Rajoy se cambia de bando

Acercarse a la canciller no ha dado sus frutos y el presidente quire ampliar las alianzas

ANA I. SÁNCHEZ

Aunque no ha cambiado su discurso oficial ante Europa -ni lo hará hasta que pase el próximo Consejo Europeo del jueves y viernes- Mariano Rajoy ha cambiado el paso. Poco a poco, el presidente del Gobierno ha ido introduciendo el crecimiento en sus ... comparecencias en una gradación que va en aumento. Su equipo estaba convencido de que la estela del presidente galo, François Hollande, era pasajera. Hasta que acabaran los procesos electorales en Francia. Pero el líder del país vecino ha creado una corriente de influencia dentro y fuera de Europa superior a la de la canciller alemana, Angela Merkel -cada vez más aislada- y, sobre todo, más favorable para los intereses generales de España. Ayudas directas a la banca, intervención del BCE, crecimiento… es todo lo que Rajoy quiere conseguir. Y no lo encuentra en Berlín sino en París.

La estrategia de Rajoy ya no es entenderse con todo el mundo pero asociarse con Merkel, sino ampliar el horizonte de aliados para aumentar su influencia en Europa. Emplear la fuerza de otros en su propio beneficio sin significarse junto a un líder ni abrir un frente de guerra. Y Hollande se lo pone muy fácil. A diferencia de la canciller, el presidente francés no sólo no ha marcado diferencias con Rajoy sino que le ha buscado como aliado. Públicamente ha respaldado sus tesis y sólo le ha afeado, y en privado, su cercanía a Merkel.

Buscar la sombra de la líder alemana no ha dado sus frutos. La canciller no abrió la mano para que el Banco Central Europeo aliviara las cuitas de España, ni ha admitido que las ayudas a la banca se inyecten directamente a las entidades sin pasar por el estado, por más que Rajoy le ha pedido ambas cosas. Las migajas han venido en forma de oferta. Un año más para conseguir rebajar el déficit al 3 por ciento y tampoco gratis. A cambio de asumir duras condiciones. Un regalo envenenado que al Gobierno español, hoy por hoy, no le interesa. Merkel ha actuado como si la suerte de España no fuera con ella.

Diferencias con Grecia

Admitir la ayuda a la banca sin imponer condiciones macroeconómicas no fue un exceso. En España se vio desde el principio como una gran proeza porque marcaba diferencias con Grecia, Irlanda y Portugal pero lo cierto es que Bruselas había aprobado esta fórmula ya en octubre de 2011, cuando fue evidente que los rescates anteriores no habían funcionado. Simplemente, aún no se había empleado.

El distanciamiento, no obstante, se palpa en ambos lados. El bando alemán se dice decepcionado con Madrid. El equipo de Merkel acusa de lentitud al Gobierno español, de no estar actuando en serio para controlar el agujero de las comunidades autónomas y de las administraciones públicas en su conjunto, y de haber actuado muy poco acertadamente en la crisis de Bankia. El amor se ha roto, pero siempre quedará París.

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