La inflación golpea a los ‘millennials’, la generación de la doble crisis
Han sufrido dos convulsiones económicas sin precedentes: la de 2008 y la de 2020, y ahora la espiral de los precios les ha dado la puntilla
Editorial: La generación decepcionada
Cargados de títulos, digitalizados e hiperconectados. Son la generación milenial, nacida entre 1981 y 1995, la única de la historia que ha sufrido dos grandes crisis económicas en el transcurso de su formación e inserción laboral, la financiera de 2008 y la provocada por ... la pandemia en 2020. Si hace casi tres décadas luchaban por hacerse un hueco en el mercado de trabajo, hoy pelean contra la precariedad y los bajos sueldos, enredados en una escalada inflacionista desconocida en décadas que les golpea sin remordimiento en el bolsillo. A los más afortunados, los que han podido comprar una vivienda , la subida inminente de los tipos de interés les encarecerá más la factura; en el horizonte, pagarán los excesos de una deuda pública asfixiante y parte de la factura de los ‘boomer’, un ‘ejército’ de jubilados que comenzará a retirarse en 2023.
«El problema de esta generación va incluso más allá de no ver satisfechos sus objetivos laborales: tienen dificultades para encontrar un empleo fijo, emanciparse y, por lo tanto, muchos aún viven en casa de sus padres y no tienen una buena situación económica», asegura un estudio del BBVA .
Los ‘millennials’ optaron por estudiar y formarse en los años de la crisis financiera ante las pocas expectativas laborales que se abrían en un mercado que llevó las cifras de paro hasta los seis millones, aunque algunos decidieron abandonar de forma temprana sus estudios al calor del ‘boom’ inmobiliario y los elevados sueldos que se ofrecían en la construcción. Hoy, muchos de los que eligieron el camino de la formación tienen un trabajo, pero sufren como nadie la temporalidad en el empleo y el despido más barato que esta inestabilidad en el trabajo implica en un contexto de salarios menguantes y precios disparados de forma mantenida. Es, no obstante, el peregrinaje que siempre le ha tocado vivir a los jóvenes, sobre todo en momentos de crisis. Ocurrió con los ‘ JASP ’, la generación más preparada de los años 90 y con los ‘millennials’ tras la depresión de 2008.
‘La generación de la doble crisis’ es el título que lleva un estudio elaborado por EsadecPol y la fundación Friedrich Naumann , en el que se analiza la situación de estos jóvenes en los países del sur de Europa, y en el que se relata el periplo de una generación desencantada con los poderes políticos. Los autores del trabajo relatan como hace una década el sur de Europa se vio especialmente afectado por la crisis financiera y de deuda, y cómo los que más sufrieron fueron los jóvenes, cuyas opciones profesionales se desmoronaron mientras que las tasas de paro juvenil escalaron hasta alturas asombrosas. La opción para muchos fue abandonar España en busca de nuevos horizontes. «El inevitable éxodo de talentos cualificados al norte de Europa causó muchas dificultades emocionales adicionales en una región donde los lazos familiares son más estrechos, y donde el clima y el estilo de vida más individualista del norte encaja mal», asegura el estudio.
Recuerda el trabajo como ‘Ellos tienen Mallorca , nosotros tenemos Berlín ’ se convirtió en un lugar común entre los jóvenes españoles, ya que «muchos habían dejado su país de origen por la capital alemana, solos». Y se apunta: «Se dijo que esta había sido una crisis única en una generación, y que pronto las cosas mejorarían. La pandemia acabó con esa idea para siempre».
El presente para los ‘millennials’ es complejo, pero el futuro llega cargado de hipotecas. El BCE ha intensificado sus mensajes en los últimos días para marcar el paso ante los inversores y para transmitir tranquilidad a los ciudadanos ante la escalada inflacionista con una política que anticipa subida de tipos inminente para hacer frente a la presión de los precios en Europa. La consecuencia más inmediata para los que tengan hipoteca será un encarecimiento de la factura, y los jóvenes, de nuevo, serán los principales perdedores.
Pero las próximas décadas llegan con otras hipotecas, las que se extenderá con un volumen de deuda pública desconocido y por un gasto en pensiones desbordado en la antesala de la llegada de la generación del ‘baby boom’ , 14 millones de niños nacidos entre 1958 y 1977, que mañana se convertirán en jubilados con largas carreras de cotización y sueldos elevados.
En su informe de estabilidad financiera de abril el Banco de España dibujó un horizonte más negro que blanco con una deuda y déficit públicos desbocados y sin plan para atajar los desequilibrios. Este mes el supervisor alertaba sobre la espiral de gasto en pensiones, las nulas medidas para frenar su escalada y anticipaba que, sin medidas que contribuyan a poner los costes del sistema bajo control, el déficit podría anclarse de forma estructural en niveles próximo al 6% del PIB y la deuda pública llegar al 140% del PIB . Una pesada losa para los jóvenes que hace plantearse a los economistas si es compatible con la solidaridad intergeneracional.
Más cargas en diez años
La subida de cotizaciones del 0,6% durante una década planteada por Escrivá para afrontar el gasto en pensiones ya provocó que prestigiosos economistas alzarán la voz para alertar de la carga que supondrá para los jóvenes el llamado mecanismo de equidad intergenacional. «El MEI no introduce ningún mecanismo de equidad intergeneracional, al menos durante la próxima década. Más bien al contrario, traspasa una parte del mayor coste de la jubilación de las generaciones del ‘baby boom’, más numerosas y con mayor esperanza de vida, a las generaciones más jóvenes que continúan trabajando, aumentando así la inequidad del sistema», avisaban el doctor en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universitat de València, Enrique Devesa, y Rafael Doménech, responsable de Análisis Económico de BBVA , en un artículo del que informó ABC.
Todo lo anterior es muy distinto al escenario que ha diseñado el Gobierno para España en los próximos 30 años. Un proyecto idílico cargado de impuestos y un «herencia pública» para que los jóvenes se compren una vivienda o monten un negocio. Lo que no refleja el proyecto es que esas facturas públicas hay que pagarlas y que serán ellos, los jóvenes, los que deberán afrontarlas.
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