenos alumnos que se venían abajo. Y ello porque no habían sido educados en la postergación de la gratificación. Hay que aprender a esperar y no exigir una gratificación en el momento de hacer una cosa porque eso es imposible. Hemos educado a las nuevas generaciones en la necesidad de una satisfacción permanente e inmediata. Eso es una gran carencia de la cultura occidental».
Formula a continuación la siguiente reflexión: « El orden es más raro que el desorden . Nuestro mundo es el resultado de las leyes de la entropía y de unos niveles de complejidad que van aumentando. Pero esa creciente complejidad crea fragilidad, nuevas debilidades. La evolución humana se basa en un aprendizaje colectivo y se observa que en nuestra sociedad hay una tendencia a minusvalorar o destruir este bagaje que tanto ha costado adquirir. Primero es la sociedad, luego la soledad».
Iglesias insiste en la imposibilidad de prever el futuro y cita la frase de Havel en la que expresaba la necesidad de vivir en la incertidumbre y de la falta de certezas de una vida plena de «huecos y fragmentos». Para la directora, «la existencia está sometida a cambios constantes e inevitables, cuyo sentido sólo puede ser entendido a posteriori. Como decía Marx, la historia se repite en clave de farsa, pero lo cierto es que los muertos son distintos ».
Para finalizar la conversación, Carmen Iglesias hace referencia a los proyectos de la Academia de la Historia y al ingente trabajo que ha supuesto el diccionario biográfico. « Haz siempre lo que debas hacer , pero sin que te tengas que arrepentir mañana de lo que has hecho hoy. Fue un consejo de mi madrina y siempre he intentado seguirlo», recalca. Un perfecto epílogo al diálogo con esta mujer, a la que alguna vez he escuchado decir que «la política es un pacto con el diablo» y que su deseo más ferviente es disponer de tiempo para leer en la impresionante biblioteca de su casa en el Madrid de los Austrias.