Vuelta a la casilla de salida

El precio del gas la semana pasada cerró ligeramente por encima de los 20 euros frente a los más de 350 que llegó a tocar en el peor momento de la crisis energética en el verano de 2022

El precio del gas

Planta regasificadora de la Bahía de Vizcaya EP

El precio del gas europeo cayó la semana pasada al nivel de antes de que Rusia empezara a cortar el suministro en 2021, lo que es la mejor prueba de que hemos dejado atrás la crisis energética. El aumento de las importaciones de gas ... licuado, unos inviernos más suaves y la reducción de la demanda ha llevado a que esta crisis se saldara de mucha mejor forma de lo esperado. El precio del gas la semana pasada cerró ligeramente por encima de los 20 euros frente a los más de 350 que llegó a tocar en el peor momento de la crisis energética en el verano de 2022.

La bola de partido se ha salvado mucho mejor de lo que nadie podía haber imaginado. Por el camino no hemos sufrido apagones ni han sido necesario cortes de suministro ni nada por el estilo. De hecho se puede decir que los países europeos han superado este examen con nota lo que da pie a algunas reflexiones.

Por un lado, la capacidad de adaptación que tienen las economías en un mundo globalizado lo que sin duda es una gran noticia porque reduce las amenazas que suponen las dependencias de materias primas sobre todo de los países desarrollados. En este punto importa destacar el papel que ha jugado Estados Unidos, que de forma muy acertada optó hace años por la independencia energética, lo que sin duda se ha convertido en un acierto estratégico y una de las razones principales por las que Europa ha podido salir razonablemente bien parada del corte de suministro de gas por Rusia. Las autoridades europeas harían bien en sacar lecciones de lo sucedido y enfrentarse al futuro con planteamientos más realistas. Un mayor pragmatismo por parte de la Comisión es absolutamente indispensable en éste y el resto de frentes que tiene ahora mismo abiertos Europa.

Y, segundo, abundar en que una vez más los peores augurios no se ha cumplido y no por eso los fatalistas van a seguir gozando de mejor prensa en todo lo tocante con las previsiones económicas. Y aunque esté más que analizado y sepamos el flaco favor que nos juegan las emociones a la hora de evaluar el impacto económico de cualquier evento, la superioridad moral de los pesimistas sigue incólume. Y no, los catastrofistas no son mejores analistas como este episodio del gas vuelve a demostrar. De hecho se equivocan más aunque esos fallos no hagan mella en su reputación. Pero no por ello debemos dejar de denunciarlo sobre todo los que pasamos por optimistas empedernidos.

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