posición alemana

Alemania defiende sus poderes en la cumbre del G-20

Critica el proteccionismo monetario de Estados Unidos y China

AFP

RAMIRO VILLAPADIERNA

Angela Merkel ha partido hacia Seúl dejando claro su orgullo exportador, lo que no va a reforzar su relación con el presidente Obama. Ni con algunos de sus socios europeos.

"Nuestro éxito exportador muestra lo competitivos que son los productos alemanes", dice la canciller ... federal a Die Welt, istanciándose de las críticas al superávit crónico de su economía y el desequilibrio que crea en el euro y en las finanzas globales.

Las espadas en alto ante una rumoreada guerra de divisas, en víssperas de esta cumbre del G20, amenazan con oscurecer la que Dominique Strauss-Kahn esperaba que fuese la "mayor reforma planteada nunca en la historia del Fondo Monetario Internacional".

Frente a la creciente oposición al superávit alemán, Merkel se da golpes de pecho subrayando que "las balanzas de pagos son también buena prueba de los logros", esto es, de las serias reformas estructurales emprendidas en esta década, como recuerda su ministro de Hacienda al Spiegel.

Pero ambos no dejan de obviar cómo la producción alemana se beneficia especialmente de la moneda común, no gasta ni presta en casa porque los alemanes no compran, y desvían los flujos de dinero fuera, especialmente a EEUU y España, dos economías fuertemente endeudadas , con dinero alemán y comprando producto alemán. De otro lado, la magnitud del desequilibrio comercial alemán permitiría a Berlín exportar y liderar la salida de la recesión de la UE

Pero, una vez más, EEUU ha abierto el fuego, sentando agenda, ante la debilidad última mostrada por el G20 . El secretario del Tesoro, Timothy Geithner, ha propuesto limitar tanto los superávits como los déficits comerciales, al objeto de acabar indirectamente con la guerra de divisas. En su opinión, se trataría de fijar una horquilla equivalente al 4% del Producto Interior Bruto (PIB) de déficit o superávit para 2015.

Merkel, indignada con EE.UU.

Merkel, cuyo gobierno se ha indignado ante la nueva inyección de la Reserva Federal de 600.000 millones para la compra de bonos de la deuda, planta cara de nuevo a Washington en otra entrevista al «Financial Times»: "No creo mucho en la fijación de objetivos cuantificados en materia de balanza de pagos".

Y volviendo a la defensa de su desequilibrio comercial: "No sólo es cuestión de tipos de cambio, sino también de competitividad". Según Merkel, los tipos de cambio deberían reflejar la fortaleza subyacente de la economía de un país . Pero si eso es adecuado para economías con déficit comercial, de productividad y gastos, la propuesta de EEUU busca forzar a aquéllas con superávit a reformas estructurales, fiscales y de divisa para incentivar el consumo en sus fronteras, reequilibrando los tipos de cambio.

De esto no quieren oir nada Alemania, Japón, India, o China. Para ésta y alguno más la jefa de gobierno de la tercera potencia económica ha expresado su preocupación por "los intentos de dificultar el acceso a los mercados!" que erigen algunos miembros del G20, incluido Congreso norteamericano.

No quería tomar el avión sin otra advertencia más, importante para sus exportaciones, contra una vuelta al proteccionismo: Habría que convencer a China "con hechos y parámetros en mano".

La canciller considera proteccionista la política cambiaria de algunos países y, con el cuidado necesario para con China, Merkel ha ido hasta rogarle fijar "un tipo de cambio razonable" para esta divisa, sin atreverse a pedir la apreciación del yuan. Su ministro Schäuble había acusado días antes a EEUU de hacer ahora con el dólar una política similar a la china al forzar un yuan bajo.

Pero como Merkel no es la única voz del euro, el presidente del Banco Central Europeo (BCE) ha tenido a bien advertir en Basilea de que los desequilibrios monetarios y "el exceso de volatilidad" lastran el crecimiento y la estabilidad económica mundial.

Y ni él ni los bancos centrales dicen ver ni perseguir una "guerra de monedas", expresión que "no se pronunció en toda la reuión". Los gobernadores de los bancos centrales del G-10 tampoco han comentado la decisión de la Fed estadounidense de comprar deuda pública en los próximos once meses, lo que disparó el euro a su máximo desde enero (1,43 dólares) y llevó a Alemania ha hablar de devaluación encubierta.

Frente a la tensión en las divisas, Jean Claude Trichet asegura que ninguno de los bancos centrales, asistentes a la reunión semestral en el Banco de Pagos Internacionales (BPI), ha mostrado "intención de perseguir una política de depreciación de su divisa".

Trichet ha recordado que la recuperación global es desigual e incierta, destancando diferencias "entre las economías emergentes y las avanzadas". En su calidad de portavoz, Trichet adelanta que los bancos centrales del G10 coinciden en la necesidad "de tener progresivamente más flexibilidad en los tipos de cambio" como manfiestan los ministros de Hacienda del G20.

Pese a la nueva intervención de la Fed, el BCE dice mantener su retirada gradual de las medidas extraordinarias , aplicadas desde primavera para afrontar la crisis financiera y económica, apoyando a los bancos con una liquidez ilimitada. En cambio mantendrá su programa de compra de deuda pública, con el que apoya a países europeos en dificultades y castigados en los mercados de bonos.

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