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«Si la CEOE no recupera el liderazgo perdido hay riesgo de división»
EMPRESA entrevista a Santiago Herrero, líder de la patronal andaluza y uno de los candidatos al trono de Díaz Ferrán
EMPRESA continúa con las entrevistas con los que serán candidatos en la próximas elecciones de la CEOE para sustituir a su presidente más polémico, Gerardo Díaz Ferrán. Tras Jesús Banegas, ahroa le toca el turno al presidente de la patronal andaluza Santiago Herrero.
—En ... 2007 se enfrentó a Díaz Ferrán por la presidencia de CEOE. ¿Qué le ha movido ahora a presentar candidatura?
—La ilusión y ambición por ser presidente de la CEOE y también la obligación que creo tengo de hacerlo.
—¿A la segunda va la vencida?
—Me veo fuerte, seguro. Por lo que llevo trabajado, soy receptor de muchos votos, tengo un suelo electoral sólido y un posible techo ganador; de lo contrario, no estaría en la aventura porque uno ya tiene demostrado algunas cosas a lo largo de su vida. No soy de amagar y no dar y cuando en 2007 presenté mi candidatura lo hice porque entendía que el modelo que defendía José María Cuevas cuando dejó la presidencia iba a dar problemas y el tiempo me ha dado la razón.
—Usted ha dicho frases como: CEOE vive el momento más grave desde su fundación...
—Me consta que hay empresas que no se sienten representadas en la organización y si no logramos resolver el problema, en el futuro asistiremos a una desmembración de los descontentos, a que cada uno se agrupe en función de intereses distintos. Recientemente hemos visto como una organización ajena a CEOE se le ha reconocido por parte del Gobierno, la oposición y la opinión pública la máxima representación del empresariado español sin serlo. ¿Por qué? Porque al faltar el liderazgo de CEOE se ha buscado en otra parte. Ese es el futuro que le espera a la organización si no logramos resolver el problema. De ahí la gravedad y el riesgo de futuro.
—Si llegara a la presidencia, ¿qué cambiaría?
—CEOE fue muy válida en un momento y circunstancias determinadas, ahora hay que crear una CEOE adecuada a otros momentos y circunstancias.
—Precise.
—La organización se consolidó tras los fuertes liderazgos de Carlos Ferrer Salat y José María Cuevas, presidencias personalistas que hoy son impensables. ¿Cómo pensar hoy que una organización con esas dimensiones e importancia social y económica puede tener un régimen de gobierno presidencialista? Nadie entendería que el presidente no estuviera respaldado por un gran equipo de gestores, de ejecutivos, empresarios. CEOE, que es la máxima representación de la iniciativa privada, debe tener una estructura lo más parecida al gobierno de una empresa. De lo contrario, nos pareceríamos más a una administración que a una empresa.
—¿Por qué se dejó caer durante tantos meses a Gerardo Díaz Ferrán?
—Dos problemas se han producido en la última etapa histórica de la CEOE. Por una parte, José María Cuevas, que fue un grandísimo presidente, en su última etapa debió decidir antes su marcha de la organización. Por otra, Gerardo Díaz Ferran, que tuvo una etapa en la organización de dedicación y eficacia en el trabajo, tuvo que afrontar unos problemas empresariales que llevaron a un deterioro de la imagen de la organización que no vió o no quiso ver. Convocó elecciones tarde y cuando lo hizo, el daño de imagen era muy importante y tardaremos en recuperarnos.
—¿Por qué los vicepresidentes no hicieron algo antes?
—Por lealtad a la organización.
—Pero Díaz Ferrán ha sido una víctima de esta crisis...
—Efectivamente, ha tenido mala suerte, porque la crisis le ha dado en línea de flotación de sus empresas, pertenecientes a sectores muy afectados. Pero una buena gestión empresarial también implica saber salir de las crisis y resolverlas. El problema es que no podía seguir siendo la máxima representación de empresariado español.
—¿Qué margen hay para el consenso entre los tres candidatos?
—Los tres nos hemos referido a este consenso, somos amigos y nos hemos llevado bien en el anterior gobierno de CEOE. He colaborado con Joan Rosell en apoyo a Gerardo Díaz Ferrán y se dan las condiciones para establecer ese consenso. Pero no hemos hablado de él porque el consenso se debe basar en la apreciación que tiene cada uno sobre su posición. Cuando se vaya acercando la fecha de las elecciones, cada uno deberá ser honesto consigo mismo y ver en qué situación se coloca de cara a ese consenso. Hoy, probablemente, los tres entendamos que somos los mejores, que tenemos las máximas posibilidades y que el consenso se debe articular en torno a nuestra persona.
—Aún puede saltar otro candidato...
—Sí, pero a estas alturas, con tres candidatos, es difícil que nadie se preste a una confrontación. Además, le haríamos flaco favor a la imagen de la organización, porque pensar que al cabo de más de 30 años no hay nadie válido entre las personas que estamos en el gobierno de la organización, sería tirar años de trabajo por la borda. Y creo que un «fichaje galáctico» tendría que haber estado precedido de un consenso. No son buenas muchas veleidades en torno a la solución del problema; hay tres candidatos, un entorno organizativo consolidado y deberíamos tener una idea clara de cómo resolver el problema. La responsabilidad no es individual, es colectiva, de todos los miembros de la oganización y por ello creo que todos deberíamos ser muy serios en el tratamiento de la solución del problema.
—La pérdida de imagen sufrida por la CEOE ha llevado a muchos a clamar por una modernización en profundidad de su estructura ¿Podría ser esta modernización el revulsivo que necesitan otras instituciones?
