Alemania europea o... Europa alemana

Y es que la futura Unión tendrá sello germano. Así parecen confirmarlo las medidas que han deparado un Acuerdo Internacional entre los líderes de la organización, a excepción de Reino Unido . Un modelo a largo plazo que se afianza sobre la disciplina fiscal propugnada por Alemania a través de un mayor federalismo. Una cesión de soberanía a Bruselas para aumentar el control sobre los presupuestos nacionales, mediante dos instrumentos. Por un lado, la extensión a todos los países firmantes de la regla de oro constitucional de límite de déficit presupuestario estructural al 0,5%, reforma que Alemania aplicó en 2009, y que Merkel y Sarkozy definieron hace unos días en una misiva enviada al presidente del Consejo, Hernan Van Rompuy. Si se supera el dato, el límite busca provocar que los países impulsen reformas estructurales para rebajar su desvío fiscal.

Por el otro, con sanciones automáticas a los países que no respeten los objetivos del Pacto de Estabilidad y Crecimiento: un déficit público por debajo del 3% del PIB y una deuda pública que no supere el 60%. Límites que han sido incumplidos desde la creación del euro.

Los silencios de la cumbre también fortalecen la postura de Merkel. Ni una palabra de eurobonos ni de la construcción de un cortafuegos contra el contagio de la crisis de la deuda, salvo el adelanto de la puesta a punto del Mecanismo Europeo de Estabilidad: un bazuca que solo comenzará a disparar en 2012 . Unión fiscal, pero no monetaria. El aroma alemán en la actual refundación europea, es evidente.

Y es que la crisis de deuda soberana europea ha reforzado el modelo económico germano. El FMI prevé que Alemania crezca un 2,7% durante 2011, por encima del 1,8% de la eurozona. Y su desempleo es del 7% frente al 10,3% de la unión monetaria lo que contrasta con los datos de las antaño «exitosas» economías española e irlndesa.

El sistema económico de Alemania pretende expandirse por toda Europa y romper fronteras. El secreto está en las reformas. La recesión que Alemania vivió a comienzos del milenio (en 2003, registró un dato de crecimiento del PIB negativo) fue el perfecto caldo de cultivo para la Europa que se pretende construir tras la cumbre. En esos años el país aplicó las políticas que ahora explican la fuerte salud de la competitiva locomotora germana. El por entonces canciller Gerhard Schroeder, impulsó la Agenda 2010, un paquete de reformas estructurales que recuperaron la competitividad para la economía alemana.

En el ámbito laboral, en 2003 hubo un acuerdo nacional entre sindicatos y patronal en Alemania para asociar salarios y productividad, y lograr el llamado «Kurzarbeit», por el que, en momentos de crisis como los que entonces afrontaba el país, los trabajadores se comprometían a reducir su salario . Berlín acompasó el aumento del paro con reducciones de jornada laboral y pago de subsidios, lo que pudo evitar un aumento mayor del desempleo. Y asoció salarios con productividad, lo que propició que aumentase su competitividad.

Tras subir al poder, el Gobierno de coalición entre democristianos (CDU) y socialdemócratas (SPD) de Merkel retrasó también la edad de jubilación hasta los 67 años , punto que también contemplaba la Agenda 2010. En 2009, la imposición de un techo al déficit por mandato constitucional culminó dos legislaturas de reformas que lograron rescatar a la economía alemana de las fauces de la recesión.

Todo este camino de decisiones acaba en la actual cumbre europea, que fomenta la vía germana como principal salida a la crisis en toda Europa. «Algunos países europeos deben ganar competitividad, reducir salarios...como hizo Schroeder en su momento. Si no no pueden estar en la Unión Monetaria» afirma Tobias Baumann, de la Asociación alemana de Cámaras de Industria y Comercio.

«La austeridad es la única vía: a largo plazo, una política inflacionaria, de ‘easy money’ no es sostenible», sentencia Alexander Schumann, economista jefe del organismo. Sin embargo, la medicina podría no ser la correcta para todos . El propio Schumann admite que los objetivos de déficit y deuda podrían relajarse en el caso de algunos países como España, que necesitan priorizar su recuperación.

