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España no levanta el pie del acelerador en su viaje de reinvención de la energía
Los expertos coinciden en que el impacto a corto plazo de la invasión rusa de Ucrania no diluye la apuesta de la UE por las renovables, con el objetivo de alcanzar la neutralidad climática en el horizonte de 2050
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Iniciar sesiónLa próxima semana se celebrará en Ifema una nueva edición de Genera, Feria Internacional de Energía y Medioambiente. Un ineludible quién es quién para un sector, el de las renovables y la eficiencia, que vive un momento de ebullición a pesar del impacto ... de la guerra en Ucrania en el proceso de descarbonización emprendido por la Unión Europea. Para llegar a la neutralidad climática en 2050, según el objetivo que se ha marcado Europa, hay una hoja de ruta con varios momentos claves, entre ellos el del 2030, fecha en la que se pretende reducir las emisiones de la UE al menos un 55%.
Sin embargo como consecuencia del conflicto bélico, tal y como indica José Angel Peña, subdirector infraestructuras, servicios, personal y relaciones institucionales del Instituto de Investigación en Ingeniería de Aragón (I3A), de la Universidad de Zaragoza (Unizar) , «probablemente los plazos tengan que dilatarse. Sobre todo, los más próximos en el tiempo, como 2030, por ejemplo. Dependerá mucho en lo que se prolongue la guerra y todavía es pronto para predecirlo con seguridad».
Y es que por causa de la invasión de Ucrania, tanto Estados Unidos como Europa han tratado de presionar a Rusia reduciendo su consumo de gas natural procedente de los yacimientos siberianos. «Como consecuencia de estas medidas de presión se ha modificado la visión sobre algunas fuentes de energía, como es el caso de la nuclear que ha pasado a considerarse «verde» (no tanto en cuanto a su sostenibilidad, sino a que no favorece el efecto invernadero causado por la emisión de CO2)», resalta Peña.
Asimismo, Alemania ha reactivado algunas de sus centrales térmicas de carbón. «La alternativa es el déficit energético, y todas sus implicaciones (geoestratégicas, industriales y domésticas)», añade.
Sustitución acelerada
No obstante Marta Sánchez Álvarez, socia responsable de Estrategia y Consultoría del Sector Energía en EY, recuerda que este conflicto acelera el proceso de descarbonización. «Debemos diferenciar los impactos que tiene sobre la descarbonización de la demanda y sobre las fuentes de generación de energía. La crisis ha impactado en los precios del gas marcando registros nunca antes imaginados derivados de la demanda para llenar los almacenamientos al 9 % antes de la llegada del invierno de 2022, y la perspectiva de potenciales roturas de suministro», matiza.
De ahí el impacto sobre la industria, concretamente en la cogeneración industrial en el caso concreto de España. «La industria está acelerando el desarrollo de sus planes de descarbonización, lanzando la evaluación de alternativas tecnológicas para sustituir esta fuente de energía por gases renovables, por biomasa, electricidad renovable con almacenamiento…», indica Sánchez. También se ha acelerado el despliegue de solar fotovoltaica en autoconsumo tanto para el sector industrial como el doméstico.
En este camino hacia la descarbonización España cuenta con unas fortalezas que le sitúa en una buena posición. Entre ellas, «el potencial de instalación de generación renovable, solar y eólica, que permitirá disponer de energía de cero emisiones barata tanto para la industria como para el resto de los consumidores. Esto debería potenciar también el desarrollo Industrial en nuestro país de tecnología de almacenamiento de energía que permita añadir firmeza a la generación renovable», indica la socia responsable de Estrategia y Consultoría del Sector Energía en EY.
Otra de las fortalezas de España es el potencial de desarrollo de generación de gases renovables. En el caso del biometano, por el potencial de residuos agrícolas y ganaderos, con un impacto positivo doble: de un lado reduciendo nuestra dependencia energética, y de otro contribuyendo a resolver un problema serio de gestión de residuos. «Y en el caso del hidrógeno verde por la disponibilidad de energía renovable para llevar a cabo su producción. Otra fortaleza complementaria es la existencia de una red de gas natural que permitirá integrar estos gases en el sistema», resalta Sánchez Álvarez .
José Ángel Peña recuerda también que al comienzo de la guerra España podía afrontar mejor la transición por tener un gasoducto directo con Argelia (no pasaba por Europa) y disponer de seis estaciones regasificadoras, que permiten la introducción de gas natural a partir del licuado (GNL), en la red de suministro de todo el país.
Aunque esta situación cambió a peor hace unos meses. « El gas natural tiene que ser necesariamente el protagonista de la transición, puesto que contamina menos (produce menos CO2) y es un recurso todavía abundante», puntualiza. También observa que en España hay cambios necesarios que se ven difíciles en un periodo de tiempo corto.
«Uno de ellos es la sustitución de los vehículos de combustión interna. Aunque el número de eléctricos es creciente, no llega a despegar», afirma el docente. Son varios los motivos, «pero creo que la baja implantación de redes de puntos de recarga es uno de ellos». Igualmente, por los precios comparados con uno de motor de combustión interna. «Otra alternativa eficaz es el vehículo de hidrógeno, pero asimismo necesita del desarrollo de una infraestructura ahora mismo inexistente, y hoy por hoy además es demasiado caro», añade.
