Francia y Sarkozy pierden la «triple A» del peso político en la Unión Europea
A cien días de las elecciones, la rebaja ensombrece el futuro del presidente galo y enmaraña la crisis institucional europea
JUAN PEDRO QUIÑONERO
«Francia ha bajado de división: ya no jugamos en Primera». Esa frase se escucha en los más diversos tonos (amargura, laconismo, ironía y humor negro) en bares, tertulias, radio y TV. Esa degradación nacional, consecuencia del comportamiento del Estado, es una bomba cuya metralla ... afecta al frágil corazón de la construcción política de Europa.
A cien días de las próximas elecciones presidenciales, S&P ha pronunciado un veredicto cruel contra Nicolas Sarkozy, muy mal situado en los sondeos de opinión, que ha relanzado un calendario de reformas para intentar frenar la onda de choque de la pérdida nacional de la «triple A».
Los mercados habían «anticipado» la degradación de la cota francesa. Y el Tesoro francés tenía proyectado buscar otros 200.000 millones, las próximas semanas, para continuar asegurando el «tren de vida del Estado», cuando los intereses de la deuda francesa habían comenzado a crecer hace meses, alejándose significativamente de los tipos que Alemania consigue cuando necesita buscar dinero. Sarkozy esperaba evitar la degradación anunciando varios proyectos, «relanzados» con «extrema urgencia».
En busca del consenso
El presidente ha convocado una gran «cumbre social» a tres bandas: sindicatos, empresarios y Estado. Los portavoces presidenciales prometen decisiones «estructurales» para «recortar» el coste del trabajo, pero ¿qué efecto pudieran tener tales resultados —si es que la cumbre social es un éxito, en el que nadie cree completamente— en la cota internacional de Francia? El presidente promete un IVA «social», un aumento «con objetivos sociales». E insiste en que Francia modificará su Constitución «muy pronto» para adoptar la «regla de oro» que ya hizo España el verano pasado y poder cumplir las promesas de la cumbre europea del 8 y el 9 de diciembre pasado, cuando los líderes europeos, encabezados por Merkel y Sarkozy, se comprometieron a adoptar la misma «regla de oro» que Francia lleva años prometiendo.
Esa calendario nacional también es un calvario para toda Europa, ya que la degradación de Francia amenaza todos los proyectos europeos más urgentes y empantanados. La cumbre europea de diciembre fue presentada como la «respuesta definitiva» a la crisis continental de deuda soberana. Degradada Francia, a cien días de una imprevisible campaña electoral, todo el calendario europeo queda pendiente a las hipotecas francesas.
La negociación de los tratados europeos que debía yugular definitivamente la crisis de la deuda entra en una crisis imprevisible y Alemania se consolida como potencia dominante. Pero la degradación de Francia no resuelve nada: complica todas las negociaciones en curso.
La negociación de la crisis griega entra en una nueva fase de incertidumbre cuando el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera pudiera ser degradado —víctima colateral de la degradación francesa— y los bancos franceses corren los mismos riesgos, amenazados en muy diversos frentes.
La degradación francesa revela la fragilidad colectiva de la zona euro, cuando las «perspectivas virtuosas» (españolas e italianas) parecían sugerir una evolución que se estrella contra la crisis francesa, donde quedan hipotecadas todas las negociaciones y nubes tóxicas que amenazan el crecimiento económico en toda Europa.
Cifras reveladoras
La OCDE pronosticó en noviembre una larga década de bajo crecimiento para toda la zona euro. Alemania cerró el 2011 con mejores resultados que el resto de los vecinos y asociados europeos. Pero los institutos de coyuntura alemanes anuncian para el primer semestre del 2012 un crecimiento rayano en la recesión, cuando el Gobierno francés, en un ataque de optimismo, había previsto un crecimiento ligeramente superior al 1%, con unas promesas de reducción del déficit poco creíbles.
Francia terminó 2011 con un déficit superior al 5,5 %. Los ministros de Sarkozy han prometido recortar hasta el 4,5 % en 2012 y alcanzar un 3 % del déficit en 2013, cuando la deuda soberana ya era superior al 85,3 % del PIB el último trimestre del año pasado, con una inexorable tendencia a la alza.
Contra tormentas y mareas negras, Sarkozy y sus ministros siguen denunciando las «promesas irresponsables» de sus rivales. El presidente francés, candidato inconfesable a su propia reelección, la próxima primavera, sigue presentándose como el único «capitán» capaz del salvar el «barco» de Francia, navegando como puede en el tormentoso océano de la nueva economía mundial. Sus rivales les responden con denuncias que amenazan con causar estragos: «Francia ya no juega en Primera División», dice François Hollande (socialista). «Sarkozy ha hundido Francia», sentencia Le Pen (extrema derecha). «Sarkozy ha acelerado la crisis que precipitaron muchos gobiernos de izquierda y derecha», agrega el centrista François Bayrou, que se cotiza ligeramente a la alza.
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