De la era del 'usar y tirar' y la obsolescencia programada a la de los productos 'para siempre'

La Oficina Europea del Medio Ambiente, en un informe publicado en 2019, estima que, para compensar su huella ecológica, los teléfonos móviles tendrían que durar como mínimo 25 años, lejos de los tres años de media actuales. Este déficit es solo la punta del iceberg de un problema creciente, la basura electrónica. Según un estudio de la Universidad de Naciones Unidas, ese ejercicio se generó el récord de 53,6 millones de toneladas de residuos de aparatos electrónicos en el mundo, el equivalente a 350 navíos del tamaño del transatlántico Queen Mary. Y para 2030, se espera que se alcancen los 74 millones.

La propia Comisión Europea advierte de que se producen pérdidas de valor cuando productos total o parcialmente funcionales se desechan porque no son reparables, no puede sustituirse la batería, el software carece ya de soporte o no se se recuperan los materiales incorporados en los dispositivos. El Eurobarómetro especial nº 503, de diciembre de 2020, revela, además, que dos de cada tres europeos desearían seguir utilizando sus dispositivos digitales durante más tiempo, siempre que las prestaciones de estos no se vean significativamente afectadas.

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César Córcoles, profesor de los Estudios de Informática, Multimedia y Comunicación de la Universitat Oberta de Catalunya, explica que la incorporación de nuevas funcionalidades a los aparatos hace que, con cierta antigüedad, se vuelvan más lentos y llegue un momento en que dejen de funcionar. Las actualizaciones periódicas por motivos de seguridad también contribuyen a ello. «Si hablamos de software y móviles, una app sofisticada se puede probar en unos cuantos dispositivos con Android 12, 11 y 10. Pero si nos vamos a Android 8, cada vez es más difícil hacer pruebas en esos dispositivos, los desarrolladores tienen menos clientes que utilizan ese sistema operativo y dejan de dar soporte a la aplicación», ejemplifica. Respecto a la reparabilidad, asegura que si hace un tiempo los componentes electrónicos estaban a la vista y cualquier 'manitas' podía sustituirlos, ahora se integran en chips. «Es más barato de fabricar, pero presenta el problema de que cuando se estropea el usuario no tiene posibilidad de repararlo», advierte. Este escenario, sin embargo, podría tener los días contados.

Benito Muros, presidente de la Fundación Energía Sostenible sin Obsolescencia Programada (FENISS), reconoce que es inviable pretender que de la noche a la mañana todos los productos cambien porque se perjudicaría al crecimiento y al empleo, pero defiende la necesidad de que haya una agenda para caminar progresivamente hacia un modelo en el que exista un equilibrio entre lo que el planeta genera en términos de materias primas y lo que consume. En este sentido, recuerda que el primer avance se produjo en 2014, cuando la Comisión elaboró una directiva que invitaba a los estados miembros a legislar sobre esta cuestión.

Con el Plan de acción para la economía circular, lanzado por la Unión Europea en 2015, se sentaban las bases para avanzar en esa transición. Bajo el paraguas del Pacto Verde Europeo, la Comisión presentó en marzo de 2020 un Nuevo Plan de Acción que contempla el desarrollo de medidas para mejorar la durabilidad, reutilizabilidad, actualizabilidad y reparabilidad de los productos. Más recientemente, el 30 de marzo de este año, publicó la propuesta de Reglamento sobre diseño ecológico de productos sostenibles, basada en la Directiva de Ecodiseño (Directiva 2009/125/CE).

«La normativa implica que el diseño de los aparatos electrónicos conlleve una manera de poder ser reparados y que el coste de la reparación no sea más caro que el de comprar uno nuevo. También establece que todos los fabricantes se registren en una web de la UE, teniendo de plazo hasta el 30 de marzo de 2023. Una vez lo hagan y cumplan una serie de requisitos, el producto incluirá un pasaporte digital gracias al cual el consumidor podrá consultar todas las características técnicas, de durabilidad, etc. de ese aparato», explica Muros.

La valoración de los expertos es positiva. «Para el consumidor están mejorando las cosas», dice Muros. Por su parte, Óscar Lage, responsable de Ciberseguridad y Blockchain de Tecnalia, aplaude la idea del pasaporte electrónico. «Dará información sobre la vida útil estimada, las posibilidades de desmontaje y reparación, la gestión del producto al final de su vida útil… Para que el pasaporte sea válido, contendrá datos de todos los actores de la cadena de valor y cada uno dejará en blockchain información sobre su parte», subraya. Cree que las medidas que estudia la Comisión en el marco de su propuesta de Reglamento tendrán, de ver la luz, un impacto favorable para la sociedad.

En concreto, Lage celebra la idea de que las baterías sean reemplazables o que garanticen 500 cargas completas antes de deteriorarse al 83% de capacidad; que los fabricantes ofrezcan actualizaciones de seguridad durante cinco años desde que el producto se introdujo en el mercado; o que suministren a los talleres de reparación piezas de repuesto durante el mismo plazo. «Digital Europe (que representa a firmas como Apple, Samsung o Xiaomi, entre otras) dijo que ofrecer piezas de repuesto generará costes más altos para el consumidor y provocará una reparación excesiva. Incluso hay analistas que hablan de la desaparición de la gama baja de móviles», recuerda el experto. En su opinión, en caso de que se aprueben las medidas, existe el riesgo de que escaseen componentes clave para forzar a la gente a cambiar de dispositivo o llevarlo a reparar a los servicios técnicos oficiales. «Estas multinacionales querrán seguir ganando lo mismo, pero lo harán de otra forma. Aun así, aunque paguemos un poco más por el dispositivo y por las reparaciones, el planeta va a salir ganando», zanja.

