El cónclave del G-20 arranca limitado por la gran ausencia de Barack Obama
Se contempla crear un sistema de alertas tempranas y un nuevo foro de supervisión
Con un aperitivo globalizado de pésimas noticias económicas, la cumbre sin precedentes del G-20 arrancó en forma de una cena —no de gala— a la que asistieron un superávit de líderes internacionales bastante más pendientes de Barack Obama que de su anfitrión el presidente ... Bush, al que tan solo restan 65 días de mandato. No obstante, el aún inquilino de la Casa Blanca aprovechó el brindis previo al banquete para asegurar que la cumbre demuestra el «alto grado de coordinación» entre las potencias mundiales y su clara determinación a arreglar los problemas que han llevado a la «turbulencia» económica.
Aunque el equipo de Barack Obama ha sido informado por la Administración Bush sobre la marcha de las negociaciones previas a la cumbre, el presidente electo es el gran ausente del G-20 pese al interés demostrado por muchos de los participantes en que Estados Unidos tenga una presencia menos efímera. Ayer mismo, el presidente Bush se limitaba a expresar en su mensaje radiofónico semanal su deseo de trabajar «para establecer principios de reforma, cómo hacer que los mercados sean más transparentes y asegurar que mercados, firmas y productos financieros son apropiadamente regulados».
Para actuar como antenas de confianza durante este fin de semana, Obama ha designado a dos representantes bipartidistas para atender personalmente en Washington a «los amigos y aliados» interesados en empezar a tratar con el próximo gobierno de Estados Unidos. El presidente electo ha confiado esta misión diplomática a Madeleine Albright, ex secretaria de Estado con la Administración Clinton, y Jim Leach, ex congresista republicano especialista en cuestiones económicas.
Obama, que no quiere acumular responsabilidades antes de asumir las riendas del poder, ha recordado desde su triunfo en las urnas el argumento constitucional de que George Bush es el presidente de EE.UU. hasta el 20 de enero. Y como ha reiterado esta semana John Podesta, responsable del grupo de transición, «no es apropiado que dos personas por parte de Estados Unidos se presenten en la cumbre del G-20».
Con todo, durante su campaña presidencial, Obama ha evitado ofrecer sus propias recetas específicas para la crisis financiera sin fronteras. Aunque el candidato demócrata sí que ha acusado a la Administración Bush de no haber cumplido con sus obligaciones al impedir el comportamiento irresponsable de la industria financiera norteamericana. Desde las elecciones del 4-N, su equipo se ha limitado a respaldar una mayor cooperación internacional en materia de regulaciones. Con el agravante de que el extenso plantel de asesores económicos de Obama presenta puntos de vista bastante dispares como para anticipar futuras decisiones.
Entre las medidas barajadas en Washington, y con posibilidades de prosperar, figura la creación de una nueva entidad encargada de coordinar la regulación de instituciones financieras con alcance global. El llamado «colegio de supervisores», según ha trascendido del intenso proceso negociador paralelo a la cita del G-20, supondría un nuevo filtro de escrutinio y tendría como objetivo coordinar el control sobre las treinta mayores instituciones financieras del mundo. Sobre todo en lo referente a asumir grandes riesgos especulativos.
En cualquier caso, el propuesto «colegio de supervisores» no actuaría como una nueva institución internacional con autoridad para dictar regulaciones financieras para todos sus países miembros. Por mucho que algunos líderes como el presidente francés, Nicholas Sarkozy, hayan defendido abrir una nueva era de «regulación global».
Sistema de alerta temprana
Otro punto concreto donde también se podría llegar a un acuerdo sería la organización de un compartido «sistema de alerta temprana», que sea capaz de identificar y avisar antes de que se multipliquen sus efectos negativos. Mecanismo en el que no sólo estarían participarían EE.UU., la UE y Japón, sino también otras grandes economías en vías de desarrollo.
Como fruto de las presiones compartidas para imponer una mayor transparencia en el sistema financiero, fuentes del gobierno de Estados Unidos citadas por el «Washington Post» han confirmado que la Reserva Federal va a anunciar en breve la puesta en marcha de un centro de intercambio de información con el fin de estandarizar y limitar el riesgo asociado con algunos de los instrumentos financieros más opacos y exóticos. Idea compartida por los managers de los cinco «hedge-funds» más poderosos que esta semana han sido llamados a testificar ante el Congreso federal.
Frente a estos posibles acuerdos, el Grupo de los Veinte mantiene grandes diferencias sobre qué medidas inmediatas adoptar ante la profunda crisis con trazas de recesión. Sin que falten presiones, por ejemplo, para que Estados Unidos —sin esperar al relevo de poderes en la Casa Blanca— apruebe en las próximas semanas un nuevo plan de estímulo económico, más allá de los 700.000 millones de dólares ya comprometidos para el paquete de rescate de Wall Street.
La próxima cita en el Reino Unido
Los miembros del G-20 preparan ya una próxima cumbre de jefes de Estado que se celebrará a finales de febrero o marzo en el Reino Unido, según dijo ayer el canciller de Brasil, Celso Amorim, cuyo país preside el grupo.
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