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110 motivos para admirar a españa

Melilla: Nunca nos faltó España y nunca le faltamos a ella

Nuestra identidad se forjó dentro de un papel activo en la configuración de la Nación

Melilla: Nunca nos faltó España y nunca le faltamos a ella ftoolia

JUAN JOSÉ IMBRODA ORTIZ

A lo largo de los siglos, Melilla ha ido profundizando en ese sentimiento español que le vino dado en su fundación, allá por el mes de septiembre de 1497. Los avatares de esta tierra, traducidos en hitos de su historia, no hicieron más que dar densidad a una convicción que permanece y crece de generación en generación.

Nuestra identidad y personalidad se forjó dentro de un papel activo en la configuración de España; hechos de distinta magnitud y sentido depararon a Melilla un protagonismo que no produjo más que ar ra i go, lealtad y amor por nuestra condición hispana. No pocas vicisitudes nos tocó vivir y frecuentes fueron los momentos de contrariedad y precariedad que jalonan nuestro periplo. Siempre hubo una esperanza y un horizonte que dio luz al presente alumbrando el porvenir, nunca nos faltó España y nunca le faltamos a ella... Y así hasta nuestros días como una prolongación serena, pero segura, hacia el futuro. De ahí que la admiración por nuestra Nación para nosotros signifique entrega y protección a unos valores que la distinguen como grande y coautora de la sociedad occidental.

Pero Melilla aporta, dentro de España, ricos matices que se han venido fraguando lenta y suavemente con el paso del tiempo. Nuestra compleja diversidad, estructurada en creencias y tradiciones que a ritmo osmótico se enriquecen, es laboratorio de experiencias que un mundo como el actual, y el que viene, exigen como referencias.

Tolerancia, respeto, solidaridad, al fin y al cabo, convivencia , adquieren aquí, en la España periférica, condición de normalidad y rutina y le confieren como baluarte exponencial de lo que la evolución social necesita en su deseo de paz y progreso. Nuestra realidad social, cualificada por la diversidad de formas de mirar al cielo pero con una base común de objetivos y anhelos en un camino compartido como melillenses y españoles todos; como ciudadanos de una misma condición identitaria, es una luz que puede guiar en una sociedad, demasiado convulsa en ocasiones y de tanta incomprensión. Es una realidad cierta, que se puede palpar en el devenir diario y que evoluciona desde nuestra situación geográfica distante, a la que, lejos de haberle dado la condición de separación de orillas, hemos sabido dar la condición de unión entre ambas. No vivimos, aquí en Melilla, en un marco ilusorio, sí en un espacio ilusionante que cree firmemente en sus orígenes , en su objetivo presente como puente al futuro en una España en clara vocación de aportar su vivencia, lo que genera su gente.

Es por todo ello nuestra gratitud militante a España , nuestra razón de ser. Entendemos de la fortaleza de ella, de sus instituciones, de su capacidad ante la adversidad como incentivo a la superación. Creemos que todo sacrificio no es baldío, que todo sufrimiento no es estéril, que somos capaces de invertir desazón en esperanza y retos cumplidos. Creemos en España porque somos parte convencida y activa y no hay mayor garantía de seducir al exterior que manifestando y ejerciendo como tal la sugestión propia, interna.

Melilla, me permito decirlo, porta el más noble sentimiento español , expresado sin ambages, incluso cuando en ocasiones lo que nos corresponde no es satisfecho conforme a justicia y equilibrios. Entendemos de un patriotismo tranquilo pero nítido, sabemos que, más allá de puntuales diferencias, España, como punto de unión, de partida y de llegada, cimienta nuestra vida. Es una actitud, una forma de existir, ante el éxito o el fracaso, ante los retos y las consecuciones.

Ahora, desde hace tiempo, cuando algunos territorios o, mejor dicho, responsables de algunos territorios cuestionan por objetivos no claros una unidad que siempre, con mayor o menor dificultad, avanzará a un progresivo grado de superación y prosperidad, Melilla y su conjunto social mantienen y potencian la expresión de su españolidad, su confianza en España como espacio de libertad, igualdad y esforzada en alcanzar a volver a ser escenario de oportunidades, muy especialmente para una juventud preparada pero injustamente señalada con pocas expectativas. Melilla quiere promover la esperanza.

En el transcurrir de su densa historia, Melilla fue nutriéndose de la experiencia y vivencia de un gran número de foráneos que, por diversas razones, recalaron en esta antigua Rusadir fenicia. Ellos nos aportaron matices de otras tierras, fundaron y dejaron familia, crearon riqueza y la recogieron, pero, más allá de todo eso, muchos testimonios expresados reflejaron y reflejan una idea común: pudieron sentir vivamente cómo se palpa a España en esta ciudad mediterránea, africana, puerta de Europa y puente de dos mundos unidos para siempre.

España no ha dejado de ser lo que fue ni lo que es, una nación grande, señalada por la rica historia y de presente, aun en dificultades, claro hacia un porvenir. Como españoles y melillenses aprovechamos cuando la oportunidad se brinda para manifestar un sentimiento puro basado en nuestros ideales y en nuestra vocación: España, confiemos siempre en ella.

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