Hoy en día, con horas y horas de investigación, es posible alumbrar 'productos eternos'. Un ejemplo es Gillete Labs, la división de innovación y tecnología de la marca, que ha lanzado una máquina de afeitar con mango blidando con garantía de por vida. «Está desarrollado de dos materiales. Por un lado, una aleación metálica con zinc, un material fuerte, estable, resistente e incluso reciclable, que también protege frente a la corrosión. Por otro lado, el 'grip' de la máquina, que hace que la ergonomía del mango sea cómoda, es un elastómero termoplástico que permite que el producto, aunque pasen años, tenga el aspecto de uno nuevo», indica Donato Diez, Brand Director de P&G Grooming. A esto se suma una barra exfoliante, incorporada en el mango. «Es un polioximetileno, un tipo de material que para el uso que se le va a dar, no tiene degradación. Ofrece la misma exfoliación cuando se compra que transcurridos veinte años», apuntan desde la firma.

DigitalES, Asociación Española para la Digitalización, que reúne a las principales empresas del sector de la tecnología e innovación digital en España, presentó la semana pasada el informe 'Equipos y dispositivos sostenibles: durabilidad planificada para una economía cada vez más circular'. Juan Antonio Prados, EMEA country governance lead en Lexmark y co-líder de la línea de trabajo de Digitalización Sostenible en DigitalES, aseguró en su intervención que el modelo de mantenimiento y reparación es el que se va imponiendo de modo natural, siendo los servicios tan o más importantes como el dispositivo. «Estos servicios son clave para alargar la vida útil de los productos aplicando toda clase de herramientas digitales para monitorizar y optimizar las intervenciones», indicó.

Las principales telecos europeas (Telefónica, Vodafone, Orange, Deutsche Telekom y Telia Company) han puesto en marcha Eco Rating, un sistema de etiquetado que identifica los 'smartphones' más sostenibles en función de cinco de parámetros: durabilidad, reparabilidad, reciclabilidad, eficiencia climática y eficiencia en el uso de los recursos.

En España, el Ministerio de Consumo ha implementado un índice de reparabilidad para productos eléctricos y electrónicos que muestra, en una escala de cero a diez, cómo de reparable es el dispositivo. «Está vigente desde el 1 de enero de 2022, pero con carácter voluntario, por lo que la mayoría de los fabricantes no tienen en cuenta la norma», comenta Muros. Nuestro país sigue así los pasos de Francia, donde el sello es obligatorio desde enero de 2021.

Hay quien se muestra escéptico sobre el impacto de este tipo de iniciativas. César Córcoles, por ejemplo, cree que los consumidores en general tienden a ignorar la etiqueta y terminan por comprar el producto que más les gusta o que mejor se ajusta a sus necesidades. Asimismo, alerta de que puede ocurrir que los fabricantes realicen cambios en el diseño orientados a obtener una nota más alta sin que verdaderamente sean más reparables. Como conclusión, está convencido de que a largo plazo no quedará otro remedio que prestar atención a estos asuntos, pero por el momento piensa que los fabricantes no están demasiado comprometidos, en parte porque los consumidores no le dan un gran valor a la reparabilidad en sus decisiones de consumo.

Desde DigitalEs abogan por un 'índice de reparabilidad' armonizado con los desarrollos que aún se están definiendo en la UE sobre esta materia, que concrete metodologías y criterios técnicos para dar uniformidad al marco legal, y que incorpore un periodo transitorio de voluntariedad, para fomentar una implementación progresiva y más efectiva.

Huella económica y ecológica. Un núcleo familiar con cuatro miembros puede gastar hasta 50.000 euros a lo largo de su vida a causa de la obsolescencia programada, que también dificulta la transición hacia una economía verde. En 2019 se generó en el mundo el récord de 53,6 millones de toneladas de basura electrónica. En España, solo se recicla el 41% de estos residuos, según datos de Eurostat.

Hacia nuevas exigencias. La Comisión Europea publicó en marzo de este año una propuesta de Reglamento sobre diseño ecológico de productos sostenibles. La intención es que cada dispositivo comercializado en la Unión Europea incluya un pasaporte digital que proporcione información sobre la vida útil estimada, las posibilidades de reparación y montaje, etc.

Opciones de autorreparación. Apple ha anunciado esta semana que ofrecerá a sus clientes de Alemania, Bélgica, España, Francia, Italia, Polonia, Reino Unido y Suecia la opción de obtener piezas originales y las herramientas que usa la compañía y sus servicios autorizados para reparar los dispositivos. Las piezas sustituidas se podrán devolver a Apple para su reacondicionamiento y reciclaje.

España pasa a la acción. El Ministerio de Consumo ha implementado un índice de reparabilidad, por ahora, de carácter voluntario. Además, la actualización de la Ley General de Defensa de los Consumidores ha ampliado de dos a tres años el plazo de garantía legal y de cinco a diez el tiempo en que el fabricante está obligado a mantener disponibles sus piezas de repuesto.