Tras la sombra de un gigante

Un comentario espontáneo por mi parte sobre la extraordinaria colección de Olivos de la ciudad financiera cambió el transcurso de aquel posado que, hasta entonces, seguía pulcramente las directrices del más estricto protocolo. En un instante, la figura del mito se hizo humana. Aquel hombre imponente que gobernaba uno de los bancos más importante del mundo mostró su rostro más cercano y mundano. No puedo afirmar que conocí a Don Emilio, pero sí me atrevo a decir que aquel día pude ver frente a mi cámara a un hombre apasionado por aquello que amaba, y con un gran sentido del humor.

Aquel 14 de diciembre del 2012 me propuse retratar no solo al banquero estratega y sagaz, al hombre-sistema que en medio de la mayor crisis financiera del último siglo y del desplome del régimen bancario español se erigió como un líder incontestable, tal y como lo definió mi querido compañero Ignacio Camacho, en el texto que acompañó mi fotografía, publicada en la contraportada de ABC. Aquel 14 de diciembre y tras veinte minutos de inolvidable conversación, quise inmortalizar al ser humano que existía, y que nos queda para siempre, tras la sombre de un gigante.