—En España, además de una crisis económica, hay una crisis institucional, y el mundo empresarial debería haber sido durante estos años un referente; sus mensajes, una reflexión para gobiernos, partidos y sociedad. Pero la CEOE se ha medido de lleno en la crisis institucional, en el maremágnum, y ha dejado de ser el faro que fuimos. Recuperar esa posición requiere adaptación a los tiempos. El mundo avanza muy rápido y mantenerse anclado en el pasado pasa factura— a nosotros ya nos la ha pasado—, en imagen, afiliación y representatividad. Es lo que cada uno debe valorar.
—La economía está de nuevo al rojo vivo. La prima de riesgo, en máximos. ¿Qué ha hecho mal el Gobierno?
—Lo primero que hizo mal es no reconocer la crisis a tiempo. Y pasaron dos cosas. Una, estando ya en crisis se gastó la caja de superávit presupuestario alegremente. Y cuando la caja estaba gastada, se adoptaron medidas, pero tarde y mal, porque no se reconoció la crisis. Y esas dos situaciones fueron vitales para lo que vino después. Llegó el 9 de mayo, Saulo se cae del caballo y se empiezan a adoptar medidas que habría que haber adoptado antes y con contenidos distintos.
—¿Por ejemplo?
—El recorte presupuestario si se realiza sobre la inversión pública, no sólo se elimina empleo, también impide el retorno que esos gastos de inversión producen, que es superior al recorte que se realiza. Las medidas se doptan sin coherencia, parecen obedecer a impulsos. Descordinación, en una palabra.
—Describa la situación de la economía española.
—Muy alarmante. Ninguno de los últimos datos conocidos es favorable. Ni el crecimiento, que ha sido cero en el último trimestre, ni el paro, que sigue al alza, la prima de riesgo, en máximos, la competitividad de la economía ha caído nueve puntos en un año.... No se puede pensar que lo que hacemos es suficiente y esperar a que sean otros los que tiren del crecimiento porque nos estancaremos como economía.
—Grecia nos contagia; ahora Irlanda...
—España está inmersa en un contexto de vigilancia. Nuestra economía es muy vulnerable, pero un país como España ni es rescatable ni puede caer, por su tamaño, situación y economía.
—¿Le gusta algo de la reforma laboral?
—Solo el nombre. Hace falta adaptar el mercado laboral a problemas que son claros, evidentes y que están distorsionando: la dualidad del mercado, la falta de flexibilidad empresarial para adaptarse a la competencia global, la falta se seguridad jurídica en las decisiones empresariales y la utilización de figuras jurídicas de forma distorsionada para obtener un fin. Le pongo un ejemplo. En España el 75% de los despidos son disciplinarios e improcendentes y no es posible que todos los trabajadores sean tan malos que haya que despedirlos disciplinariamente o que todos los empresarios sean tan torpes, lo hagan tan mal.
—Pero las causas del despido objetivo se han redefinido...
—Pero continua la ambigüedad de redacción, lo que lleva a pensar a los empresarios que la interpretación judicial que se haga de las mismas no se corresponderá con las circunstancias de seguridad que nosotros necesitamos. Ningún juez debe sustituir a un empresario en decisiones económicas o tecnológicas sobre su empresa.
—La reforma laboral tiene pocos meses de vida, pero el contrato de fomento no está teniendo el éxito esperado...
—Los últimos datos que tenemos evidencian una utilización mínima. De los 1,3 millones de contratos que se firman al mes en España tan solo el 6 ó 10% son indefinidos y de ese 6-10% solo el 12 ó 15% son contratos de fomento del empleo. La utilización no es la adecuada porque no se ha hecho lo que nosotros pedíamos, la generalización del contrato, convertirlo en contrato ordinario, dejando el contrato de 45 días de indemnización como residual, a conservar sólo por aquellos trabajadores que lo tienen.
—Y ahora, la negociación colectiva...
—Es una reforma necesaria. Al cabo de los años, teniendo en cuenta todas las críticas que ha recibido, sobre sus antecedentes, sobre donde está basada su estructura, la inmensa mayoría de las empresas no ven claro la desaparición del ámbito en el que se desenvuelve. Pero hay que corregir varias cosas. La negociación no puede convertirse en un ámbito inflacionario, ni puede limitar la flexibilidad de las empresas, conceptos como la ultraactividad tienen que ser modificados porque no hay negociación libre y sobran convenios colectivos que no están activos.
—¿Por qué reformar las pensiones?
—Muy simple. Un nacido hoy tiene un expectativa de vida de 80 años, es decir, diez años más de pagar prestación. Hay que busca soluciones. Una, prorrogar la vida laboral. Dos, más años de trabajo para calcular la prestación.
—Ahora, cuando el paro va camino de cinco millones parece que toca reformar las políticas activas...
—El empleo sólo se crea con crecimiento económico. Eso sí, cuando ocurra, habrá que tener un marco laboral adecuado y régimen de prestaciones y subsidios adecuados.
—El primer ministro británico, David Cameron suprimirá el seguro de paro a quien rechace un empleo. ¿Qué hacer en España?
—En España los parados buscan empleo dos meses antes de agotar la prestación. Creo que una persona que pierde su puestos de trabajo debe estar protegida el tiempo que sea necesario hasta que encuentre un empleo, pero también creo que la prestación por desempleo es desincentivadora. Hay que detectar la causa por la que un parado ha perdido su empleo y corregir esa causa, hacer un seguimiento individualizado, y tener en cuenta también que los servicios públicos de empleo sólo colocan al 7% de los parados.
—¿Hace falta un giro político en España, convocar elecciones anticipadas?
—Si los gobiernos no encuentran en sus medidas soluciones a los problemas y entienden agotados sus posibilidades, deberían convocar elecciones. Pero creo que sólo lo hizo una vez un partido en este país y no fue muy exitosa la convocaria adelantada.
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