«El que la deuda y el déficit público alemán excedieran los límites de Maastricht en la pasada década, permitió al país recuperarse con mayor rapidez», recuerda José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney. Entre 2002 y 2005, Alemania no cumplió ninguno de los objetivos de Maastricht en déficit público y deuda . Y, a pesar del rigor fiscal del discurso de Angela Merkel, sigue sin hacerlo. «Para países como España convendría relajar los objetivos de déficit y deuda para afianzar su recuperación. No hablo de estímulos. Solo de hacer lo que en su día hizo Alemania», asegura el economista.

Y es que el país germano acumula 14 incumplimientos de los objetivos de Maastricht desde 2000. Solo Italia y Grecia lo superan. Werner Hoyer, presidente del Banco Europeo de Inversiones (BEI) y, hasta hace dos semanas, secretario de Estado de Asuntos Exteriores alemán, recuerda los errores pasados. «En 2004, Francia y Alemania incumplieron el Pacto de Estabilidad. Y con la decisión de no penalizarlos, éste perdió toda credibilidad. Ahora necesitamos un sistema de sanciones automáticas para los que no estén dentro de los límites acordados. Sean quienes sean».

Sin embargo, el problema es de tiempo. La disposición para tomar medidas no basta. Reformas estructurales que supongan cambios en los mercados laborales, sistemas educativos... son políticas cuyo impacto solo se puede observar tras varios años. Alemania necesitó cinco años para poder superar la desaceleración. Y la crisis de la deuda está a las puertas de Europa. Las medidas a corto plazo, escasean entre las propuestas de la cumbre europea. Eurobonos y compras de deuda del BCE son incompatibles con las tesis germanas. «El uso del “bazuca” es una gran tentación pero su uso sería irresponsable: solo es posible si se ha agotado la estabilidad fiscal», afirma Hoyer, que cree que hay que «evitar el ansía por el corto plazo».

Desde Alemania el debate sobre Europa está más vivo que nunca. El modelo germano podría no funcionar para Europa. De hecho, podría no hacerlo ni para ella misma por mucho más tiempo. Ferdinand Fichtner, director de previsiones del «think tank» berlinés DIW, afirma que Alemania podría entrar también en recesión durante el año que viene. «Alemania tiene demasiada competitividad. Debería estimular su demanda interna: ayudará a su economía y a la de países como Italia y España», apunta Fitchner. Y es que, en plena desaceleración global, la competitividad del país puede ver reducido su mercado. El consumo ha caído en algunas economías (el 60% de las exportaciones de Alemania van dirigidas a países de la Unión Europea) y las exportaciones, menguan.

Y desde la posición de Merkel, no hay respuesta para los riesgos de contagio de la crisis de la deuda, tras la negativa a los eurobonos y a las compras de deuda por parte del BCE. Ingolf Pernice, catedrático de Derecho Público, Internacional y Europeo en la Universidad de Humboldt de Berlín, apunta a que la creación de títulos de deuda comunitaria requeriría una reforma constitucional de la carta magna germana, al vulnerar la autonomía fiscal del Bundestag. «Incluso con el cambio constitucional, hay artículos contrarios a este punto que no pueden ser reformados», alerta. Un «cul de sac» en toda regla que también arguyó Merkel cuando el Consejo Asesor de Economistas del Gobierno Alemán, los llamados «Cinco Sabios», propusieron la puesta en marcha de eurobonos para respaldar a la eurozona.

Debido a ello, Pernice apunta a otras medidas que sí serían compatibles con la constitución alemana como las compras del BCE de deuda de otros países o el aumento del presupuesto comunitario gestionado desde Bruselas, para así asegurar las transferencias de dinero a los países que lo necesiten desde Bruselas una vez que se asegure la disciplina fiscal comunitaria.

«Prefiero una injusticia al desorden, porque el desorden es causa de mil injusticias», afirmaba Goethe. Así, el rigor alemán se impone en Europa con más fuerza tras la última cumbre. Sin embargo, hay frentes abiertos y decisiones por tomar como el papel que debe tomar el BCE en un futuro o la emisión de los eurobonos, decisión que el eje franco alemán aplaza para una segunda fase del acuerdo y que sería la tabla de salvación de países en apuros, con graves crisis de deuda soberana. La solución ahora reposa en las reformas que lleven a un modelo basado en la disciplina presupuestaria como base de un crecimiento sólido. Pero el caso de Europa, puede no ser el de Alemania.