El territorio como apuesta y la pyme como motor

Con más de 40.000 socios y una posición de liderazgo consolidado, con más del 20 por ciento de la financiación activada por las sociedades de garantía en España, nuestra entidad ha entendido que apoyar el crecimiento de las pymes no es cuestión sólo de cifras, sino de visión estratégica. En los territorios donde tenemos presencia, las empresas crecen más, invierten más y mantienen más empleo. No es casualidad: detrás hay una estructura financiadora diseñada para facilitar crédito donde el mercado suele mostrar rigidez, pero también una vocación territorial que convierte cada oficina en un centro de impulso local.

El verdadero impulso a la inversión no surge del crédito fácil, sino de la confianza, e Iberaval la promueve articulando un sistema que acompaña al empresario desde la idea hasta la ejecución del proyecto. El resultado es tangible: sólo en los primeros nueve meses de este año, hemos movilizado 440 millones de euros en financiación, una tercera parte de la cual se dirigió a inversión productiva. Hablamos de proyectos viables, en particular industriales, de servicios o de comercio, que aportan valor añadido y consolidan empleo.

Y esa orientación a la inversión explica, precisamente, por qué Iberaval no se limita a ser un instrumento financiero. Es un socio de crecimiento. Las empresas que apuestan por avanzar junto a la sociedad de garantía (SGR) que lidera su sector encuentran financiación en condiciones ventajosas, además de asesoramiento, interlocución con las administraciones y, sobre todo, una red de apoyo que da estabilidad.

Pero, hay más: allá donde Iberaval se implanta, el tejido empresarial se refuerza. Los datos, elocuentes: la entidad contribuye a mantener 258.000 puestos de trabajo en las comunidades donde opera –Castilla y León, La Rioja, Madrid y Galicia-– gracias a un riesgo vivo que supera los 1.700 millones de euros. Son cifras que trascienden el ámbito financiero y se adentran en la política económica efectiva: la de fijar población, revitalizar comarcas y ofrecer oportunidades donde antes escaseaban.

Las experiencias empresariales respaldadas por Iberaval -desde firmas tecnológicas o agroalimentarias hasta proyectos de inclusión laboral o comercio electrónico- confirman un patrón: cuando las pymes disponen de recursos y acompañamiento, invierten, se profesionalizan y crecen. Y al crecer, multiplican el impacto en su entorno.

En las próximas semanas, ese modelo que nos ha reportado un reconocimiento cada vez mayor, se ampliará a Cantabria. La apertura de una nueva oficina allí no responde a una lógica de expansión geográfica, sino a una convicción: allí donde Iberaval está presente, las pymes tienen más oportunidades. La experiencia demuestra que nuestra implantación actúa como catalizador de inversión y estabilidad, reforzando el ecosistema empresarial y el empleo local.

Y es que, cuando se busca equilibrio entre crecimiento y sostenibilidad territorial, y aunque los grandes retos económicos sigan aparcados por intereses cortoplacistas, la labor de las SGR a largo plazo adquiere aún más sentido. Iberaval no se limita a facilitar financiación: construye territorio. Porque apoyar a las pymes es, en última instancia, apostar por el futuro, por el talento y por una economía que no se mide sólo en crecimiento, sino en bienestar compartido.