El Quinto en Discordia
Las casas aguantan
Con el empleo aguantando y sin un problema de deuda privada, la cosa difícilmente se puede torcer mucho
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Obras de vivienda del Plan Vive en Getafe (Madrid)
Hay cierta frustración porque el precio de las casas no cae. El razonamiento es simple: si las cosas se están torciendo y en el resto del mundo -grosso modo- el precio de la vivienda está corrigiendo, aquí debería pasar tres cuartas partes de ... lo mismo.
Se ve en las entrevistas que se hacen a los actores principales del sector en las que el periodista prácticamente zarandea al entrevistado cuando responde que no prevé caídas en los precios. Se percibe también en las conversaciones que surgen el tema de la ansiedad con la que muchos esperan fervientemente una caída dando la sensación de que confunden realidad con deseos.
Y una mirada fría sobre el tema permite concluir que difícilmente caerá significativamente el precio de la vivienda. Por una lado, la economía puede que se desacelere algo pero no va a ser en ningún caso una desaceleración pronunciada. De hecho, puede que lo peor sea lo que estamos viendo ahora y tampoco es que sea para tanto. Con el empleo aguantando y sin un problema de deuda privada, la cosa difícilmente se puede torcer mucho.
Además, y esto importa destacarlo, el ciclo del ladrillo español está en un momento completamente distinto al de muchas economías comparables. Básicamente nos hemos pasado los últimos doce años digiriendo los excesos de la burbuja anterior que como todos sabemos fue una burbuja de dimensiones bíblicas. En los últimos años la construcción de nuevas casa ha estado por debajo, muy por debajo de hecho, de la creación de nuevos hogares. La demanda supera con creces la oferta porque aunque haya stock no se encuentra donde la gente quiere tener una casa y un problema importante que tienen las viviendas es que no tienen ruedas y no se pueden llevar de un lado a otro en función de cómo vaya evolucionando la demanda.
A lo anterior hay que sumar también el incremento de compras por parte de extranjeros que también quieren recuperar el tiempo perdido y eso resulta más agradable en por ejemplo la Costa de Sol que en el bucólico mar Báltico y el hecho de que no haya un parque suficiente para el alquiler.
El precio de la vivienda no va a corregir. Siento contarles esta realidad tan antipática. Pero entretanto se pueden consolar con que la economía española tiene por delante años buenos de la mano del ladrillo porque como seguro recordarán, España va bien cuando el ladrillo va bien.