Blob, el enigma del pequeño gran ordenador biológico que fascina al mundo

Aunque es difícil clasificar algo que se sale de todo lo conocido, el Physarum Polycephalum, que quiere decir 'moho de muchas cabezas', se podría definir como un moho mucilaginoso, aunque en realidad es un protista. Audrey Dussutour, directora de Investigación del CNRS (Centro Nacional para la investigación científica de Francia) y autora del libro 'Moi, le blob', explica a ABC que blob «desafía nuestro conocimiento de los seres vivos». Y a la pregunta de si se puede ser inteligente sin cerebro contesta que sí, «la inteligencia es la capacidad de resolver problemas».

Parece una criatura de ciencia ficción, pero es real y lleva años atrayendo la atención de los pensadores y las instituciones más serias de todo el mundo, entre otras cosas porque es un ser modélico resolviendo problemas complejos. Tiene 500 millones de años. Se mueve con tentáculos que son como venas que sirven de avanzadilla para investigar su entorno.

Hay quien lo ha llamado 'un genio sin cerebro'. Tiene el aspecto de una mancha amarilla, que se mueve en todas direcciones a la vez buscando comida, y mantiene extendido solo los tentáculos que la encuentran. Mientras el resto de sus venas se encogen para volverse a unir a esa mancha amorfa de la que ha partido. Carece de boca, pero digiere la comida, tiene 720 sexos diferentes y es prácticamente inmortal.

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Los medios se hicieron eco de esta rareza biológica cuando el zoo de París decidió exponerlo en un terrario a salvo de la luz o de los ambientes secos. Se reproduce por esporas, y es esencialmente una célula gigante visible a simple vista con muchos núcleos, tal como llegó a reseñar Merlin Sheldrake, micólogo y autor del exitoso libro 'Entangled Life'. Una célula que se junta con otras para formar una masa de supercélulas que maximiza sus recursos.

Se mueve a un centímetro la hora, lo que no es apto para los observadores más ansiosos, pero puede multiplicar por cuatro esa velocidad y extenderse varios metros cuadrados. Luca Morino, que ha sido responsable de esta criatura en el zoo de París, destacó de Blob que si lo cortas por la mitad vuelve a recuperar su forma original en dos minutos y forma dos blob. Asimismo, si colocas un blob que ha aprendido a superar un obstáculo junto a otro blob sin ese conocimiento, ambos se pueden fusionar y compartir información.

Puede sobrevivir a condiciones climáticas de extrema sequía o a la presencia de un depredador hibernando durante años, y revivir en horas. Toma su nombre de una película de 1958, 'The Blob'. Y puede encontrarse en lugares húmedos como la corteza de árboles, alimentándose de vegetación en descomposición.

Diversos estudios han mostrado que blob aprende de la experiencia y cambia su comportamiento con ella. Además es capaz de encontrar el camino de salida más corto de un laberinto. Así en un estudio de principios del siglo XXI pusieron un blob en un laberinto y en dos puntos del mismo colocaron alimento. Había cuatro caminos para dar con esos dos puntos, pero blob mantuvo extendidos sus tentáculos por el camino más corto y eficiente para llegar a esos dos puntos.

Los investigadores no han podido explicar por qué es capaz de regenerarse, retener información o encontrar la mejor solución. Varios experimentos confirman que su comida favorita es la avena. En uno icónico de 2010, se esparció avena por el territorio que blob tenía que explorar y este se fue propagando, creando una rama de nervios con sus tentáculos en torno a cada grano de avena, conectándolos entre sí. Lo cierto es que la situación de cada copo de avena representaba una de las estaciones de la red de metro de Tokio, considerada una de las más avanzadas en su trazado. Lo que al ser humano le llevó años desarrollar a través de la ingeniería y el planeamiento urbano, blob lo hizo en 26 horas.

Esta capacidad ha servido para el trazado de nuevas rutas urbanas o diseñar sistemas de evacuación en edificios. Dussutour explica que blob es usado en estos campos «porque construye redes eficientes, robustas y económicas» No en vano, «en cierto modo, los physarum son economistas, en términos de alcanzar un óptimo universal», dijo el filósofo experimental Jonathon Keats.

Algunos ven a blob como una computadora biológica, de ahí que hayan desarrollado modelos algorítmicos a partir de su comportamiento para usarlos en robótica, electrónica o programación. Es el caso de la Universidad de California, con una simulación de la situación de las galaxias conocidas en el universo. Cada galaxia estaba representada por un copo de avena en el programa y se había creado un algoritmo que se comportaba como blob. Lo increíble es que el mapa en tres dimensiones resultante coincidía con los datos del telescopio Hubble en su estudio del espacio. Puede servir para mapear el universo.

Este moho también puede alimentarse de bacterias y hongos segregando antimicóticos que permiten descubrir nuevas moléculas para luchar contra diversas enfermedades. Y la NASA en 2021 ha llevado muestras de blob al espacio para observar su comportamiento sin gravedad.

Por todo ello, Toshiyuky Nakagaki, profesor del Instituto de Investigación de Ciencias Electrónicas de la Universidad de Hokkaido, planteó que blob puede ser uno de los elementos claves de la biocomputación, que es un área en el que se combina la nanotecnología y la ciencia para el diseño de ordenadores con componentes biológicos con capacidad de proceder lógicamente. Un campo de investigación fértil se le abre en el desarrollo tecnológico. Muchas preguntas quedan por resolver que confirman que blob es una de las criaturas más increíbles que existen.