En cuanto a las dificultades existentes para electrificar toda la economía, Marta Sánchez Álvarez señala que exista una parte de la demanda cuya descarbonización tiene que buscar alternativas a la electrificación. «En el caso de la industria, los procesos industriales de alta temperatura (por encima de 400º) se transformarán para sustituir el gas y otros hidrocarburos por gases renovables», subraya.
En cuanto a la demanda doméstica, de los 8 millones de hogares que hoy consumen gas natural, «hay más de dos tercios cuya electrificación económicamente es muy complicada. Con un gasto medio mensual de 20-25 euros (a los precios anteriores a la crisis) es muy difícil hacer frente a una inversión de miles de euros en una bomba de calor. En este caso los gases renovables tienen que ser una alternativa para estos consumidores, al menos en el medio plazo», explica la socia.
Tecnologías CAUC
Las tecnologías CAUC se contemplan como una de las medidas para la mitigación del cambio climático. Se estima que su contribución a nivel global en la reducción de emisiones de CO2 puede ser del 20-30% del total necesario. Son tecnologías para captar, almacenar y usar el CO2. «Son una posible solución al problema que sin duda se irán desplegando conforme el balance económico o legislativo así lo aconseje. Algunas de ellas todavía no han alcanzado el nivel de madurez que requieren, pero sin duda lo harán conforme se incremente su demanda», indica el investigador del I3A.
«El peor enemigo de estas tecnologías son aquellas que pretenden sustituir. Los precios de la energía «fósil», aunque ahora muy altos, siguen siendo menores que los de sus alternativas», matiza Peña. Considera que tan pronto como estén disponibles en el mercado y sus precios de producción sean competitivos contra las tecnologías convencionales, estas se irán adoptando también en España. «En todo caso se tratará de una transición paulatina. Nada drástica. Los cambios bruscos y no racionales no suelen traer aparejado ningún beneficio. Más bien al contrario. Mejor despacio y firmemente», matiza.
Protagonistas
El hidrógeno verde y el biogás se han convertido en las grandes apuestas de nuestro país. El biogás es en España una fuente de energía prácticamente inexplotada pero con mucho potencial. Las principales fuentes de biogás son los residuos ganaderos y agroindustriales, los lodos de estaciones depuradoras de aguas residuales urbanas (EDARs) y la fracción orgánica de los residuos domésticos.
Según los datos facilitados por el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDEA), en España hay 146 instalaciones de biogás con una producción energética de 2,74 TWh. De las plantas operativas, 46 están asociadas a vertederos, 34 a estaciones de depuración de aguas residuales, 13 al sector agropecuario, siete al sector del papel y el resto al sector químico, el alimentario y otros. Comparado con el resto de Europa, donde hay cerca de 19.000 instalaciones y 725 inyectan biometano a la red gasista, el biogás ha experimentado un desarrollo modesto en España.
«Sin embargo, el país atesora un gran potencial y cuenta con industrias de gran tamaño en el sector agropecuario, en el agroalimentario y en la gestión de residuos, que pueden activar el mercado rápidamente», indican desde IDAE. «El biogás puede quemarse para producir calor o mejor todavía, puede transformarse de gas natural sintético y que es fácilmente inyectable en la actual red de gas natural que llega a nuestras casas e industrias. También puede utilizarse para mover vehículos (ligeros -como los coches- y pesados -autobuses, camiones,…-). Los cambios son nulos. Toda la infraestructura funcionaría igual que ahora», explica José Ángel Peña.
En cuanto al hidrógeno verde, juega un papel crucial en el futuro modelo energético descarbonizado y es una de las grandes apuestas del Gobierno. El hidrógeno es la mejor forma de almacenar energía excedentaria de los campos eólicos y fotovoltaicos y a su vez puede ser el sustitutivo perfecto de los vehículos de superficie. «También podrá utilizarse en instalaciones industriales donde la energía eléctrica no llegue a suplir la utilización del gas natural o del petróleo, como en industrias que requieren de alta temperatura: siderurgia, cementera, petroquímica, etc. », explica Peña. Además, podrá ser el medio por el que cada hogar no sólo disponga de una fuente de calor,«sino de que genere su propia energía eléctrica mediante una pila de combustible. Esta aplicación puede resultar especialmente interesante en entornos rurales alejados de la red de distribución doméstica».
MÁS INFORMACIÓN
Resultado de la apuesta de España por el hidrógeno verde es el proyecto H2Med, el futuro corredor submarino de energía entre Barcelona y Marsella que transportará desde España dos millones de toneladas de hidrógeno verde al año, lo que representará el 10 % del total consumido por la Unión Europea. «El papel de H2Med se está definiendo estos días con la regulación de las condiciones que debe cumplir el hidrógeno para tener la consideración de verde, el rol de la energía nuclear y, por tanto, de Francia como productor que podría pasar a ser de exportador, …, es difícil anticipar cual será el resultado», reconoce Marta Sánchez López, No obstante, el papel de España como productor y exportador de hidrógeno al resto de Europa «es esencial para entender la capacidad de desarrollo de las r enovables en nuestro país».
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